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El informe

La cuna de la industria textil valenciana renace gracias a la innovación

Las empresas de la Costera, la Vall d´Albaida, l´Alcoià y el Comtat se abren a otros sectores y disparan su internacionalización para superar la crisis económica

La cuna de la industria textil valenciana renace gracias a la innovación

Algo se mueve en las comarcas valencianas que giran en torno a Ontinyent y Alcoi. La zona basó su despegue industrial vinculada sobre todo al textil, que en los últimos años, como consecuencia del empuje en los mercados internacionales de los países emergentes y de la crisis económica, ha ido menguando su peso determinante. No obstante, las empresas de las comarcas centrales han sabido aprovechar estos tiempos de mudanza para reorientar su producción. Cada vez son más las mercantiles que, a base de cooperación, innovación e internacionalización, han logrado diversificarse y, aunque siguen sirviendo al renovado textil, se han abierto a nuevas actividades y, en definitiva, al mundo.

Si algo distingue a las comarcas centrales de interior es la preponderancia de su sector secundario. Los datos son incuestionables. L'Alcoià-Comtat acaparan juntas el 4,54 % de la cifra de negocios total de la industria de la Comunitat Valenciana. Es la comarca alicantina con mayor peso en esta actividad. Si se le suma la Vall d'Albaida, que acapara un 3.24 %, el resultado es un 7,78 %. De tal manera que solo la Plana Alta, en Castelló, gracias al monocultivo de la cerámica, con un 10,36 %, La Ribera Baixa, donde se ubica, en Almussafes, la Ford, con un 16,55 %, y l'Horta Oest, con un 9,08 %, tienen mayor preponderancia en la industria autonómica. En cuanto al empleo, también según datos del Institut Valencià d'Estadística de 2014, el balance es aún más positivo. L'Alcoià-Comtat y la Vall d'Albaida, con más de 21.500 ocupados en conjunto, representan el 10,34 % del empleo industrial valenciano, lo que las sitúa en el primer lugar, incluso por delante de la Ribera Baixa.

¿Por qué el sector secundario es tan relevante en esa zona? El catedrático de Organización de Empresas de la Universitat de València, José Pla Barber, considera que «han influido varios factores. Por una parte, el turismo, la agricultura y la construcción no han arrastrado a tanta gente como en otras comarcas. Además, el ecosistema industrial se perpetúa con nuevos emprendedores. La Universidad Politécnica en Gandia y Alcoi, y la de Valencia en Ontinyent, junto con Caixa Ontinyent, están jugando un nuevo papel en el desarrollo de la actividad económica y emprendedora en las comarcas centrales».

El también consejero de Caixa Ontinyent cree que lo que distingue la actividad industrial actual en la zona es que «las empresas que han logrado sobrevivir ahora son más competitivas. Las que están más orientadas a la producción se han especializado en alguna parte de la cadena de valor, siendo algunas de ellas proveedoras de grandes empresas; y las más orientadas a la comercialización se han centrado en los aspectos que generan una mayor diferenciación, como son el diseño, la agilidad en el servicio y la rapidez para cambiar su oferta». Además, «el desarrollo de internet está generando nuevas empresas y nuevos canales de distribución que abren muchas posibilidades». Eso sí, «todas ellas han tratado de ser más eficientes reduciendo costes superfluos y mejorando en la implantación de los procesos».

Pla asegura que, tras los duros años de la crisis, las empresas de las comarcas centrales de interior afrontan la etapa de la recuperación «con cierto optimismo», porque «las situaciones críticas imprimen carácter y prudencia, pero también ganas de luchar. Nuestras empresas tienen ahora una mentalidad más global y son más conscientes a la hora de repensar el ámbito de su actividad: opciones como la cooperación con otras empresas, las fusiones para ganar tamaño o la multilocalización están ya en el recetario colectivo habitual. En la parte de comercialización, creo que de la empresa meramente exportadora se está pasando hacia un concepto de empresa más global en el que se busca la combinación de recursos propios con recursos ajenos, recursos locales con recursos internacionales. En la parte productiva, creo que se está apostando mucho más por la especialización».

«Búsqueda de nichos globales»

Este experto tiene una opinión diferenciada respecto del proceso de diversificación empresarial. En su opinión, «no hay sectores tradicionales sino empresas tradicionales que no innovan. Creo que los recursos y las capacidades competitivas se tienen en aquel sector en el que has estado siempre. Por tanto, más que inventar un nuevo modelo de negocio (que las hay) o cambiar de sector es mejor buscar estrategias más innovadoras dentro del negocio que sabes desarrollar. No soy partidario de la diversificación no relacionada; hay claros ejemplos que han sido un auténtico fracaso. La búsqueda de nichos globales en tu sector es una de las claves del éxito».

