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Opinión | Tralla

Cataluña 2016 -C. Valenciana 0

Cada decisión que toma el Gobierno de España en materia de inversiones e infraestructuras, ejecutadas por el brazo armado del Ministerio de Fomento, evidencian la máxima popular: el que no plora no mama

Cada decisión que toma el Gobierno de España en materia de inversiones e infraestructuras, ejecutadas por el brazo armado del Ministerio de Fomento, evidencian la máxima popular: el que no plora no mama. Lo hemos visto esta semana en la apuesta decidida e inequívoca de la ministra Ana Pastor por el puerto de Barcelona, ¡en plena campaña electoral!, y las constantes afrentas al eje litoral. Para el Ejecutivo del PP en funciones, la ciudad de Sevilla es corredor mediterráneo.

En España no hay nada como convertirse en oposición o romper la baraja para obtener réditos; en política, dinero para inversiones. Se ha demostrado con Cataluña, que pese a estar asistida por el Estado con préstamos FLA que nunca podrá devolver, continúa recibiendo las caricias de Madrid en forma de traviesas que la conectan con Europa.

También lo saben en Andalucía, feudo socialista desde que la democracia española es democracia. Recientemente, fondos del superávit del puerto de Valencia han ido a parar a las conexiones del puerto de Cádiz con la línea ferroviaria de Sevilla. Obras a 900 kilómetros de distancia. Mientras, el tren entre Sagunt y Zaragoza debe circular a 20 km/h.

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, acertó de pleno cuando planteó que la única salida para los valencianos es convertirse en un «problema» para España. Lo han sido los catalanes y los vascos durante el siglo XX y les ha ido bien. Los andaluces, como me comentaba Josep Vicent Boira, no entran en esta apreciación puesto que son «centro», como las dos castillas y Madrid. Las inversiones son consustanciales a su existencia.

Pero mucho tendrá que trabajar el presidente y su gobierno bipartito, los empresarios, los sindicatos y la sociedad civil para convertir las reivindicación y la asfixia económica valenciana en un problema. Las manifestaciones por los toros y las fotos religiosas se podrían catalizar hacia grandes movimientos para reivindicar un modelo de financiación justo que permita a los valencianos tener los mismos servicios que vascos y navarros. O plantarse, como proponen desde la patronal.

Hoy por hoy, en Madrid los problemas valencianos ni suenan. No saben qué es la deuda histórica y equiparan la importancia del corredor mediterráneo al AVE a Galicia o Asturias. Y esta semana hemos vivido el ejemplo de Pastor con el puerto de Barcelona.

Cataluña 2016-Comunitat Valenciana 0, la versión moderna del Espanya 92-València 0, que incluía también el esplendor sevillano de AVE y Expo. Una vez más, fuera de la modernización que no sea hecha a pulmón propio y aislados de Europa por tierra. Pero no por culpa de nuestros vecinos del norte, sino por la acción y omisión de las élites de la Villa y Corte. El cielo bien vale una independencia.

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