En un mundo cada vez más globalizado, donde las fronteras tienden a reducirse „porque se suprimen con las integraciones geográficas, porque son completamente permeables para flujos como los financieros o internet o porque se superan con la liberalización comercial„, la economía (también la sociedad y la política) precisa ser analizada y desarrollada desde una perspectiva que supere los actuales límites territoriales de carácter oficial. Sin romper los marcos administrativos, hay que tender hacia las macrorregiones, espacios colindantes y más bien homogéneos que precisan de la colaboración para impulsar las potencialidades de su economía. A escala local, el paralelismo es inevitable. La ciudad de Valencia no es una isla. Su vida diaria está directamente influida por la interdependencia con las poblaciones que la rodean y, por tanto, su diseño de futuro, las inversiones que requiere, no puede entenderse sin su área metropolitana.
Esta es la tesis principal que recoge el informe «Regiones XXL. Por una nueva inteligencia geoeconómica como estrategia regional». Se trata de un estudio encargado en 2012 por la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) como un documento interno de trabajo (no un posicionamiento público) que elaboró el profesor del departamento de Geografía de la Universitat de València, Josep Vicent Boira, en colaboración con el economista Ramón Marrades y la geógrafa Noemi Mensua.
El informe, cómo no, es una vindicación de la pertenencia de la Comunitat Valenciana a una de esas regiones XXL, la del arco mediterráneo. Es una vieja aspiración de ciertos ámbitos intelectuales y políticos „vinculados. sobre todo, a la izquierda y el nacionalismo„, que cobra sentido social en momentos como los actuales, en que las élites económicas valencianas se han movilizado para lograr infraestructuras como el corredor ferroviario. Esta región, como precisa Boira, en la actualidad secretario autonómico de Vivienda y Obras Públicas de la
Generalitat, debe quedar integrada, además de por la Comunitat Valenciana, por Cataluña, Aragón, Baleares, Murcia y dos zonas francesas: Languedoc-Rousillon y Midi-Pyrénées. De hecho, todas ellas, excepto las autonomías murciana y valenciana, constituyeron en 2004 una Agrupación Europea de Cooperación Territorial denominada Eurorregión Pirineos-Mediterráneo de la que Aragón se separó en 2006 por un conflicto sobre bienes eclesiásticos con Cataluña. A nadie se le escapa que los límites geográficos de esa región XXL coinciden en líneas generales con los de la antigua Corona de Aragón.
Boira asegura que esa aspiración no pretende en modo alguno «tocar la distribución política de las autonomías», sino potenciar «un horizonte de planificación» a mayor escala en beneficio de las subzonas que convergen en esa región, aunque en ciertos ámbitos compitan entre ellas „por ejemplo, los puertos de Valencia y Barcelona„, lo que a la postre redundaría en una mayor bonanza de los países a la que pertenece, es decir, España y Francia. No es solo es el Mediterráneo. El Cantábrico también tiene su propia idiosincrasia. De ahí que Aragón figure en la primera como un nexo de unión con la segunda. Pero puede haber también una región atlántica y otra central.
El informe considera que «necesitamos un cambio en la forma de entender el espacio y su relación con la economía, con la actividad empresarial», en especial porque «la globalización está promoviendo una reestructuración productiva y al mismo tiempo una reorganización territorial». Así las cosas, los autores concluyen que «la forma territorial del futuro, la que mejor responde a la presión global-regional», será la de las megarregiones, también conocidas como city-regions o, en el documento citado, como regiones XXL. El texto dedica una parte relevante a establecer algunas recomendaciones a los gobiernos español y valenciano para potenciar esos nuevos espacios económicos.
A Madrid, por ejemplo, le propone que explore «la posibilidad de articular nuevas regiones económico-funcionales a efectos exclusivos de la política económica». Se trataría de una nueva regionalización que «no afectaría necesariamente a la estructuración de las 17 comunidades autónomas actuales, sino que afectaría a los programas económicos», es decir, que a la hora de distribuir ayudas se tenga también en cuenta la nueva región. También le insta a promover «una descentralización de sus políticas económicas, especialmente de las industriales, y crear una Delegación Interministerial para la Ordenación Territorial y el Atractivo Regional (Dotar) que promueva políticas coordinadas en uso del suelo, gestión del agua, administración del litoral e infraestructuras».
El estudio recomienda al Consell «una revisión en profundidad de sus instrumentos de ordenación territorial», «proceder a la coordinación efectiva de políticas con los territorios vecinos para conformar una Región XXL» o «desarrollar los esfuerzos necesarios para conseguir la cohesión territorial y de comunicaciones con el norte del Mediterráneo español como paso necesario para enlazar con las redes transeuropeas».Como medidas concretas, aconseja desarrollar planes territoriales específicos para zonas industriales, áreas metropolitanas y zonas de especial protección ambiental o crear una Oficina d´Estratègia Territorial dependiente de Presidencia de la Generalitat que sería el órgano interlocutor con el Dotar del Gobierno central.
Con Boira como alto cargo del Consell, la pregunta es inevitable. ¿Se está haciendo algo ya hacia esa región XXL? El secretario autonómico de Vivienda y Obras Públicas responde que «la filosofía existe; detrás de la reivindicación del corredor mediterráneo no hay solo una vía, sino también una gran región. Además, los contactos empresariales con Aragón y Cataluña que se han producido ya son ir haciendo camino».
