Sus ojos no se nublaban jamás. La mirada de Antonio Alegre Cremades no sólo resplandecía constantemente con un brillo de juventud perenne, sino que ahondaba, insistente, en esos Mundos desconocidos, rótulo actual de la exposición póstuma que se le dedica en la Sala Parpalló del MuVIM. Su hijo Héctor (comisario de la muestra y autor de un lúcido texto en el catálogo) afirma: "No recuerdo un momento de su existencia en el que no tuviera un lápiz y un papel en las manos". Yo no recuerdo haberle visto nunca sin la sonrisa bondadosa en los labios y, sobre todo, en los ojos.

Alegre Cremades, a quien justamente se atribuyen cualidades de sabio renacentista -ingeniero, pintor, dibujante, escultor, grabador excepcional, profesor, investigador, escritor, filósofo- supo fundir razón y sentimiento en su actitud ante la vida y el arte. Nos sorprende ahora la extensa serie de dibujos realizados en los años 70, no exhibidos antes en Valencia, de perfección milimétrica e inventiva sin límites. La inquietud que le producía la progresiva alienación del ser humano le impulsa a representarlo entre fichas de dominó, casi como una de ellas, esbozando la caída en cadena. O bien, apiñados en grupo sobre una Barca de la esperanza en la que, desde el presente, creemos ver una patera a la deriva. Cuarenta años atrás, Antonio Alegre se anticipó a muchas situaciones, problemas e incertidumbres de nuestro mundo de hoy. Así, en su incesante enfrentamiento del hombre y la máquina, tema de numerosas pinturas y algunas esculturas vigorosamente expresivas.

Es cierto que Alegre vivió a fondo las corrientes artísticas de una época efervescente, pero lo que le caracteriza es que supo fundir todos los "ismos" imperantes desde una perspectiva entroncada con el clasicismo del que se impregnó durante sus largos años vividos en Roma y en Florencia. Su Homenaje al Barroco, en el que personajes de Caravaggio emergen, luchadores, de impasibles cilindros, es todo un manifiesto. Como lo es, en otra dirección, el fulgurante Homenaje a la geometría o su admirable Gran Babel, pintura ya de 1995, a modo de tributo a esa unión de formas arquitectónicas, simbolismos mágicos y pulsiones íntimas (Objetivación y creatividad, según Aguilera Cerni) que constituye la esencia de su obra.

La admiración y afecto que despierta Alegre Cremades se evidenciaron en la masiva asistencia a la inauguración, presidida por la Diputada del Área de Cultura, Mª Jesús Puchalt. Del mundo artístico acudieron el académico Salvador Aldana y autores bien conocidos, como Antonia Mir, Aurora Valero, Javier Calvo, Armengol, Pedro Cámara, Enrique Mestre, José Serra, y el acompañamiento de otros ya fallecidos -Paco Sebastián, Luis Arcas, José Gonzalvo, Francisco Lozano- en la presencia testimonial de sus viudas y familiares, como también la de Mercedes Aguilera, hija del recordado crítico. Hubo una buena representación de distintos segmentos profesionales: Concha Albalat, Felipe del Baño, Joaquín Borrell, Isabel Cosme, Sefa Catalá, Joaquín Berao y Nacho Mañó, responsable de un interesante vídeo en colaboración con la hija del protagonista, Lorena Alegre. Ésta, junto a su hermano y la madre de ambos, Amparo Gómez Romeu, recibieron merecidas felicitaciones por la importante exposición, que seguirá instalada hasta el día 26.