Tavernes de la Valldigna, noviembre de 1997. Un grupo de personas crea una asociación en forma de ONG cuya finalidad es, según rezan sus principios fundacionales, «divulgar el valor de la solidaridad, fruto del testimonio personal». Así fue como nació Solidaritat amb el Tercer Món, entidad que lleva dos décadas trabajando en zonas muy desfavorecidas con la ayuda de la orden religiosa San Juan de Dios. En unos meses, por tanto, se cumplirán 20 años en los que esta organización vallera ha logrado devolver la sonrisa a miles de personas en países como Brasil, Zimbabue, Sierra Leona o Liberia. Los proyectos puestos en marcha en este tiempo hablan por sí solos. «El objetivo es dar un halo de esperanza a los más necesitados, apoyando la creación de centros sanitarios, fomentando la educación o, simplemente, aportando material sanitario o académico con el que se pueda comenzar a labrar un futuro en zonas de nuestro planeta que carecen de los servicios básicos», señala a este periódico María Jesús Santos Juanes, presidenta de esta ONG.

Ya son muchos los habitantes de estas zonas deprimidas que disfrutan de una mejor sanidad en lugares donde ni existía ni un un centro médico o que han aprendido a leer o escribir en unas mesas y sillas adquiridas con el dinero aportado por esta organización vallera.

Esta ONG colabora de manera muy estrecha en los proyectos que llevan a cabo en distintos puntos del planeta los misioneros de la orden religiosa San Juan de Dios, que son los que viven el día a día de estos puntos.

En 20 años de trabajo, Solidaritat Amb el Tercer Món ha logrado recaudar 300.000 euros, un dinero con el que han llevado a cabo un gran número de proyectos solidarios. Cerca del 60% de lo recaudado corresponde a aportaciones particulares, el resto ha sido entregado por instituciones como la Diputación de Valencia, Ayuntamiento de Tavernes y el Fons Valencià de la Solidaritat.

El destino de este montante económico ha ido a parar en un 47% a Brasil, 36% a África y un 16% a colaborar con otras entidades.

Esa aportación ha permitido financiar, entre otros, la ampliación de los centros juveniles en las Favelas de Sao Paulo (Brasil), construir guarderías, centros de acogida, comedores y cocinas. También ha permitido reformas de colegios y la aportación del material necesario para su puesta en marcha.

En otras zonas como Liberia o Sierra Leona se ha adquirido material sanitario, una infraestructura que ha sido clave para reducir la mortalidad maternoinfantil, que en estos países es del 25%, o para el tratamiento del virus del ébola en Sierra Leona.

No menos importante ha sido la creación de una escuela taller de costura para las jóvenes sin recursos en Liberia. Guinea Ecuatorial, donde se ha rehabilitado un internado, o Mozambique también han sido destino de las ayudas de esta ONG en estas dos décadas de trabajo.

Pero más allá del trabajo de campo realizado en estas zonas deprimidas del planeta, la entidad ha llevado a cabo otra labor, la de concienciar a la sociedad aquí de la necesidad de «colaborar con los más desfavorecidos mediante aportaciones económicas y materiales que nos encargamos de enviar a estos países», relata Boscá.

En la asamblea anual de esta ONG, diferentes misioneros y misioneras que han participado en la realización de los proyectos auspiciados por la entidad se han desplazado a Tavernes para testimoniar la acción y la gratitud de estas personas con los donantes y miembros de la entidad y mostrar la importancia del trabajo que realizan sobre el terreno. «Es impresionante ver los documentos que nos trasladan desde las zonas en las que estamos realizando proyectos, donde vemos que un pequeño grano de arena desde España puede constituir toda una montaña de solidaridad y afecto para estas personas», comenta Vicent Boscá. El secretario de la entidad apunta que 20 años de solidaridad «son solo el principio de una gran labor que se hace desde el corazón y con la satisfacción de saber que nuestro trabajo significa un halo de esperanza para aquellos que más lo necesitan».