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Entrevista

Domingo García-Marzá: "Sin ética no hay mercado, como ha demostrado la crisis"

Domingo García-Marzá dirige el departamento de Filosofía de la UJI.

Catedrático de Ética y director del Departamento de Filosofía y Sociología de la Universitat Jaume I, Domingo García-Marzá participó el pasado día 14 en el Seminario Permanente organizado por la Fundación Étnor para la ética en los negocios con la ponencia «La RSC en perspectiva ética».

En su conferencia usted se preguntaba: «Responsabilidad Social Corporativa, ¿manipulación o ética empresarial?»¿Cuál es su respuesta?

El concepto de responsabilidad social lo venimos utilizando de una forma reglada desde el libro verde de la Comisión Europea de hace más de quince años. Hoy día no se discute si la empresa es o no socialmente responsable. Se parte de que lo es. Lo importante es que el concepto de responsabilidad forma parte ya del lenguaje empresarial. Sin embargo, no es un concepto que haya servido para parar la crisis actual. Muchos hablan de una crisis de irresponsabilidad, porque ni las empresas ni las administraciones han sido capaces de responder como se esperaba de ellas. Eso ha hecho que hoy día haya voces que hablen de la RSC como un mero instrumento de imagen o, peor aún, de manipulación.

¿En qué sentido?

En el sentido de que solo se utiliza instrumentalmente, para ocultar acciones claramente injustas.

¿Cómo se ha traducido eso durante la crisis?

No hubiera habido crisis si las empresas y las administraciones hubieran asumido su papel. La ética empresarial es aquella en que la empresa ha asumido la responsabilidad social como parte de su carácter, de su forma de ser y de hacer. Ahí está la diferencia. Manipulación o ética, es decir, si tomas la RSC como un instrumento o la tomas en serio.

¿Se puede concluir que muchas empresas implantan políticas de responsabilidad social corporativa como una cuestión de imagen?

Mejor dicho, muchas empresas la han asumido solo como un instrumento de gestión. La utilizan como marketing, acción social, pero no como una forma de entender la empresa comprometida con la sociedad.

¿Cuál sería ese modelo?

Responsabilidad viene de responder y una empresa responsable es la que responde de lo que se espera de ella, es decir, que tiene un empleo digno, un producto de calidad, un compromiso con la sociedad en la que trabaja, un respeto y mejora del medio ambiente. Si responde como parte de su forma de ser es cuando hablamos de ética empresarial.

¿Es ético que las empresas contraten cada vez más a gente en precario?

Las respuestas, como siempre, hay que matizarlas. Una empresa que pueda responder de un salario digno, lógicamente no es moral que utilice un contexto de crisis para sacar provecho en perjuicio de sus trabajadores. En la Comunitat Valenciana, el 30 % de los salarios no llegan al SMI. Habrá que preguntarnos como sociedad qué está pasando.

¿Cómo deben responder las empresas?

Primero hay que tener en cuenta que la responsabilidad social siempre es compartida. En este caso, entre las empresas y la administración. Si el poder público hace una legislación que permite los abusos, no se puede echar la culpa solo a la empresa.

¿No hay una ética individual que obligue a los empresarios a no incurrir en esas prácticas a pesar de que se lo permita la legislación?

Claro que la hay, pero lo más importante es que la ética no es solo individual, sino también institucional y de la empresa como organización. Puede darse el caso de que el individuo fuera inmoral y la empresa no se lo permitiera. Y a la inversa. Ahora bien, si en el contexto en que está el empresario, este puede dar un empleo digno y no lo hace aunque lo permita la ley tendría que repasar su moralidad, al igual que un trabajador que se aproveche de determinadas circunstancias en su empresa. No hay malos ni buenos, pero quien más poder tiene, también tiene más responsabilidad.

Los servicios de competencia descubren cada año mayor número de cárteles, cuyo principal objetivo es engañar a los clientes. ¿La obtención de beneficios siempre gana a la ética?

Si hay cárteles, estos van incluso contra las reglas del mercado. El mercado no es neutro, tiene unas reglas de funcionamiento. Los cárteles van en contra de la libre competencia. Es una pregunta que demuestra que la ética no va por un lado y el mercado por otro, sino que van siempre entreverados. Sin ética no hay mercado, como ha demostrado la crisis.

¿Por qué?

Fíjese cómo nos ha ido por no regular, por ejemplo, determinados mercados financieros.

La corrupción generalizada durante los gobiernos del PP no habría sido posible sin la colaboración empresarial. ¿Cómo poder atajar esa dinámica para frenar al corruptor?

Gobierne quien gobierne, la corrupción es siempre una mala práctica que requiere al menos de dos: corruptor y corrupto. ¿Cómo pararlo? Desde la ética hay dos principios básicos para impedirlo. Por un lado, está la transparencia. En este caso, todas las contrataciones públicas deberían haber sido transparentes, cosa que no han sido, hasta el punto de que hoy en día no sabemos qué ha pasado con muchas de ellas. Pero la transparencia sin participación no es posible. ¿Qué significa? Pues que la sociedad civil, incluidas la empresas, debe implicarse en esa vigilancia y control. La transparencia es necesaria, pero es vertical, de la administración a la opinión pública, y lo que hay que hacer es introducir a la sociedad civil entre políticos y empresarios.

¿Qué problemas éticos plantean avances económicos como la biotecnología?

Es otro tema, pero que nos lleva al mismo sitio. Los avances científicos siempre tienen que ser bienvenidos, pero sus aplicaciones tecnológicas no pueden realizarse nunca sin contar con los afectados. Eso significa de nuevo la idea de participación de la sociedad civil. Las leyes tienen que permitir la participación. Los ciudadanos somos responsables de implicarnos. Esta es la idea de la responsabilidad compartida.

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