Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión | Tribuna

Responsabilidad empresarial

Un empresario es aquella persona que decide arriesgar su capital, de forma voluntaria, para emprender un negocio del que espera obtener, a cambio, una rentabilidad sobre la inversión realizada y tiempo destinado

Un empresario es aquella persona que decide arriesgar su capital, de forma voluntaria, para emprender un negocio del que espera obtener, a cambio, una rentabilidad sobre la inversión realizada y tiempo destinado. Si además genera riqueza y empleo en su entorno y opera de manera eficiente cumpliendo las reglas del juego, su contribución al Estado del bienestar se torna imprescindible.

Pero ser empresario no es fácil. Y mucho menos en un momento en el que se nos están pidiendo más responsabilidades de las que nos corresponden. Es decir, además de sostener con nuestros impuestos las finanzas públicas y ser el motor de la economía y desarrollo de este país, nos están reclamando una «hiperresponsabilidad» sobre nuestra actividad muy alejada de la que el propio Estado se autoexige.

Me refiero a la promulgación de normas que afectan directamente a las empresas, con independencia de su tamaño, y que trascienden incluso el ámbito mercantil. Entre ellas, los cambios en el Código Penal, la reforma de la Ley de Sociedades de Capital, la Ley de Auditoría, la Ley de Protección de Datos o la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Unas y otras buscan dotar al mundo empresarial de mayor seguridad jurídica, laboral y mejorar el buen gobierno.

Preocupación

Son normativas a las que damos la bienvenida porque persiguen evitar enriquecimientos desmedidos y comportamientos indebidos. Lo que me preocupa es que engrosan la larga lista de responsabilidades y obligaciones jurídicas, laborales y fiscales impuestas por las distintas Administraciones Públicas que tenemos que cumplir las empresas. Una excesiva carga legislativa que asumimos, no sin resignación, pero en la que también echamos en falta otro tipo de leyes que oxigenen nuestra actividad y, por ende, den luz a la recuperación económica.

Así, aún están pendientes de resolución problemas de gran trascendencia como las trabas administrativas para la creación y el desarrollo de las empresas; los costes laborales; el absentismo; los calendarios laborales más racionales; los costes energéticos; la formación; o el impulso de un tejido industrial de calidad a semejanza de los países más avanzados del mundo.

Son barreras que van en contra de la competitividad y que hacen, en ocasiones, replantearnos nuestra aventura empresarial. No debemos olvidar que si algo queremos los empresarios es cumplir nuestro rol y crear valor compartido para lograr resolver los problemas globales que nos aquejan.

Tomar conciencia

Por eso, y desde nuestra responsabilidad como empresarios „la que nos exigimos y la que nos imponen„ sólo pedimos una cosa: que no sea unidireccional. Todos somos responsables de todo. Ciudadanos, empresas, políticos, gobierno, organizaciones empresariales y sindicales debemos tomar conciencia de que si las cosas van bien todos somos responsables, y si van mal también.

La sugerencia entonces es la siguiente: empecemos a hablar de corresponsabilidad. Es decir, seamos responsables de una manera sana y equilibrada, sin caer en la severa e injusta imposición. Porque si no, ¿alguien me puede explicar cómo pueden las micropymes, que son la mayoría en España, estar al día de todas sus obligaciones y mantener su empresa?.

Compartir el artículo

stats