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Opinión | Tribuna

Preocupados y ocupados

Las noticias que llegan de Baleares son inquietantes. Con casi un centenar de focos en Mallorca e Ibiza, sus autoridades ya hablan de que la bacteria está asentada en todo el archipiélago

Preocupados y ocupados

Las noticias que llegan de Baleares son inquietantes. Con casi un centenar de focos en Mallorca e Ibiza, sus autoridades ya hablan de que la bacteria está asentada en todo el archipiélago. La actitud de aquella conselleria ha evolucionado de la reacción vehemente de los primeros casos de noviembre a la actual, de resignación. A falta de mayor información y a la espera del pronunciamiento del ministerio „que debe ratificar el plan autonómico propuesto„ el titular autonómico de Agricultura, Miquel Vericad, habla sin tapujos de la imposibilidad de aplicar un protocolo de «erradicación» y postula otro de «contención». No entraré en la sustancial diferencia semántica entre un término y otro, que ya es evidente, pero sí diré que la desazón aumenta tras constatar una rendición tan temprana.

No digo que no esté justificada, me limito a constatar que la amenaza para la agricultura mediterránea en general, más que latente es sólo una cuestión de tiempo. El rápido bloqueo ordenado por el director general de Sanidad Vegetal del Mapama, Valentín Almansa, del tráfico de material vegetal susceptible de portar la enfermedad entre las islas y la península era necesario. ¿Hasta cuándo se mantendrá la tensión del cierre? Más allá de vincular a los viveristas en el control de una enfermedad con tanta planta ornamental y silvestre afectada y de extremar las cautelas en cuanto al cumplimiento estricto de la regulación fitosanitaria, se impone también buscar la complicidad, sensibilizar al agricultor, al pescador, al aficionado a la náutica con alguna embarcación incluso... a todo aquel que pueda portar de las islas algún material que pueda estar contaminado. Desde el ministerio parece ser que son conscientes de todo ello y que están manos a la obra.

La Xylella entró por el Puerto de Rotterdam -motivo recurrente de lamento del sector citrícola por el descontrol fitosanitario de sus importaciones- y se propagó desde 2013 por el sur de Italia. Las subespecies que ahora se han detectado en Mallorca e Ibiza son las mismas que se confirmaron en Córcega (julio de 2015); Niza (septiembre, 2015) y Pausa, en Sajonia (Alemania, mayo de 2016). La capacidad para mutar de esta bacteria ha dado tanto de sí como para que se hable de pérdidas astronómicas anuales en vid (California); en cítricos (Brasil); en olivar (Italia) o ahora, en mucha menor medida, en almendros (Mallorca ). Hay que ponderar los riesgos y confío en que así se esté haciendo pero los antecedentes tampoco tranquilizan. La receta de la «contención» y la tibieza de las autoridades italianas en arrancar, la falta de indemnizaciones y de recursos para frenar la bacteria han provocado un desastre sin parangón y un duro enfrentamiento político y judicial entre Roma y Bruselas. Consuela saber que al frente de la conselleria en esta materia se encuentren responsables que se preocupan y que tengo la certeza de que también se ocupan, como el director general de Agricultura, Roger Llanes.

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