Sólo tres días y medio después del asesinato de Irina G., la mujer rusa de 38 años hallada muerta tras el incendio de su piso en la calle Marqués de Zenete de València el pasado domingo, el grupo de Homicidios de la Policía Nacional ha resuelto el caso con una celeridad encomiable con la detención del presunto autor del crimen: el compañero sentimental de la víctima, Stefan S., de 31 años.

El presunto autor de este nuevo asesinato machista, el cuarto que se produce este año en la Comunitat Valenciana y el segundo en la ciudad de València, no sólo ofreció una coartada falsa desde el principio a los investigadores, sino que además abandonó la vivienda en compañía del niño de 7 años de Irina tras prender fuego a su dormitorio y cerrar la puerta, a sabiendas de que en el piso había otra persona: Héctor L., un colombiano que llevaba alquilado en la casa apenas 12 días. Por esa razón, la Policía le imputa no sólo el homicidio de Irina, sino un segundo delito de homicidio en grado de tentativa, el de Héctor. Además, le acusa de un delito de incendio provocado.

Una respuesta anómala

Stefan se había convertido en el principal sospechoso, entre otras razones, por su respuesta en las primeras horas. La Policía Nacional tardó casi ocho horas en lograr que respondiese al teléfono. Cuando lo hizo, en la noche del domingo, aseguró que acudiría de inmediato a València. Sin embargo, no se presentó en la Jefatura Superior de Policía de València, sede del grupo de Homicidios, hasta la mañana del día siguiente, lunes, una actitud poco acorde con la de alguien a quien le comunican que su compañera sentimental no sólo ha fallecido, sino que ha sido encontrada calcinada en la cama que compartían.

A partir de ahí, los investigadores tuvieron que desmontar su coartada. Tras dar explicaciones distintas sobre su paradero, alegó que se había ido con el hijo de Irina en tren a comer a casa de su madre al municipio de Castelló donde reside esta última. Y explicó que Irina no fuese con ellos, pese a ser la madre del niño -es fruto de una relación anterior-, en que ella había quedado con una amiga en casa.

Sin embargo, a Héctor, que estaba encerrado en su habitación desde la una de la tarde para ver la televisión, le hizo salir del cuarto poco antes de las tres para decirle que, si escuchaba ruidos en la habitación de Irina, no debía hacer caso, ya que iba a celebrar una fiesta. Esa indicación podría haberle costado la vida a ese inquilino, que, de hecho, incluso se durmió, por lo que no se dio cuenta del incendio desatado poco después de las cuatro hasta que el denso humo empezó a salir por las ranuras de la puerta del dormitorio de la víctima y llegaron los primeros policías.

Desde el primer instante, la principal sospecha era que Irina había sido asesinada y que alguien había prendido fuego al cuarto para ocultar el crimen: había sangre en proyección en varios puntos y la virulencia del fuego, que arrasó el dormitorio en minutos, sólo podía explicarse con el uso de acelerantes. La autopsia acabó de confirmar la tesis policial: la mujer había muerto como consecuencia de los numerosos y brutales golpes en la cabeza con un objeto contundente. La saña dirigía las sospechas hacia la persona emocionalmente más cercana a ella, es decir, Stefan.

Tras reunir en un tiempo récord las pruebas que acreditaban que el sospechoso mentía, ya que había viajado a Castelló más tarde de lo que defendía, y revisar las cámaras más próximas al domicilio para poner al descubierto sus movimientos, los agentes del grupo de Homicidios ya no esperaron más, y ayer por la mañana fueron en su busca y lo detuvieron. De momento, Stefan, de origen búlgaro, permanece en los calabozos policiales y no pasará a disposición judicial, como pronto, hasta el sábado.