Una deuda de 25.000 euros. Ésa es la cifra que uno de los cinco detenidos por el grupo de Homicidios de la Guardia Civil el pasado miércoles en València adeudaba a Juan Pablo Langa Navarro, el joven de 25 años asesinado de un tiro y quemado en un descampado de Bonrepòs el 29 de mayo de 2004, crimen resuelto ahora, 13 años después de su comisión, tal como adelantó ayer en exclusiva Levante-EMV.

Según ha podido saber este diario, la víctima llevaba tiempo reclamando a su deudor ese dinero, que procedía de una partida de hachís que no le había pagado. Uno de los ahora arrestados pidió ayuda a sus amigos, un grupo de jóvenes de Valéncia que al parecer se dedicaba a partes iguales a vender droga y a robar a traficantes.

Ese fue el inicio de lo que acabaría en un asesinato que ha permanecido dormido durante 13 años, hasta que una serie de informaciones surgidas hace unos meses han permitido reabrir el caso y detener a cuatro de los presuntos implicados e imputar a un quinto. Los cinco comparecerán hoy en el Juzgado de Instrucción número 1 de Moncada, que ha llevado el caso desde que fue encontrado el cuerpo sin vida de Juan Pablo. Desde su arresto, los sospechosos permanecen incomunicados en calabozos de distintos acuartelamientos para evitar que establezcan una versión común.

El asesinato de Juan Pablo Langa se produjo después de que los ahora acusados concertaran una cita con él en la vivienda de uno de los sospechosos, muy cerca del barrio de Ciutat Fallera. La víctima, según se ha sabido ahora, acudió en la creencia de que le iban a pagar los 25.000 euros, aunque, al parecer, las intenciones eran otras.

De hecho, nada más llegar al piso fue reducido y maniatado por sus captores, que durante horas le torturaron para que revelase dónde guardaba el dinero y las drogas, ya que sabían que se dedicaba a la venta al por menor de cocaína, hachís y marihuana.

Una vez que obtuvieron esa información, según las pruebas recabadas ahora por los investigadores, se trasladaron con la víctima a su domicilio, en la avenida de Francia, donde prosiguieron los golpes y las torturas. Según la acusación que pesa sobre ellos, accedieron a un trastero donde guardaba dinero y drogas, y se llevaron una importante cantidad en metálico y varios kilos de hachís. La cocaína la consumieron hasta que, a altas horas de la madrugada y con Juan Pablo ya inconsciente, lo trasladaron con la cabeza cubierta con un pasamontañas en un coche hasta Bonrepòs. Allí uno de ellos le descerrajó un tiro en la cabeza y luego le prendieron fuego para borrar cualquier vestigio.