Los heroinómanos continúan pinchándose entre los coches o en su interior. Se pasan la jeringuilla o la buscan por las papeleras, debajo de los vehículos o por las aceras. Ni siquiera les impone la presencia policial o la gente que camina por el barrio.

Muchos vecinos están intimidados y dicen que no se atreven a salir a la calle por la noche y ni siquiera la narcosala abierta recientemente ha acabado con este problema.