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Presidente de Divina Pastora Seguros

Armando Nieto: "No quiero políticos en mi entorno"

Armando Nieto, en la terraza del edificio frente a la plaza de Toros que ocupa Divina Pastora eduardo ripoll

Fundada en Rafelbuñol en 1957 como una entidad de previsión social, Divina Pastora es hoy día la mayor aseguradora valenciana, gracias, entre otras estrategias, a las absorciones que ha protagonizado en los últimos años. Desde su sede en el centro de Valencia, con vistas a la plaza de Toros, su presidente, Armando Nieto, valora la situación de la compañía y de la actualidad político-económica.

¿Cómo cerró 2015 Divina Pastora?

Esta compañía ha tenido beneficios desde que se fundó. Este año hemos cerrado en torno a los siete millones de ganancia, muy parecida a los anteriores y esperamos que también al presente. Además, hay un intangible a añadir este año y es la notoriedad que ha logrado la compañía con el cambio de marca y de cómo queremos que nos vean. Y hemos acertado. Nunca he creído que las empresas tengan una personalidad. La tienen las personas y las que estamos aquí somos gente normal y corriente que trabaja mucho y de forma honesta.

¿Han aumentado plantilla?

La plantilla está estabilizada. Hemos conseguido dar más servicio con un nivel de personal bastante estático en torno a las 550 personas, aunque buena parte de ellas son vendedores. En la legislación española los vendedores deben tener un contrato mercantil. Con estas personas, para darles seguridad, porque el vendedor que está en la calle tiene una vida complicada y bastante dura, hemos hecho algo que no ha hecho nadie en el sector: a aquellos que venden bien y trabajan para la compañía les hacemos un contrato laboral. Somos unos 250 en la parte administrativa y el resto, agentes comerciales con contrato laboral, con un sueldo base y los extras que obtienen con comisiones. Aquí nos ponemos en la piel del otro y por eso el equipo directivo está obligado cada año a salir a la calle a vender con los agentes. Hacemos de comerciantes, pero vamos ocultos. A mi me presentaron como una persona en prácticas. Se trata de que la gente de arriba entienda qué es estar abajo.

¿Se plantea en el futuro alguna operación corporativa?

Claro que nos la planteamos. Somos la compañía que en los últimos cinco años ha realizado más absorciones a nivel español. Hemos absorbido seis de las veinte y algo que se han movido en el sector, en Cataluña, Valencia y Madrid. De cara al futuro se nos abre una buena oportunidad con la entrada en vigor de una nueva norma europea sobre solvencia que es bastante exigente en muchos aspectos. En los requerimientos de capital, que van en la misma línea de la banca. Hay muchas compañías de tamaño medio o bajo que no tienen esa capacidad de aportar el capital que exige la legislación. En cuanto a la disciplina de gestión como el control de riesgos, ahí muchas compañías, por falta de recursos, tampoco tienen esa capacidad. Ahora se va a empezar a mover el tema, tras un año y pico de parón porque las compañías estaban expectantes. Creo que es el momento en que muchas compañías van a ver que no llegan y tendrán dificultades para cumplir los requisitos. Y nosotros cumplimos perfectamente y es una oportunidad para las firmas saneadas como la nuestra.

¿El crecimiento de Divina Pastora se plantea por la vía de absorciones en el sector?

Por supuesto. Hoy mismo [por el martes] le he pasado a un analista un balance de una compañía pequeña que nos han dicho que estarían interesados en venderla.

¿Qué posición ocupa Divina Pastora en el ránking nacional?

En seguros somos la compañía número 31 en volumen de facturación, unos 220 millones al año. El problema del mercado asegurador es como el del automóvil. No tiene nada que ver la Fórmula 1 con un utilitario o una motocicleta. No puedes comparar una reaseguradora o una firma de grandes riesgos con otras que trabajan los ramos familiares, porque las escalas económicas son distintas. Tampoco puedes compararte con compañías que trabajan la rama de capitalización y detrás de las cuales hay un banco. Nosotros solo trabajamos el ramo familiar, las personas.

¿Cómo va el sector? ¿Cuáles son los segmentos que están notando la recuperación?

En términos de estabilidad, el sector seguros en España es bueno. Se hacen las cosas bien. Tenemos un buen organismo supervisor. Las aseguradoras no suelen tener buena fama, pero es un negocio complicado. Hay que vigilar mucho. Pero es un sector saneado. No creo que vaya a dar ningún susto como pasó con la banca. Hay dos segmentos donde se ha movido mucho la facturación en los últimos tiempos. Uno es el de capitalización, que se ha venido abajo, por los tipos de interés, casi a cero. Es difícil ir a pedir a una familia que invierta su ahorro, porque no eres capaz de capitalizarlo si no tomas demasiados riesgos y los riesgos no están hoy día para tomarlos. El otro, que sigue creciendo, es el sanitario. Tenemos una de las mejores Seguridad Social del mundo, pero los servicios se saturan por la elevada demanda y el sector privado, de mano de las aseguradores, ha seguido creciendo.

Algunas aseguradoras están rentando productos similares a los depósitos a intereses mayores que la banca, ¿es sostenible? ¿Hay peligro para el sector?

