Hace siete años, el padre Miguel Fons tuvo un sueño. Su contacto continuado con presos de Picassent y la situación que vivían muchos de ellos, sobre todo cuando alcanzaban el Tercer Grado (solo acuden a prisión a dormir), le llevó a tomar partido y a poner en marcha, junto al Ayuntamiento de Gandia, un proyecto que, además del cumplimiento de la última parte de las penas, servía para ayudar en la reintegración de los presos en la sociedad, ya que les permitía estar cerca de sus familias, trabajar, etc. Se trata del centro Endavant. gestionado por la asociación Jezrael que él mismo dirige. Es una iniciativa pionera en la Comunitat Valenciana.

La casa, ubicada en la zona de Santa Anna, acoge actualmente a unos 40 reclusos de Gandia y la comarca que se encuentran en esa fase final de sus condenas. Es una Unidad Dependiente de la cárcel de Picassent que trabaja conjuntamente con otras entidades para elaborar itinerarios a través de los cuales estas personas, en su mayoría jóvenes, puedan abandonar el régimen penitenciario de forma que les lleve a no reincidir. Entre ellos, pueden ejercer trabajos para el Ayuntamiento de Gandia como el control del tráfico a la salida de los colegios, informadores en parques púbicos, colaboración con el comedor social, entre otros, según explicaba ayer a Levante-EMV el propio Miguel Fons. También participan en cursos de reeducación vial, especialmente aquellos que cumplen penas por estos motivos.

Pero, además, «hay que tener en cuenta que muchas de estas personas no pueden hacer frente al gasto que supone tener que ir cada noche a dormir a Picassent. Debes tener vehículo propio o buscarte algún medio de transporte, que tampoco es fácil ni barato». Endavant, por tanto, les permite cumplir su pena sin hacer frente a ese desembolso.

Aunque en su mayoría son de municipios de la comarca como Gandia, Tavernes o Bellreguard, el centro también ha llegado a acoger presos de Cullera o de Ontinyent porque, con todo, «hay que tener en cuenta que es más fácil desplazarse hasta aquí que hasta Picassent», explicaba Fons.

El religioso asegura que, pese a las situaciones que arrastran los acogidos y el entorno del que vienen, «la convivencia es muy buena y nunca ha habido problemas». Son personas «con la que yo he estado, he hablado, les he ayudado. Están agradecidos porque es una gran oportunidad la que se les da y ellos la valoran mucho», remarca Miguel Fons. Sobre si su estancia en Endavant les ayuda a no volver a reincidir, el sacerdote asegura que «mi mayor satisfacción es verles cuando salen, con sus familias, hijos, parejas, con trabajo y comprobar que son personas nuevas», asegura. Todo gracias a la labor de los trabajadores y los 25 voluntarios con los que cuenta Jezrael.

En Endavant entran presos con penas «de todo tipo», pero hay un requisito importante: «No pueden venir si sufren adicción a las drogas», explica Miguel Fons. Sin embargo, «sí que les acogemos si lo han estado pero ya no o si están en fase de rehabilitación».

La asociación también colabora de forma estrecha a través de este centro con el Ministerio del Interior, ya que se encarga de la ejecución de los programas de tratamiento de los internos aportando el personal técnico y de apoyo adecuado. Por su parte, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias aporta los gastos de comida y aseo personal.

Los presos están controlados mediante dispositivos telemáticos que señalan el horario que deben cumplir.

«Sois un ejemplo»

El delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Juan Carlos Moragues, visitó ayer el centro Endavant en Gandia. El objetivo del encuentro con los responsables de Jezrael era el de conocer el recinto y también el trabajo que se lleva a cabo allí.

Para Moragues, Jezrael ha abierto el camino a muchas otras entidades, ya que fue la primera unidad dependiente del Centro de Inserción Social de Picassent: «Vosotros fuisteis pioneros, abristeis el camino a muchas otras asociaciones que siguieron vuestro ejemplo de compromiso social», señaló el delegado del Gobierno al padre Miguel Fons.