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Port de Sagunt, el fruto de dos emprendedores

Las raíces del Port de Sagunt se hunden en un ambicioso proyecto empresarial impulsado en el año 1900 por dos emprendedores vascos que amasaron grandes fortunas y fueron un referente a nivel nacional: El inquieto Ramón de la Sota, que incluso luego fue reconocido por el Reino Unido como «sir», y su primo Eduardo Aznar, un hombre que llegó a ser marqués de Bérriz y falleció en 1902, pasando el testigo de sus negocios a sus hijos Eduardo y, sobre todo, Luis María, pues el primogénito murió apenas seis años después.

Los negocios de Sota y los Aznar no sólo dieron lugar a todo un gigantesco casco urbano en la costa saguntina, donde ahora viven unos 40.000 habitantes y cuya historia está marcada por ser una auténtica «ciudad-factoría», ligada a la exportación de mineral por mar y por la siderurgia. Del emporio que crearon estos dos emprendedores a nivel nacional aún hay importantes corporaciones que sobreviven, tras superar complejos procesos de transformación.

La fábrica heredera de la original siderurgia todavía opera en la localidad y, aunque ahora lo hace dentro de la multinacional anglo-india ArcelorMittal, da empleo a unas 800 personas.

Sus huellas también son visibles en el mundo marítimo. Y no sólo porque el actual puerto comercial saguntino tenga su primera dársena en el mismo lugar elegido por ellos hace más de cien años para su «embarcadero». Además de esto, dieron lugar al potente grupo Ibaizabal que aún opera hoy en día en Bilbao a los más diversos niveles con la gestión naviera de su propia flota de buques, así como de terceros.

Precisamente esta última corporación sigue en manos de familiares de aquellos visionarios. Concretamente, de los herederos de los Aznar ya que la saga de Sota quedó apartada del control de todas las empresas del grupo tras el fallecimiento de Luis Mª y, además, la represión franquista les incautó numerosos bienes e incluso les impuso una multa de 100 millones de pesetas. «Fue una persecución política», tal y como asegura el profesor de Economía Eugenio Torres en su biografía sobre Ramón de la Sota, donde no faltan detalles de su papel como impulsor del Partido Nacionalista Vasco, su nombramiento como marqués de Llano y sus múltiples negocios de minería, ferrocarril, armador, siderúrgico, el mundo de la banca, el urbanismo, el comercio, la electricidad, el vidrio y los seguros.

Con experiencia previa en la minería y el mundo naviero, la llegada a Sagunt de Sota y Aznar vino ligada a un proyecto en tierras turolenses: Explotar unas minas en Ojos Negros, trasladar el material por tren el material hasta la costa saguntina y desde allí exportarlo por mar. Era todo un proceso que controlaban de principio a fin a través de la Compañía Minera de Sierra Menera (CMSM). Aunque entonces a algunos les sonó una locura, crearon una línea de ferrocarril propia paralela a la ya existente. Además, impulsaron un «embarcadero» y tenían su particular naviera con la que trasladar el material a otros países como Reino Unido y Alemania, entre otrasempresas.

Con todas estas iniciativas, la mano de obra que necesitaban fue cada vez mayor y el número de trabajadores que llegaban para asentarse allí fue en aumento. Con el tiempo, se decidió procesar el mineral antes de embarcarlo y, en 1917, junto a Luis Mª Aznar, constituyó la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo. Esto dio lugar a una tradición siderúrgica que ha llegado hasta hoy mientras el núcleo de población iba creciendo en habitantes, viviendas y servicios impulsados por la compañía:Desde un colegio a un economato para suministrar a los trabajadores, el recinto de la Gerencia donde residían los ingenieros, el barrio obrero, el antiguo sanatorio, la iglesia de Begoña, entre otros. Todo un legado, en su mayoría, aún en pie junto a su auténtico emblema: El Horno Alto nº 2 cuya restauración logró el premio Europa Nostra.

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