Entre que una fruta, verdura u hortaliza abandona el árbol y llega a las manos o la boca de quien va a terminar definitivamente con ella media un tiempo en muchas ocasiones más largo de lo que uno puede pensar. Especialmente, cuando el producto es de importación y procede de zonas lejanas. El transporte puede durar semanas y los vegetales, en el transcurso del mismo, pueden perder peso, ablandarse o pudrirse. Ahí es donde entra en acción la empresa valenciana Citrosol, especializada en el tratamiento postcosecha, es decir, en alargar la vida de frutas y hortalizas para que lleguen a destino en buenas condiciones para ser consumidas. Incluso a un lugar tan remoto, para una naranja valenciana, como Australia.
Citrosol nació a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado como una start-up, aunque ese concepto era totalmente desconocido por estos lares en aquel entonces. Pero fue así como dos químicos valencianos, Benito Orihuel y Juan Moragues, padre de quien luego sería presidente de la Confederación Hidrográfica el Xúquer, Juan José Moragues, vieron que había un nicho de negocio en buscar protectores para la vida de los vegetales, sobre todo si tenemos en cuenta que en aquellos años del fin de la autarquía franquista la exportación de cítricos era el gran maná de la autonomía. Así que se asociaron con Electroquímica del Serpis e iniciaron su actividad. Sin embargo, no sería hasta 1985 cuando la compañía se independiza y se constituye con su denominación actual bajo el control de cinco familias, las dos citadas y tres procedentes de Electroquímica.
Citrosol desarrolla productos que, como ha quedado dicho, alargan la vida de frutas y verduras, como recubrimientos de cera, fungicidas, inhibidores de la acción del etileno o aditivos alimentarios. Más del 90 % se aplican en los cítricos y el resto, en otras variedades vegetales, según explicó a este diario su actual director general, Benito Orihuel, hijo de uno de los fundadores. Con estos mimbres, la empresa alcanzó el año pasado una facturación de 18 millones de euros, con un incremento del 8 %. Venía de un 2014 en que la subida fue del 30 %. Con una plantilla total de 76 personas „un tercio más de las que tenía en 2008, cuando se inició la crisis„, el 35 % del valor de las ventas y el 50 % de la producción se destina al exterior.
Internacionalización
Ampliar su presencia en otros países es una de las principales estrategias de futuro de una compañía que fundamenta la mayor parte de su quehacer en la I+D+i, tanto propia como en colaboración con universidades y el Centro Superior de Investigaciones Científicas. Las ventas al extranjero de Citrosol se concentran ahora en los países de la cuenca del Mediterráneo, Perú, Australia y Sudáfrica, pero sus ojos los tiene puestos en Asia, especialmente la India, donde tiene la expectativa de crecer en ventas gracias a un acuerdo con un distribuidor local.
En el mercado nacional, los clientes de Citrosol son exportadores de cítricos y cooperativas, fundamentalmente de la franja litoral comprendida entre Girona y Huelva, que es la zona de España donde se desarrolla el grueso de la producción hortofrutícola.
La firma invierte 3,7 millones en ampliar en 6.500 m2 sus instalaciones
Citrosol va a invertir 3,7 millones de euros en la ampliación de sus instalaciones de Potríes, de tal forma que su superficie construida aumentará en 6.500 metros cuadrados. De ellos, 1.100 irán destinados a laboratorios, cuyo espacio se va a duplicar, según el director general, Benito Orihuel, quien precisó que el nuevo proyecto contempla también la puesta en marcha de una planta piloto, con 600 metros de superficie, para que la empresa pueda aplicar en la práctica, aunque sea a pequeña escala, las investigaciones que realiza. Ahora, «teníamos que pedir permiso a clientes para realizar las pruebas». La firma valenciana fabrica cerca del 70 % de los productos que vende.
