Valencia está en Fallas. ¿Son las Fallas la expresión de la felicidad?

Lo son. La sociedad valenciana lo es, le gusta mucho la fiesta, estar al aire libre, salir y compartir. Es eufórica a veces, creativa. Las fallas son la representación perfecta de lo que es la vida: lo más bonito desaparece en un momento y comenzamos de nuevo. También la paella es una metáfora: el hombre que no suele cocinar sí lo hace el domingo, con la familia alrededor; la paella tiene fuego, agua, aire, tierra...

Últimamente las librerías se han llenado de títulos que invitan al optimismo. ¿Es porque nos hace más falta o porque hemos cambiado el chip?

Siempre ha habido. Vivimos una crisis, pero no es la Guerra Civil, ni la Guerra Mundial. Pecamos de miopía. Hay problemas en los colegios, pero es que antes los niños no estaban escolarizados. El paro, la hipoteca, son problemas, pero ¿como un cáncer? Somos quejicosos. La clave es valorar lo que se tiene. Javier Urra ha montado con otra gente una fundación para trabajar los conflictos entre padres e hijos, hemos hecho 37 contratos. Cuando se va la luz, hay quien grita y hay quien enciende una vela. Habrá que reinventarse, la crisis pasará.

Sorprendentemente, el estudio que han hecho apunta a que la crisis no hace más infelices...

No, al revés. El 84% de los españoles se declaran felices. Más que en Francia, Gran Bretaña o Alemania.

¿Y los valencianos?

En esa media.

¿Y eso?

Eso demuestra que a la gente Merkel o Sarkozy le queda lejos, le importa su hijo, su abuela. Claro que hay inseguridad, y ansiedad y suicidios, estamos ante un cambio social, pero ahí está la capacidad de adaptación.

¿Salud, dinero y amor?

Lo de la salud no es verdad. Yo sufrí un infarto de miocardio, querían darme la baja definitiva pero no me paré, dije «puedo hacer muchas cosas». Hasta gente con esclerosis múltiple o con fecha de caducidad es feliz si comparte esa felicidad, hay gente enferma muy sana. Dinero no hace falta mucho, lo necesario para vivir, y amor, sí. Absolutamente necesario. También hay que tener un proyecto en la vida.

¿Los jóvenes lo tienen mejor o peor?

Lo tienen difícil, los cambios son muy rápidos. Yo doy clase y veo jóvenes majos, respetuosos, muy preparados y otros patéticos, hedonistas, vagos... Se enfrentan a otro mundo, ya no tendrán garantizado un puesto de trabajo de por vida, están alejadísimos de la política y la religión pero sí creen en la familia. El problema es cultural. Estamos creando jóvenes de cristal, duros pero frágiles.