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Grupo Dacsa

Araceli Císcar, la mujer que ha puesto el maíz a viajar por el mundo

Araceli Císcar, junto a un mural ubicado en la sede del Grupo Dacsa. miguel ángel montesinos

«Llamarse Císcar es una responsabilidad, no es una garantía». Araceli Císcar, segunda generación de la saga que desde hace cuatro décadas es sinónimo de la industria valenciana del arroz y del maíz, trata de inculcar a su hija aquello que ha aprendido de su padre: que sin esfuerzo no hay recompensa.

Fue Ricardo Císcar quien puso en marcha en 1968 Maicerías Españolas, grupo empresarial más conocido por la marca de arroz que comenzó a producir y comercializar en 1982: Dacsa. La de Ricardo, que a punto de cumplir los 87 años aún sigue en activo, es la historia de tantos empresarios valencianos, un emprendedor avant la lettre. Dejó los estudios y el entorno seguro del horno familiar para subirse a un carro tirado por un burro y comenzar a comerciar. «Transportaba todo lo que podía, patata, adoquines, sacos de harina...», recuerda Araceli. El fundador movía harina desde los molinos de la Avenida del Puerto hasta los hornos de la comarca de l'Horta nord. También crió cerdos en Almàssera, el pueblo natal „«había más cerdos que habitantes». Al final comenzó a triturar su propio grano con la ayuda de su mujer, que cosía los sacos en casa. Ahí comienza la historia de una firma que se ha convertido en proveedor de la industria cervecera, el sector alimentario y productor de arroz.

Quizá imbuida por el ejemplo de lo vivido y oído en casa, el sentido de la responsabilidad explica la biografía de Araceli Císcar García (Almàssera, 1962). «Creo que tiene que haber voluntad, además de posibilidades, para ocupar puestos de alta responsabilidad en compañías. Estamos muy condicionados por la vida familiar: hay que elegir siempre en la vida, intentar dedicarte más a la vida profesional. No hay cargo que no requiera mucho esfuerzo seas hombre o mujer».

Araceli Císcar, precisamente, es una de las contadas mujeres que se sientan entre los grandes patronos de la economía valenciana. Fue llamada por la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) para incorporarse a la entidad hace cinco años y desde hace unos meses es junto a Agnès Noguera la única mujer en la junta directiva del lobby empresarial valenciano. A Císcar, de hecho, no le convence el discurso de las cuotas. «La realidad es que las personas deben estar en su puesto por su valía, no por su género. Lamentablemente la mujer no se postula para grandes cargos», valora.

La responsable de la división del maíz del grupo Dacsa conoce de primera mano los problemas de infraestructuras de comunicación de la C. Valenciana, y reivindica la actividad de las patronales y organizaciones como AVE. «Creo que son organizaciones muy importantes. Es de lo que se trata cuando Federico [Félix] reclama mejores infraestructuras ferroviarias. La presión que se puede ejercer es muy importante. Valencia es una región que puede dar mucho».

Antes de sentarse entre los empresarios más importantes de la C. Valenciana, Císcar ha desarrollado una carrera que comenzó con 17 años. No quiso estudiar pero tampoco perdió el tiempo. En 1979 entró en el Banco de Valencia „«mi querido y añorado Banco de Valencia»„. Empezó prácticamente de botones y se formó en diferentes departamentos, gracias al que fue su «padre profesional», Miguel Borrás. Con 20 años ya era interventora en una sucursal.

Pero con 24, en 1986, se incorporó a la empresa familiar. Desde entonces ha estado ligada a la división de maíz de la firma (su hermano Ricardo lleva el área de arroz), siempre con una vocación exterior. Ha pilotado la expansión de Maicerías Españolas a través de filiales internacionales, que le ha permitido convertirse en proveedor de importantes multinacionales de galletas, snacks, cereales, cerveza..., con una estrategia de situar la producción cerca de sus mercados más potentes. Reino Unido, Francia, Polonia y Portugal, además de Sevilla y Zamora, están hoy en el mapa de esta compañía de capital valenciano. Desde sus plantas exportan a todo el mundo.

La valenciana que no sabe hacer paellas

Entre el avión y las horas de despacho, Císcar pasa todo el tiempo que puede con su hija de 14 años. De nuevo emerge el sentido de la responsabilidad: «Es muy buena estudiante. Espero que seamos capaces de formar bien a la tercera generación. Siempre le digo que llamarse Císcar es una responsabilidad no una garantía», dice sobre el tercer escalón de la familia, que comenzó a incorporarse al negocio hace seis años.

El cine es una de sus pasiones „reivindica a «la última generación de creadores españoles» y la ciencia ficción„, así como los paseos por la playa y el pilates, que le ayuda a «mantener la espalda recta» y desconectar de las horas de oficina y del estrés del avión: «Estar a diez mil metros no es mi estado ideal», reconoce.

¿Y qué hay de cocinar? «Lamentablemente, soy Romero», bromea Císcar. Romero es el personaje de ficción creado por Dacsa en su posicionamiento publicitario como marca de arroz 100% autóctono. Como Romero, el valenciano que no sabía hacer paellas, Císcar ve el plato «tremendamente complicado». «En mi defensa diré que hago un putxero que te chupas los dedos», se despide.

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