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Adela Cortina: «Para ser un buen empresario hay que tener cultura»

Adela Cortina, en la sede de la Fundación Étnor. daniel tortajada

Adela Cortina ha conocido recientemente que La Comercial de la Universidad de Deusto la nombrará doctora honoris causa. Será la primera mujer que recibe este reconocimiento de la prestigiosa escuela de negocios vasca. Una filósofa y profesora de la Universitat de València, codeándose con empresarios y banqueros. Y todo para que la ética se convierta en un elemento central de la economía y sus protagonistas. Hace veinticinco años, Cortina y el exdirector general de Bancaja, Emili Tortosa, decidieron poner en marcha la Fundación Étnor, una institución que se ha convertido en un faro al que ningún gran industrial quiere dejar de seguir. Ahora quieren lanzar un gran pacto por la ética que aúne economía, política y organizaciones sociales.

Veinticinco años trabajando en la ética empresarial ¿Han cambiado los empresarios en este parámetro o vamos a peor?

Más que cambiar, sí que se habla mucho más de la ética de la empresa y de la ética económica de lo que se hablaba hace 25 años. En aquel tiempo, la gente se extrañaba porque consideraban que ética y empresa es como el aceite y el agua. La empresa debe tener ética porque es una actividad humana. Es llamativo cómo ha crecido el debate sobre finanzas éticas, responsabilidad social corporativa, buen gobierno... Hay gran cantidad de términos éticos en el discurso.

¿Esos términos que se han incorporado a los discursos es porque el empresario se lo cree o porque mejora la imagen?

A mí me preguntan muchas veces si esto es ética o es cosmética. Creo que las dos cosas van mezcladas. Eso no es malo, eso quiere decir que la buena imagen vende. Si lo que vendiera fuera lo contrario sería desastroso. Si alguien corrupto y que maltrata a los trabajadores tuviera éxito tendríamos un problema. Las empresas éticas ahora venden y es una buena noticia.

¿Haga balance de los 25 años de la Fundación Étnor?¿Se implican más los empresarios?

En aquel momento la ética de la empresa estaba muy boyante en EE UU y se estaba introduciendo en Europa pero no en España. Hemos tenido la historia de nuestro tiempo. Al principio hubo que convencer a la gente de que la ética es rentable para la empresa. Luego hubo una segunda fase en que se puso en crisis el Estado de Bienestar y nuestra fundación acompañó a esa crisis intentando decir que hay que conservar el Estado de Bienestar y rehacerlo. Y luego llegó la época de la globalización, las empresas pueden ser éticas en la globalización. Después vino la crisis y mucha gente ha reconocido que esta crisis se produjo por la falta de ética en los negocios. Cuando se olvidan los valores, las cosas son peores para la empresa y para la gente.

¿Esa ética hubiera evitado desastres en la gestión como los de Bancaja o la CAM?

Es la primera vez en la historia que hasta los economistas han tenido que reconocer que no ha sido una crisis cíclica, sino que han fallado los valores éticos. Las preferentes, la venta de productos financieros, engaños, prevaricaciones...

¿Los negocios de alta rentabilidad suelen ser contrarios a la ética?

El gran problema es que la economía se ha financiarizado. El departamento financiero es lo más importante en las empresas y eso va en detrimento de la economía productiva. La economía real. La parte financiera se ha desbordado frente a la productiva. Estamos viendo ahora todos los casos de paraísos fiscales y eso nos tiene a todos muy preocupados.

¿Se puede ser una empresa ética y tener dinero en paraísos fiscales?

No. Una empresa ética es, para empezar, una empresa que cumple la legalidad. La legalidad es el mínimo indispensable. No se puede ser una empresa ética y estar en paraísos fiscales.

¿En la globalización, como se adapta la ética a hacer negocios con diferentes países y culturas?

Creo que la oferta que hizo Kofi Annan con su pacto mundial para las empresas en 1999 en Davos es fundamental. Es una oferta de que las compañías asuman diez principios relacionados con derechos humanos, con derechos laborales y medioambientales. Un compromiso de las empresas para garantizar estos derechos. El exsecretario general de la ONU quería dejar fuera la ideología, pero marcaba unos mínimos comunes. La persona puede ser indú o confuciana, pero todos coincidimos en que el engaño o la mentira no son buenas prácticas.

¿La Responsabilidad Social Corporativa se puede aplicar a las Pymes y los autónomos?

Por supuesto, creo que existe la confusión que la RSC es para las grandes empresas. Es para todas y en España el 95 % de las empresas son Pymes. Lo que ocurre es que en cada uno de los casos hay que adaptarse.

Los emprendedores jóvenes que pegan un pelotazo con veinte años, ¿qué le diría para que apliquen la ética con una formación tan incipiente para que no caigan en las malas prácticas?

Pues le diría que para ser un buen empresario hay que tener cultura. Cultura no quiere decir leer muchos libros, que tampoco está demás leer muchos libros, pero es preciso tener buena formación. La UE ha presentado un estudio que demuestra que en España estamos en muy mala situación en cuanto a nivel de formación. Esos chicos jóvenes deben saber que deben formarse.

Pero no solo formación técnica...

Una formación humanista, también de la otra, claro. Tendrán mucha mejor preparación y sabrán moverse en el mundo. Que no crean que por tener éxito en el corto plazo está todo solucionado. El tiempo humano es el medio y el largo plazo y para eso tienen que cultivarse y las humanidades son centrales.

¿Hay una ética trasversal? Es decir, compartida en la economía, la ética y la sociedad.

Desde que escribí en 1986 «Ética mínima» quise trasladar que efectivamente hay una ética que es común a todos, a todos los sectores y a todos los ciudadanos. Justamente lo que descubrimos con la Transición, porque antes había una ética impuesta desde el poder político. Sí que hay unos valores compartidos entre los españoles, una ética ciudadana: la libertad es superior a la esclavitud, la igualdad a la desigualad, el respeto a la intolerancia y el diálogo al conflicto.

Numerosos intelectuales vaticinan una apocalipsis para el futuro, unas nuevas generaciones faltas de valores y una crisis relativista. ¿Usted es de esa opinión?

Para nada, además tengo la suerte de trabajar en una universidad de la que no me pienso ir hasta que me jubilen (ríe). Por supuesto que los jóvenes tienen valores. Los jóvenes con los que yo tengo contacto tienen claro que la solidaridad debe ser prioritaria, no les gusta el conflicto...

Veinticinco años es un buen momento para mirar atrás, pero también hacia delante. ¿Qué perspectivas tiene la Fundación Étnor?

Las perspectivas son sustanciar en actuaciones el pacto por la ética de la política, la empresa y las organizaciones sociales. En el tiempo siguiente vamos a ver si encarnamos la ética en esas instituciones. Pasar de las declaraciones a las realizaciones. Nos iría mucho mejor a todos si contáramos con la ética.

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