Esta ruta, bautizada como «Entre arrels», ha sido diseñada por el Col·lectiu Nostra Terra y el Centre Excursionista La Madrilla,cuyos miembros, entre los cuales está el ambientólogo Ismael Aznar, han realizado el trabajo de campo, como las mediciones el perímetro, copa y altura, y las posteriores fichas.

Está financiada íntegramente por la Diputación de València a través del área de Turismo, con una subvención de 7.000 euros. La alcaldesa, Assumpta Domínguez, explica que incluye todo el trabajo documental, así como la señalización vertical y la edición de trípticos. «También habrá una página «web» y el desarrollo de una aplicación accesible para dispositivos móviles que recopilará toda la información», añade.

La ruta afecta al término municipal de Potries, pero también estará conectada con Ador, para mostrar el «lledoner» situado en la partida de Merlich, que fue recientemente protegido como árbol monumental por parte del ayuntamiento, a iniciativa del mismo Col·lectiu Nostra Terra. Ese «lledoner» tiene una copa de 23,30 metros de altura y un diámetro de 24,30 metros.

Algunos ejemplares de Potries son centenarios. Es el caso del plátano de sombra de la plaza del País Valencià, que se plantó junto a otros cinco más hacia 1906. Antiguamente se colgaba de este árbol la cuerda de la tradicional «cordà de festes» que se realizaba en la misma plaza, un cuadrado perfecto con 25 metros lineales en cada lado. Junto a este plátano hay tres palmeras que se plantaron hace 22 años; la más alta ya supera los 18 metros.

Por otra parte, siguiendo la costumbre latina, están los cipreses del calvario de la ermita (294 ejemplares plantados a mediados del siglo XIX) o la arboleda del cementerio, con 43 cipreses y dos palmeras datileras.

Otras arboledas son la olmeda del Molí Canyar (con árboles infectados por escarabajos que requieren una intervención); la de «lledoners» del parque del polideportivo; la que hay junto a la antigua vía del ferrocarril de Alcoi al puerto de Gandia o las moreras del recinto ferial.

Estas últimas (en la actualidad sólo sobreviven cuatro) son los restos del traslado del antiguo Carrer de les Moreres, al que le daban nombre y que servía para llegar a la antigua estación de tren. «Las moreras han ido desapareciendo del paisaje agrícola valenciano», se lamenta Ismael Aznar.

El árbol se plantaba para alimentar con sus hojas al gusano de seda, pero en 1854 la epidemia de pebrina asoló la producción valenciana y empezaron a arrancarse, sustituyéndose más tarde por naranjos. La fábrica Lombard, en Almoines, tuvo el control de todo el proceso sericícola en la zona valenciana y balear desde 1946, pero su cierre en 1975 también fue otro golpe para las moreras que nuestros caminos, memoria de muchas generaciones.

Detrás de algunos árboles hay historias humanas curiosas, como los dos pinos blancos del jardín Sanchis Guarner, apadrinados y donados por dos vecinos del pueblo cuando se abrió esta zona verde, la más grande del pueblo.

Destacan también los 37 cipreses azules plantados en el recinto de horticultura, impulsado por Nostra Terra y el ayuntamiento; o los algarrobos en la ribera del Serpis y en la Bassa del Rajolar.

El proyecto «Entre arrels» se suma a otros atractivos turísticos de esta pequeña localidad, como el Museu-Cassoleria d'Àngel Domínguez, que evoca el pasado alfarero; la «Ruta de l'Aigua», en la que se explica el sistema tradicional de riego con acequias y partidores como la Casa Clara y la Casa Fosca; la ermita o la propia Casa Consistorial, un edificio señorial del siglo XVII que mandó construir Pere de Borja, nieto del cuarto duque de Gandia, Francesc.