En el año 1975 predominaba en el mundo empresarial de España „incluido el del sector citrícola, el que más divisas aportaba por su vocación exportadora„ la obsesión por entrar en el llamado Mercado Común Europeo. En medio de incipientes pérdidas, campañas mediocres y aires de cambios políticos, una treintena de cooperativas citrícolas de Castelló y Valencia tomaron la decisión de reforzar la presencia de sus productos en el norte del Viejo Continente. Las organizaciones de la gran distribución y su efecto concentrador estaban empezando a ejercer una cierta influencia, y el sector de los agrios quería abordar los países del Este del continente, especialmente los del área de la extinta URSS.
Anecoop se constituyó hace cuarenta años con la premisa de que sólo podía vender sus productos en el exterior, para no hacer competencia a las cooperativas locales en el mercado español. Nació con vocación exportadora. «Y no le ha ido mal a la vista de los resultados tras cuatro décadas», sostiene el actual presidente del grupo empresarial valenciano, Alejandro Monzón, al repasar los orígenes fundacionales. «Sin duda, la unión hace la fuerza», puntualiza.
Hoy en día, el grupo empresarial aglutina 71 socios cooperativos con miles de agricultores asociados, exporta a 68 países, comercializa 715.063 toneladas y genera 546,6 millones de euros de cifra de negocio. Su red comercial para la distribución internacional de frutas y hortalizas en fresco dispone de ya de delegaciones y filiales en Francia, Reino Unido, Holanda, República Checa, Polonia y Rusia. Durante 2015, dos de las filiales del grupo han fundado dos nuevas mercantiles especializadas: Solagora SAS en Francia (Anecoop France) para productos ecológicos y Tropical Direct en Reino Unido (Fesa UK), para frutas tropicales.
El reto de la mayor integración
En medio del veto de Rusia a las importaciones de productos alimentarios de la Unión Europea, la principal empresa europea exportadora de frutas y hortalizas, según resalta su actual presidente, la compañía ha sido capaz de superar este duro contratiempo colocando productos en otros mercados hasta que se levante la prohibición. «En cualquier caso, Rusia no volverá a ser lo que era», reconoce el máximo responsable de Anecoop. Cultivos tan hegemónicos en Valencia como el caqui han tenido que buscar alternativas al cerrarse un mercado emergente hasta agosto de 2014, cuando se impuso del veto de Putin.
Otro reto que tiene por delante Anecoop, agrega Monzón, es «trabajar más, aunque también se requiere más tiempo para convertirse en Entidad Asociativa Pritoritaria, lo que requiere aumentar las aportaciones de los socios a Anecoop». Esta fórmula que impulsa el Gobierno central pasa necesariamente por constituir grupos de mayor dimensión económica y mejor organización que puedan competir en una Unión Europea controlada por los gigantes del sector de Francia, Alemania, Reino Unido y Holanda. De momento, sólo las firmas españolas Dcoop y Oviespain han conseguido convertirse en la citadas Entidades Asociativas Prioritarias. Alejandro Monzón apunta una idea más: «La agricultura tiene que ser capaz de cambiar y estar a la altura de las circunstancias. Anecoop quiere seguir apostando por la innovación, tanto en producto como en la gestión del negocio».
