A lo largo de 2017, durante la aplicación del presupuesto que ayer aprobó el Ayuntamiento de Gandia, el consistorio habrá liquidado una de las herencias más pesadas de la anterior legislatura: el pago a los proveedores que todavía hoy tienen facturas sin cobrar, algunas de ellas del año 2010. Pero ese hecho no puede ocultar otro que sigue presente en el horizonte económico de la ciudad. Una parte de la deuda llamada comercial que Gandia no podía pagar ha ido trasladándose, mediante acuerdos con el Ministerio de Hacienda, a deuda financiera, es decir, con los bancos.

Según datos facilitados ayer por el coordinador de Economía de Gandia, Salvador Gregori, a finales de año el ayuntamiento ya prácticamente no tendrá facturas pendientes, pero sí una monstruosa bolsa de entre 270 y 280 millones de euros que se tienen que ir devolviendo a los bancos. Es mucho menos de lo que se debía en 2015, cuando se produjo el cambio en el Gobierno local fruto de las elecciones, pero el consistorio es consciente de que deberá proveer decenas de millones de euros cada año, al menos hasta 2032, para reducir esos números y cumplir con el Plan de Ajuste Económico que tiene pactado con el Ministerio de Hacienda, que se está siguiendo a rajatabla.

No existe ninguna pretensión de dejar el ayuntamiento con deuda cero, situación en la que se encuentran muy pocos consistorios, pero sí de ir cumpliendo los plazos para entrar en la «normalidad» que ya disfrutan la mayoría de municipios después de una época que primero fue de gasto descontrolado y después de mucha contención.

Si, como es intención de los dos grupos del Gobierno local gandiense y de Cs, se consigue reducir los números rojos en unos 50 o 60 millones de euros a lo largo de la legislatura, la deuda per cápita de Gandia habrá pasado de los 4.400 euros a 3.700, sin duda un avance significativo.