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Opinión | Nuevos tiempos

Economía colaborativa

Históricamente, la cooperación y el conflicto han sido los dos grandes escenarios en los que se han movido las relaciones humanas, siendo imprescindible el primero para la supervivencia de la especie

Históricamente, la cooperación y el conflicto han sido los dos grandes escenarios en los que se han movido las relaciones humanas, siendo imprescindible el primero para la supervivencia de la especie. En los procesos de cooperación generalmente se emplean métodos colaborativos y asociativos para la consecución de objetivos comunes, que pueden ser específicos „reparto equitativo del agua„ o generales „asegurar el bienestar a largo plazo de la comunidad„.

El avance tecnológico ha incrementado exponencialmente la velocidad y alcance de los intercambios colaborativos de conocimiento e información, revolucionando sectores como la educación, las relaciones interpersonales o el turismo, afectando finalmente a la estructura integral de producción de bienes y prestación de servicios bajo el concepto de compartir en vez de poseer.

Según el MIT, la economía colaborativa tiene un potencial de 100.000 millones de euros. Hoy ronda los 26.000 millones. Su forma más general consiste en el intercambio de activos infrautilizados (o en desuso) entre dos o más sujetos, a través de plataformas tecnológicas de gestión, cubriendo una necesidad real o potencial. Estos bienes pueden ser intangibles (archivos, opiniones) o tangibles (vehículos, viviendas), para usos temporales o permanentes. Las transacciones se basan en la confianza interpersonal, y se promociona como modo de consumo respetuoso con el medio ambiente y facilitador de la participación de las personas en la actividad económica, en un momento de caída de la demanda como consecuencia de la crisis.

Las relaciones de confianza se asientan en sistemas de evaluación entre usuarios. A mayor número de usuarios de la plataforma digital, más valor tendrá la misma y ofrecerá mayores posibilidades de elección, relación y desarrollo. El consumo colaborativo supone un cambio cultural y económico desde un consumismo individualizado hacia nuevos modelos potenciados por los medios sociales y las plataformas de tipo peer-to-peer (red-entre-iguales), impensables hace unos años.

Al margen de la polémica sobre el estatus legal y la seguridad que ofrecen estas transacciones, señaladas por algunos como fuentes de intrusismo, desconfianza y evasión fiscal, muchos expertos consideran que la economía colaborativa es la economía del futuro, pues plantea un modelo de consumo que maximiza el rendimiento de los recursos, lo cual es coherente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por la ONU.

Sus planteamientos se están extendiendo rápidamente (Uber, Blablacar, Airbnb?) y surgen negocios emergentes en los que personas o grupos muy reducidos con conocimientos o recursos especializados se ofrecen a otros ciudadanos. Desde cuidar perros en casa (DogVacay) hasta alquilar el vehículo propio (RelayRides). La red está llena de ejemplos que revelan el calado del cambio, como apunta Thomas Friedman (The New York Times): esta era de la economía compartida «crea nuevas formas de emprender y también un nuevo concepto de la propiedad».

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