Habría que ver cómo lo han instrumentalizado. En algunos casos que conozco esos depósitos vienen porque tienen unas condiciones en la póliza que hay que respetar. Así que la aseguradora hace un ejercicio de responsabilidad porque tiene que cumplir. Y porque muchas veces son operaciones macheadas, que tienen un activo que se compró hace quince o veinte años y lo que paga la aseguradora viene del rendimiento inicial, que sigue siendo bueno. Eso es sostenible si está bien hecho. Si haces una operación de este estilo con compra de activos en el mercado actual, tal como está, puede que haya ciertos riesgos, que en la póliza figure alguna cláusula donde se deriva el riesgo al asegurado o que el riesgo lo asuma la aseguradora y entonces puede que sea peligrosillo.

¿Por qué las compañías de seguros españolas, a diferencia de lo que sucedió en Estados Unidos al inicio de la crisis y de lo que le ha pasado a tantas entidades financieras, no se han visto seriamente perjudicadas por la crisis? ¿Actuaron de forma más prudente durante la bonanza?

Han influido bastantes cuestiones. La tradición española no ha tenido tanta sed de capital y de dinero como en Estados Unidos, donde las aseguradoras se metieron en operaciones inmobiliarias inmensas. Nosotros nos hemos dedicado a nuestro negocio y hemos tenido la visión de que tenemos un asegurado que es nuestro cliente, mientras que otras compañías, afortunadamente fuera de España, veían al cliente como un instrumento para ganar dinero y especulaban con su inversión. Eso ha hecho que culturalmente las aseguradoras españolas hayamos invertido fundamentalmente en renta del Estado, que es segura. Cuando han venido los grandes problemas, una gran cantidad del dinero de las aseguradoras estaba en deuda soberana. Así que hemos tenido crisis —por la bajada en el número de pólizas, los de autos han visto cómo el todo riesgo se ha convertido en daños a terceros solo y cosas por ese estilo—, pero a nivel financiero no ha habido grandes problemas.

Un informe detectaba recientemente la predisposición de los ciudadanos a engañar a su compañía de seguros. ¿Tienen controlado cuántos euros de cada cien pierden con estas prácticas?

El sector no lo sé. A esta casa seguro que hay gente que engaña, pero creo que poca, porque hemos invertido mucho en el control. Desgraciadamente, todas las semanas me pasan informes de auditoría con casos de esos, pero, teniendo en cuenta que tenemos 450.000 asegurados, que todas las semanas me pasen un caso... Al final hablamos de 40 ó 50 casos al año. Con esa estadística no podemos decir que la gente tenga tendencia a engañarnos. Sí que los hay, los tenemos, algunos los llevamos al juzgado y los condenan. Con nuestros sistemas, prácticamente los cazamos todos.

Entonces, ¿hay que concluir que la gente, el cliente, es esencialmente honrada?

Es injusto que por cincuenta personas al año sobre una base de medio millón se diga que todo el mundo tiene tendencia a engañar.

Si la sociedad es así, ¿cómo se explica la tolerancia hacia la corrupción política que se demuestra elecciones tras elecciones?

La gente es honrada y buena en general, lo que pasa es que el negocio de los malos es hacer la maldad y buscan el camino para lograrlo. Es normal en un sitio donde no hay cierta protección. Creo que eso es lo que le falta al Estado, es decir, mecanismos de control de verdad y no lo que dicen que hay en forma de comisiones de investigación, que no sirven para nada porque son a posteriori y estas cosas hay que hacerlas a priori. Pero esta gente es normal que esté ahí, porque el que nace con esa predisposición ya busca estar ahí. Usted y yo nos dedicamos a trabajar de lo nuestro y a intentar hacerlo lo mejor posible, y nos equivocamos seguro, pero de buena fe. ¿Estas personas dónde quieren estar? ¿Qué es lo que quieren hacer? Buscan el camino para llegar a esos sitios. No creo que estas cosas que están pasando sean el reflejo general de los partidos, pero sí es cierto que el negocio de esas personas es corromper, buscan los sitios más débiles y donde hay más negocio.

¿Perciben un perjuicio en su imagen por todos los casos de corrupción por el hecho de ser una empresa valenciana?

Nosotros, no. El perjuicio que he sentido es más personal. Han estado tanto tiempo que necesariamente acabas teniendo contacto, porque hay cuestiones que tienen que pasar por el ayuntamiento, sobre todo en el ámbito del patrocinio deportivo [la 10K de Valencia] para negociar con ellos las calles, los calendarios... A mi me ha molestado mucho lo que está pasando. Me molesta tener a gente que no son como pensaba. Nunca he querido tener contacto con la clase política. Como empresa, nunca. En nuestros eventos no los invitamos jamás. No quiero políticos en mi entorno. Los políticos deben dedicarse a gestionar los bienes públicos, que buena falta nos hace, y yo me dedico a gestionar los seguros de la gente que ha confiado en esta compañía. No quiero mezclar. Hay un dicho que dice que hay que tener amigos hasta en el infierno, pero yo me niego. No quiero los amigos del infierno.

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