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«Albatros» de la Trasmediterránea

La memoria de un transporte por mar

Miles de valencianos no olvidan sus travesías a bordo de los buques de la «Tras» que realizaban las rutas entre Valencia, Palma e Ibiza

La memoria de un transporte por mar

­Son varios miles los valencianos que no han olvidado sus travesías a bordo de los buques de la Trasmediterránea: «Juan March», «Santa Cruz de Tenerife», «Ciudad de Compostela» o «Las Palmas de Gran Canaria». Los cuatro pertenecían a la clase «Albatros», habiendo realizado durante sus años de servicio las rutas Valencia-Palma-Eivissa y Barcelona-Palma-Eivissa, por lo que también tuvieron como pasajeros, especialmente en la época estival entre los años 1966 y 1984 hasta que los vendieron, a los numerosos turistas y estudiantes que se trasladaban a ambas islas desde Valencia.

En 1963, con el primer Plan de Desarrollo en marcha, el turismo iba cada año en aumento comenzando a tener una importante incidencia económica en España, especialmente en sus dos archipiélagos y en la zona costera mediterránea. En ese momento, la compañía Trasmediterránea abordó un importante plan de renovación de su flota, con la construcción de los cuatro buques transbordadores (ferris) clase Albatros, toda una modernidad en el transporte de pasajeros, vehículos y mercancías. En aquel momento la Tras mantenía un contrato con el Estado, obtenido mediante concurso vigente desde marzo de 1952, el cual sustituía al contrato firmado entre ambos del 8 de abril de 1931, seis días antes de proclamarse la II República, con una vigencia de 25 años.

Ambos acuerdos obligaban a la Tras al mantenimiento de los diferentes servicios, incluidos los de correo, en lo que se denominaban Comunicaciones Marítimas Rápidas y Regulares de Soberanía. De esta forma, quedaban aseguradas las líneas marítimas de la península con los archipiélagos de Balears y Canarias, así como con el protectorado de Marruecos, todavía en manos españolas, y las plazas de soberanía de Ceuta y Melilla.

El Consejo de Administración de la Compañía Trasmediterránea, que en aquel momento presidía Manuel de Soto, por el fallecimiento reciente de quien ostentaba el cargo, el almirante Salvador Moreno, decidió en 1963 convocar un concurso para la construcción de los cuatro buques transbordadores de la clase Albatros. Firmados los correspondientes contratos el 21 de abril de 1964, los buques que llevarían los nombres de «Juan March» y «Las Palmas de Gran Canaria» fueron adjudicados a la Unión Naval de Levante, en Valencia, mientras que los «Santa Cruz de Tenerife» y «Ciudad de Compostela» serían construidos en los astilleros que la Sociedad de Construcciones Navales tenía en Sestao (Bizkaia). Se cerró el acuerdo con un coste de 1.444 millones de pesetas por los cuatros barcos encargados, teniendo que abonar la compañía un 11 % de esa cantidad, mientras que un 9 % se descontaba como importe de la prima a la construcción naval, abonándose el 80 % restante mediante el crédito naval a veinte años, a un interés del 4 %.

Estas cuatro unidades a construir, con casco de acero, tendrían una eslora de 117,5 metros, por 19,20 de manga y 7,50 de puntal, con un registro bruto que según el buque oscilaban entre las 9.000 y las 6.889 toneladas, pudiendo alcanzar los 22 nudos de velocidad, todo un avance en este tipo de barcos. Además de las hélices de propulsión a popa, a esta serie de buques se les colocó a proa otra transversal, para facilitar la maniobra a la hora de atracar y desatracar en puerto. Por término medio tenían un consumo de unas cincuenta toneladas de carburante por singladura, en sus rutas de Balears con la Península. Fueron diseñados con una capacidad para 500 pasajeros en cabinas y 250 en butacas, configuración cambiante en las navegaciones entre la península y el archipiélago canario. Disponían de restaurante, un bar para la clase preferente y otro para la zona de butacas, cuyo salón tenía equipo de cine. También se les dotó de discoteca y una pequeña piscina, entre otros espacios de ocio.

A pesar de su buen diseño, estos cuatro transbordadores nacieron con ciertas carencias, esencialmente en lo que se refería a facilitar el acceso de vehículos a su bodega-garaje, con capacidad solo para cien turismos y furgonetas, careciendo de rampa en popa para el embarque motorizado. El acceso a la bodega-garaje de estas unidades se realizaba por cuatro compuertas, dos a cada banda del barco solo se abría las que daban al costado por el que atracaba junto al muelle designad. En aquel momento se pensó más en acondicionar estos nuevos barcos para el transporte de pasajeros, ya que el parque nacional automovilístico en aquella época aún era reducido, algo que no ocurre ahora, por lo que en los ferris actuales priman más en el trasporte pesado como la carga y los usuarios que viajan con vehículo.

Así, el diseño de los Albatros no permitía el embarque de vehículos muy pesados, como los hacen los transbordadores actuales. Tampoco se cuidaron algunas comodidades para el pasaje, como la ausencia de ascensores y la retirada de barreras para personas con minusvalías físicas. Sus líneas estaban más pensadas para navegar por el Mediterráneo, debido a que apenas se dan mareas en sus puertos, algo que sí ocurre en el Atlántico, con mareas bajas, por lo que en puerto no podían utilizar sus compuertas para el movimiento de vehículos y se tenían que colocar rampas adecuadas.

