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La plaga vegetal más peligrosa de Europa ya invade España

La plaga vegetal más peligrosa de Europa ya invade España

El desembarco de Donal Trump en la presidencia de Estados Unidos y el peso del lobby citrícola californiano han sido claves para que el nuevo mandatario de la Casa Blanca estrenara su mandato ordenando paralizar la reapertura del mercado norteamericano a los limones argentinos. La nueva Administración se distanciaba así de la de Obama que, tras muchos años de estudios y negociaciones, revisó el protocolo de importación y decidió la reapertura. Europa está en una tesitura muy similar con Sudáfrica pero la actitud de la Comisión (CE) frente a las mismas o parecidas amenazas fitosanitarias que las señaladas en el caso austral parece ser bien diferente.

Más allá de que existan protocolos que puedan interpretarse como proteccionistas en lo comercial hay razones, serias razones de fondo que parecen dar la razón a quienes se muestran cautelosos y exigen que, antes de abrir los mercados, hay que garantizar la fitosanidad de los envíos. Se habla, de hecho, de amenazas comunes a uno y otro lado del Atlántico: la que supondría para los citricultores californianos y/o españoles que con los frutos se importen y se propague una bacteria, la que provoca el Citrus greening (HLB), el actual enemigo mundial público número uno de los agrios y un hongo, la llamada mancha negra (CBS), un patógeno también inexistente en el mediterráneo cuyo tratamiento dispararía los costes de producción.

La situación es tan tensa en Europa que podría derivar incluso en un conflicto institucional entre el Parlamento Europeo, dotado desde el Tratado de Lisboa de capacidad de codecisión, y el Ejcutivo. Efectivamente, el pasado 13 de diciembre —en una resolución que fue calificada de «histórica» por el conjunto del sector citrícola español— el legislativo europeo se atrevió a enmendar al gobierno comunitario y criticó abiertamente las medidas aprobadas y ya en vigor durante esta campaña para minimizar los riesgos fitosanitarios derivados de la entrada de cítricos sudafricanos; también de brasileños y argentinos.

Globalización de mercados y plagas

Y ello ocurre pese a que la tozuda realidad demuestra en ambas latitudes que la globalización de los mercados, de no mediar las necesarias salvaguardias, también conlleva la internacionalización de plagas y enfermedades. Florida —que hace tan sólo 15 años le disputaba a Brasil el liderazgo mundial en la producción de zumos de naranja— ha visto reducida su producción a causa del HLB a una tercera parte y hoy la enfermedad está presente en el 80 % de sus árboles. Los efectos sobre el sur de Italia, a causa de otra bacteria—la Xylella fastidiosa— no han sido menores y la devastación sobre el olivar ha puesto de hecho «patas arriba» el mercado oleícola internacional dominado por el país transalpino y por España.

En Galicia el vector —que no la bacteria— que es capaz de portar el citrus greening se ha descontrolado y en Portugal, ya ha sido detectado muchos kilómetros más al sur de Oporto, en Aveiro, a escasos 450 kilómetros de las plantaciones citrícolas de Huelva. En noviembre, se detectó el primer caso de Xylella en Mallorca y esta semana ya se reconocía un mínimo de 92 positivos, que afectan a almendros, olivar y a plantas de jardines públicos, con casos confirmados en Ibiza y Mallorca pero que se da por sentado que se replicarán por todo el archipiélago. Y la gestión de la crisis por el gobierno balear para una enfermedad tan polifacética, que tan pronto puede atacar al olivar, como hacerlo con idéntica crudeza sobre los cítricos, la vid, los almendros o la fruta de hueso ha desatado todas las especulaciones e incluso está siendo abiertamente cuestionada.

Falta saber, eso sí, si alguna de la subespecie o subespecies detectadas, porque aún no está claro, serán capaces de atacar por ejemplo a los cítricos, cosa que no ha ocurrido en Italia. De moento, el Ministerio de Agricultura ya ha prohibido el trasiego comercial de material vegetal susceptible de portar la bacteria fuera de Baleares.

La patata caliente está ahora en el ministerio, que debe autorizar el protocolo de contención propuesto por las autoridades autonómicas. Mientras tanto, Bruselas también ha sido puesta doblemente a prueba.

Peligro a la italiana

En primera instancia porque la crisis balear podría ser un dejà vu de la italiana y derivar como en aquella ocasión en un enfrentamiento entre un Estado miembro y CE a cuenta de la tibieza a la hora de afrontar la Xylella. En segunda instancia porque, de forma paralela, Bruselas debe acatar lo dicho por el Parlamento o reafirmarse en su posición sobre las condiciones de importación de los cítricos sudafricanos.

Lo reclamado por el conjunto del sector citrícola español no suena a proteccionismo comercial y sí a razones fitosanitarias. Exigen, como sostiene el Comité de Gestión de Cítricos (la patronal nacional de los exportadores) el mismo cold treatment (tratamiento de frío) durante la travesía que otros países productores —como EE UU, China, Japón o Australia— imponen a España para poder exportar sus cítricos. Y plantean eliminar la posibilidad de controles europeos mucho más laxos si la partida sudafricana en cuestión tiene por supuesto destino ser transformada en zumos. Pese a los documentos de trazabilidad se sabe que mucha de ella acaba por entrar en el circuito europeo en fresco, lo que dispara el riesgo de contaminación de enfermedades.

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