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Cotoblau, la empresa que llena medio mundo de fundas de colchón

Si el Consell bipartito de Ximo Puig está buscando un modelo para la reindustrialización de la Comunitat Valenciana no tendrá que irse a Alemania o China para que se lo expliquen. En Ontinyent, a 84 kilómetros de Valencia, la firma Cotoblau está escribiendo el relato de cómo competir con el gigante asiático a la hora de producir en casa. Y en una industria tan competitiva y tan denostada en esta tierra como el textil. Innovación y logística, un maridaje que es la clave del éxito de esta firma de la Vall d'Albaida nacida en 2002 y que emplea a 130 personas.

Y de casta le viene al galgo. El bisabuelo de Càndid Penalba, propietario y alma mater de la empresa, montó una de las primeras industrias textiles de la zona en 1901, cuando la revolución industrial arraigaba en su comarca, una de las pocas valencianas que llegaron a subirse a este carro. La novedad es que a Penalba se le ocurrió imitar a su antepasado en 2002, cuando el textil valenciano estaba siendo desmantelado por los envites de la deslocalización hacia los países emergentes. Una locura, pensarían muchos de los que en esos días invertían sus ahorros en el negocio seguro del ladrillo que en pocas semanas hacía rico a los más atrevidos.

En su aventura, Penalba no voló solo. Tras varias conversaciones con la multinacional Ikea se convirtió en su proveedor exclusivo de fundas para colchones. «Gracias a una máquina de última tecnología que compré en Japón», relata el empresario. Y desde ese momento su industria no ha parado de crecer, llegando a fabricar hasta cinco millones de unidades al año de este producto que la firma sueca distribuye por sus tiendas de todo el mundo.

Pese al éxito inicial, este empresario de Albaida no quiso mantener un único proveedor y empezó a explorar otros productos, además de los que le encargaban desde Ikea. Según explica, en estos momentos el 50 % de su producción va destinada a otros clientes, un logro por si algún día falla la multinacional del mueble, bien conocida en los hogares de la C. Valenciana.

Este empresario de la Vall d'Albaida reconoce que trabajar con los suecos les ha permitido poner el listón de la innovación muy alto. Tiene un equipo de cuatro personas probando a diario nuevos productos. «Los responsables de Ikea hacen visitas a nuestra fábrica cada dos o tres meses. Te exigen ser una empresa sostenible, que consuma poca energía y que reutilice los materiales. Están muy sensibilizados y eso nos ha ayudado a mej0rar», relata Penalba. Y es que en este campo las empresas valencianas sí que pueden superar a las chinas, que decidieron hace años basarse sólo en estándares de bajo coste.

Otro de los puntos no menores del éxito de Cotoblau, y evidentemente de Ikea, es la logística. «Nuestro servicio es mucho más rápido que en China», explica, aunque recuerda que la C. Valenciana tiene un handicap que debe superar, el corredor mediterráneo. En estos momentos surte a toda Europa de fundas de colchón a través de los camiones que parten de sus naves en Ontinyent. «El tren por el corredor litoral nos permitiría ahorrar muchos costes y ganar tiempo», afirma. En la etapa de la tecnología, la capacidad de la empresa para ser el primero en poner el producto en la mesa del consumidor, en este caso en las tiendas de Ikea, es la clave del éxito. Innovación, logística y sostenibilidad.

La presencia de Cotoblau, además, permite que otras industrias prosperen, ya que la mayoría de maquinaria la adquiere en la comarca. También hace sus pinitos en el mecenazgo y tiene un pasado político en un partido progresista y valencianista (Compromís), algo extraño en el mundo empresarial. Ahora todavía colabora en el colectivo de Albaida, aunque está fuera de la primera línea. Su nuevo objetivo es devolver el prestigio al textil potenciando los estudios de esta rama industrial y proponiendo a las universidades que innoven en el sector. Un modelo para la reindustrialización.

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