Un ejemplo de manual de lo que plantean los expertos sobre el renacer de las comarcas de la cuna del textil es INEL, una firma de montaje de instalaciones eléctricas y componentes electrónicos con sede en Ontinyent. «Las empresas de la Vall d´Albaida aunque el textil sea nuestro negocio hemos tenido que migrar a sectores como la energía, el autoconsumo, la recarga de vehículos eléctricos y subirnos a la era digital», explica el consejero delegado de la compañía, Sergio Pomar. Pomar asegura que han apostado por la cuarta revolución industrial, es decir, la digitalización de todos los sectores. «Antes, el 80 % de nuestra facturación procedía de nuestros clientes de la industria textil y un 20 % de la construcción. Ahora el textil represente el 30 % y el resto son instalaciones de energías renovables y tecnologías 4.0 como la domótica», cuantifica este empresario.

Estos porcentajes de facturación evidencia como esta firma ha sabido buscar nuevos mercados ante la caída brutal del negocio tradicional de estas comarcas. Pomar defiende que la formación de sus empleados es fundamental pero que hace falta más. En una breve conversación cita varias ferias del sector a las que ha acudido para estar a la última en tecnologías disruptivas y el internet de las cosas. «Dentro de nuestra empresa hemos creado un grupo con las universidades de Alicante y Valencia. Acudimos a todos los foros internacionales del sector para formarnos. Hemos reciclado a la gente», revela Pomar, cuya compañía exporta componentes tecnológicos a México, Chile o China. Recientemente han abierto oficina en Bogotá.

Para este directivo, en la Vall d´Albaida hay un gran semillero de este tipo de empresas que buscan mercado en la revolución 4.0. Pero como apunta, no será un camino fácil y necesitan apoyo de todos lo sectores. «Creo que estamos haciendo un esfuerzo para competir en este nuevo paradigma y la administración deberá implicarse. Estamos en el camino pero no es un camino sin dificultades. Los movimientos asociativos son fundamentales para salir adelante y la administración debería dar apoyo a esa economía colaborativa que está surgiendo en esta zona», asegura. Y propone, entre otros planes, formación, ayudas a la internacionalización y ayudas a las empresas que quieren entrar en el big data y la industria 4.0.

La internacionalización, la clave

Otro ejemplo de esa modernización y de haber diversificado tras el parón del textil es la empresa de diseño y construcción de maquinaria Lidem, también con sede en Ontinyent. La compañía tiene 23 años de experiencia en el sector de la fabricación de maquinaria. Se gerente, Juan Pla, recuerda cómo toda su producción iba dirigida al sector textil hasta que en el año 2000 se dio cuenta de que al cliente que le «vendía una máquina ya no le vendía más». Fue lo que le abrió los ojos para empezar a exportar. En la actualidad ya tienen pedidos de 45 países de todo el mundo.

La otra gran operación que sirvió a Lidem para combatir la crisis fue la producción para otros sectores. «Cuando vino la crisis del textil empezamos a hacer máquinas de reciclado de plástico, papel y cartón», apunta Pla, quien cuantifica el éxito con los números:«Hemos duplicado la facturación respecto a la que hacíamos en 2000». Este empresario ha visto morir a muchas empresas en la zona pero su compañía aguanta con buena salud con una plantilla de veinte trabajadores. «Nuestra zona ha perdido mucho pero ha resurgido con nuevas ideas. Esto era una potencia textil y ha sufrido un calvario pero ahora vemos la luz», relata. Sobre la posibilidad de que una política industrial por parte de las administraciones públicas ayude a la zona a despegar es bastante escéptico. «Hace más de diez años que no cojo subvenciones. Uno tiene que levantarse todos los días con ganas de trabajar y tirar para adelante», propone.

Otra firma de fabricación de maquinaria de Ontinyent que se salvó de la caída del textil fue Visdeltex. También fue la salida al extranjero lo que le permitió mantener el trabajo que tenía a finales de los años noventa y principios de la década del 2000. Según relata su administrador, Ismael Soriano, gracias al asesoramiento del antiguo Impiva „ahora en Ivace„ consiguieron empezar a exportar. Su primera acción fue acudir a una feria internacional, pero les cambió la vida. «Nos ayudaron a que la empresa tenga una visión más abierta y nos ayudó a adquirir conocimientos de lo que pasa en el extranjero», apunta Soriano. Esto les sirvió para mejorar la tecnología y para mantener las ventas con envíos de máquinas acolchadoras y ultrasonidos a países tan variados como Inglaterra, Alemania o Australia. «En estos momentos el 75 % de las ventas son en el extranjero. Ha sido la salvación de todo y nos ha permito alcanzar un importante nivel tecnológico», explicó.

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