Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Desastre de 1898

Los recuerdos de la guerra de Cuba del abuelo Toni

Un vecino de l´Alcúdia conserva la cartilla militar de su antepasado, un valenciano que luchó en más de 20 batallas por toda la isla, donde estuvo desde 1895 hasta 1898

Los recuerdos de la guerra de Cuba del abuelo Toni

­Fue un acontecimiento histórico que afectó tanto a la sociedad, que hasta los libros quedaron marcados. Una crisis moral, política y social y una decadencia de la que los escritores y ensayistas de la conocida como Generación del 98 dieron cuenta. «El Desastre» que supuso la pérdida de las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas -durante la Regencia de María Cristina en España-, pasó a la historia por suponer el fin de un imperio en el que, durante aquella época, nunca se ponía el sol, decían.

Antonio Martínez Chover, vecino de l´Alcúdia, conserva documentos militares de la época. Su abuelo Toni Martínez Esparza (Carlet, 1873-l´Alcúdia,1936) viajó a Cuba en 1895 como miembro del ejército que luchó por retener, sin éxito, las colonias de las que luego se benefició Estados Unidos. Antes, había pertenecido también al ejército expedicionario de África.

«Al morir mi padre, busqué y encontré papeles y otras cosas en cajas antiguas, junto a fotos de la época», explica Antonio M. Chover. Entre estos recuerdos estaba la cartilla militar de su abuelo, firmada por José Martínez Hinojosa, el comandante mayor del regimiento de infantería y reserva Xàtiva 81 de la época. En ella se relatan -de puño y letra- los pasos y las vivencias durante sus años de militar. En los documentos -que se han conservado gracias a lo «cuidadosos» que fueron sus descendientes- se detalla, por años, dónde y cuándo ingresa el valenciano en el ejército; en qué destinos, batallones y unidades estuvo; sus ascensos; y todas las batallas de Cuba.

Su nieto ha estado revisando los apuntes de los documentos militares que, a pesar de tener más de 100 años, «están en perfecto estado y se pueden manejar como cualquier papel de ahora». Se trata de un trabajo laborioso de investigación y documentación, ya que ha tenido que descifrar la letra manuscrita, así como entender los términos y la jerga militar de la época, relata. «¡Parecen jeroglíficos!», exclama para añadir que ha estado «por lo menos un mes transcribiendo». Confiesa que, movido por la curiosidad, también ha buscado las localizaciones de todas las batallas en un mapa de Cuba y los navieros en los que su abuelo había viajado.

«En familia no comentábamos demasiado que el abuelo participó en la guerra de Cuba, pero sí se sabía que el documento existía», explica el vecino de l´Alcúdia.

En 1893, con 20 años, Martínez Esparza ingresó en el Batallón de Cazadores de Figueres y a final de año embarcó desde Barcelona -donde inició el servicio militar ordinario- hacia Melilla, para pasar unos doce meses en Cádiz. En 1895 volvió a Cataluña y el 25 de agosto partió hacia Cuba a bordo del barco de vapor «Montevideo», en un viaje que duró 15 días ya que desembarcó en La Habana el 9 de septiembre. Desde las bases valencianas fueron enviados 18.000 soldados y, en total, todo el ejército español superaba los 100.000 desplazados. De Valencia zarparon 12 expediciones navales, más dos en Alicante, dos en Barcelona -desde donde salió Antonio M. E.- y otras dos en Cartagena.

En Cuba participó en más de una veintena de batallas que se dieron en varios municipios de la isla, hasta que el 10 de diciembre de 1898 la abandonó, fecha que coincide con el día en el que España y Estados Unidos firmaron el Tratado de París, que acababa con el derecho de España sobre sus colonias. No obstante, desde el 30 de julio de ese año ya estaba vigente la Real Orden de Repatriación.

El joven «estuvo en todas las batallas y sobrevivió a las enfermedades», destaca su nieto, lo cual no era nada habitual en la época. En 2010, la Asociación de Amigos del Museo Histórico Militar de Valencia cifraba en 700 los soldados valencianos que están enterrados en La Habana, y apuntaban que «no se sabe bien» cuántos volvieron. Más que las muertes en combate, las tropas españolas cayeron fulminadas por enfermedades tropicales a las que no pudieron hacer frente, como el paludismo y la fiebre amarilla. Asimismo, muchos de los superviviente enfermaron posteriormente, cuando ya habían vuelto a casa.

Los militares también achacaron la mala alimentación y la falta de calidad de los uniformes. A todo esto hay que sumar que en aquella época «era una aventura viajar y sobrevivir», explica su nieto.

Martínez Esparza fue ascendido en el ejército en varias ocasiones. Le nombraron cabo y sargento, y pasó del frente a ser escribiente. Además, trabajó en fortificaciones. Por todo ello recibió, a su vuelta, la Medalla de Cuba y allí le concedieron la Cruz de Plata del Mérito Militar Roja. A su vuelta se casó y tuvo dos hijas. Enviudó y se volvió a casar, ya mayor. De este matrimonio nació el padre de Antonio M. Chover, por eso ahora Levante-EMV puede hablar con su nieto. Sus descendientes viven en la actualidad en l´Alcúdia y Elx.

Compartir el artículo

stats