El nombre del conocido financiero mallorquín, Juan March Ordinas, principal accionista de la Trasmediterránea, como también de la Unión Naval de Levante, y de otros numerosos negocios, aunque nunca ocupaba sus presidencias ya que no tenía necesidad de hacerlo debido a que, por lo general, tenía el poder que le daba el reunir cómo mínimo el 51 % de las acciones de cada uno de sus sociedades, se puso al primero de los cuatro transbordadores de la clase «Albatros» botado y puesto en servicio. La madrina de su botadura, realizada en Valencia el 4 de diciembre de 1966, fue Carmen Delgado de March, esposa de Juan, hijo mayor del financiero mallorquín.

Después de las pruebas en la mar, el buque salió de Valencia, en su primera singladura oficial, con destino al puerto de Palma. Una vez atracado el «Juan March», se celebró a bordo del flamante transbordador, todo un avance en su momento, una recepción en honor de la familia March allí representada, durante la cual el presidente honorario de la Tras, Ernesto Anastasio, descubrió un busto de Juan March en uno de los salones del barco.

Durante los diecinueve años de su servicio activo, el ferri sufrió tres siniestros. El primero se produjo el 19 de septiembre de 1966, durante la maniobra de desatraque en el puerto de Valencia, por un fallo en su gobierno, lo que provocó que colisionara con el muelle. A cuatro millas del Cabo Espartel, en la travesía Canarias-Algeciras, durante 28 de noviembre de 1973, sufrió un avería en su cuadro eléctrico, quedando sin gobierno. El puerto de Eivissa fue testigo, el 16 de noviembre de 1974, de la colisión, al fallarle un sistema de hélice, con el pantalán de Campsa, resultando su proa dañada. Cuando navegaba de Algeciras a Canarias, en la noche del 30 de enero de 1977, auxilió al petrolero de bandera liberiana Exotic, hundido al incendiarse salvando a 29 de sus 33 tripulantes. Alejandro Sánchez, capitán del «Juan March», recibió la medalla de plata de Salvamento de Náufragos.

El «Santa Cruz de Tenerife» fue botado el 5 de febrero de 1966, efectuando las pruebas en el Golfo de Vizcaya. Al anochecer del 16 de agosto de ese mismo año llegó a Palma, destinado a cubrir la línea con Valencia, inicialmente, pues posteriormente realizó servicios entre la península y Canarias. Botado en Bilbao el 2 de julio de 1966, el «Ciudad de Compostela» fue entregado el 30 de junio de 1967 a la Tras, siendo su primer capitán, Blas Irazola. Su único incidente fue la colisión de proa que sufrió contra la escollera del Dique del Oeste, cuando iniciaba la maniobra de aproximación a la bocana del puerto palmesano, procedente de Eivissa, en la noche del 27 de diciembre de 1973.

El barco «Las Palmas de Gran Canaria» se botó el 29 de septiembre de 1966, en Valencia. Fue entregado a la Tras, siendo su primer capitán, Jacinto Devesa, el 24 de julio de 1967. Como los otros «Albatros», cubrió las líneas hasta 1976. A finales de 1984 se convirtió en buque de crucero entre Canarias, Agadir y el archipiélago de Madeira, pero esta iniciativa no cuajó, abandonando el archipiélago canario. Posteriormente cubrió la línea Balears-Sete, en una de sus primeras temporadas.

La puesta en servicio de los ferris de la serie Tiburón: «J.J. Sister»y «Manuel de Soto», entre 1975 y 1976, a los que se fueron sumando por los cinco buques de la clase Canguro, que como los dos anteriores reunían innovaciones importantes, como un amplio garaje de alta capacidad con entrada por popa, junto a mayores comodidades para el pasaje, por lo que los cuatro «Albatros» fueron puestos en venta, después de pasar tres de ellos situados en el Dique del Oeste de Palma, convirtiéndose en barcos de crucero y cambiando de nombre al ser adquiridos por otras compañías navieras.

De los cuatro ferris, el «Juan March» es el último superviviente, pues el pasado verano seguía navegando, con el nombre de «Ocean Majesty», en la flota de la naviera griega Chios Breeze Marine Co. El «Santa Cruz de Tenerife», reabautizado como «Sol Olimpia», se incendió cuando se estaba reparando, el 22 de abril de 1986, siendo su destino final el desguace. Con el nombre de de «Saray Star», y pabellón de Malta, el «Ciudad de Compostela» se hundió después de incendiarse el 10 de junio de 1994, siendo posteriormente reflotado y desguazado.

En cuanto al «Las Palmas de Gran Canaria», después de ser baja en la «Tras», se convirtió en el «Don Juan», adquirido en el 2004 por una compañía de Taiwán, convirtiéndose en el «Royal Pacific», ardiendo en su atraque del puerto de Kaohsiung,el 29 de junio del 2005. Después de ser puesto de nuevo a flote se desguazó.

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