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Historiador económico y catedrático jubilado de la UV

Jordi Palafox: «La reindustrialización no es posible: es el intento de los sectores de lograr ayudas»

Jordi Palafox, en la Lonja de la Seda de València. fernando bustamante

En el libro plantea cuatro vientos de cara como cuatro retos de la economía española para sobrevivir. China le preocupa por su supremacía industrial pero también porque es un modelo no democrático.

La primera potencia nunca es el modelo y las cosas son como son, no como nos gustaría que fueran. La idea es que con la revolución tecnológica se pueden producir bienes en cualquier lugar del mundo en función de las ventajas que tienen para las empresas. Como España es muy poco importante dentro de la inversión exterior china no nos damos cuenta de su importancia. Pero hay setecientos millones de personas que pueden producir los mismos bienes que aquí. Lo único que no se puede deslocalizar es la tienda o el bar de la esquina. El resto, sí. Nos podemos encontrar en una situación en que España no tenga sitio en el mercado global.

Pero en China los costes laborales y de fabricación también se han incrementado. Hay una necesidad de la población de vivir mejor. Además, se pueden plantear aranceles para evitar esa competencia como pasó con el azulejo.

Eso puntualmente puede solucionar el problema pero no globalmente. China incrementará su nivel de vida y sus salarios pero todos los países de su entorno están dispuestos a recoger el testigo, fabricando lo que deje de ser competitivo hacerlo allí. En esa zona -sudeste asiático- vive la mitad de la población mundial. Son las mismas multinacionales las que quieren producir allí.

¿Y para nosotros no puede convertirse en un mercado al que exportar?

De eso se trata. Pero hay otros países que pueden hacerlo de una manera mucho más barata. Y a mí no se me ocurre ningún producto típico en el que en España podamos ser más competitivos. Los chinos saben copiar, ha pasado hasta con los jamones de Jabugo. ¿Por qué Apple fabrica sus móviles en China? En China hay un millón de trabajadores montando el IPhone y en EEUU la multinacional de Tim Cook tiene, según declara a la SEC, 48.000 en nómina.

Habla de tres momentos de disrupción en la historia de la economía. Finales del siglo XVIII con la Revolución Industrial, la sustitución de EE UU por Gran Bretaña como primera potencia y la actualidad en la que China se ha convertido en la primera economía del mundo. Donald Trump acaba de romper el tratado del TTP que impulsó Obama y que cambiaba el eje económico del Atlántico al Pacífico. ¿No nos beneficiará?

Ha habido momentos en la historia de retroceso del libre comercio como en el periodo de entreguerras. Pero dudo que Trump vaya a destruir el capitalismo. La economía actual está montada de una manera que o la desmontas por completo o es imposible cambiarla. Dudo que los americanos estén dispuestos a pagar más por unos productos que pueden ser más baratos. Tras los ataques a México con el muro Trump provocó una devaluación del peso del 15 % lo que encareció las exportaciones a este país -su segundo socio comercial- ese 15 %. El problema es que me temo que vamos hacia una guerra fiscal. Y si entramos en esa guerra arrastrados por Trump y el "brexit" el sistema de bienestar está gravemente amenazado.

Y ahí es donde su tesis sobre el fin del Estado-nación y la necesidad de instituciones transnacionales que afronten estos problemas cobra fuerza.

Efectivamente. Y me sorprende que los partidos que han sido internacionalistas, de repente ahora todos sean nacionalistas cuando la economía es más global que nunca. El producto ya no es made in Spain. La denominación más estricta del made in France, que son los más exigentes en este requisito, solo requiere que el 50 % del producto esté hecho en Francia. Realmente, ¿ese producto es francés? En un mundo global las multinacionales se mueven globalmente y un país aislado poco puede hacer. Pero los políticos nacionales no quieren perder soberanía creando instituciones supranacionales para poder actuar de manera global.

Plantea que España ya no puede competir en bajos salarios. Pero el éxito del «milagro económico» de los 60 fue ese. ¿Es imposible seguir por ahí?

El mundo hoy ha cambiado. Está el Este de Europa y Asia. Y hoy en día te envían un contenedor desde cualquier parte en muy pocos días y a costes muy bajos. Si queremos competir en costes con estos países tendremos que bajar los salarios y desmantelar el estado del bienestar. O fabricar productos que ellos no pueden tener. ¿Qué significa eso? Pues significa apostar por los servicios. ¿Por qué no apostamos por un corredor de fibra óptica para poder exportar, por ejemplo, los mejores diseños o asesoría a empresas desde València?

Una de las tesis que plantea en el libro es que las exportaciones españolas no lo son en realidad porque el producto no se ha fabricado en España, sino en otros países como China o Bangladesh.

Es una de las cosas que han cambiado, como la valoración del PIB que no se sabe bien cómo calcularlo. Hay economistas que llegan a definir el PIB como un arma ideológica. Igual que el PIB por cápita no refleja el bienestar de un país, el comercio exterior tampoco es la imagen de la demanda de la producción de una nación. Hoy en la exportación del automóvil español el 46 % son importaciones previas. El azulejo de Castelló igual sí que tiene más valor añadido que los coches porque prácticamente todo se genera en la Comunitat Valenciana. Hoy las exportaciones no significan lo que pensamos.

¿El azulejo es más rentable que la propia Ford?

Lo sé, habría que estudiar también los efectos inducidos sobre el parque de proveedores y la generación de mano de obra cualificada. ¿Por qué no hay ningún estudio del impacto de la Ford en la economía valenciana? En Alemania, el automóvil sólo importa el 20 % de su valor final mientras en España es el 46 %. Y la inversión en tecnología es cinco veces más elevada que en las empresas españolas. No digo que no sea importante, pero de ahí a considerar la industria del automóvil la marca España? ¡Pero si solo es como mucho un 54% español!

¿Qué sectores servicios se deberían fomentar en España para mejorar la competitividad global?

No sé qué sector servicios. El libro plantea que frente a los políticos que pretenden saber qué es lo que hace falta, lo que hay que buscar es que todas las iniciativas puedan tener recorrido, dentro de una política de igualdad de oportunidades.

Pero eso va contra las tesis del Consell valenciano de apostar por la reindustrialización.

Absolutamente. Dicho sin matices: la apuesta por la reindustrialización es el intento de los sectores industriales de conseguir ayudas para mantener su competitividad. Si tú comparas el sector industrial español con el sector servicios gana el industrial. Pero es que el sector servicios que tenemos no es el único posible. La pérdida de peso industrial en todo el mundo es generalizada. No es posible la reindustrialización, lo que hay que buscar un círculo virtuoso de empresas de alta productividad, de servicios o de industria, que generen empleo. Estén en el sector que estén.

¿Y la agricultura? ¿Mantendrá su peso?

Ahí tenemos una ventaja competitiva. El producto directo de la agricultura es poco relevante. Pero es importante la industria agroalimentaria. En el aula ponía un ejemplo de una bolsa de muesli de Xàtiva con siete países implicados. Pero lo que genera el valor añadido es quien diseña y hace la bolsa. Y ahí no hay asiáticos que nos puedan copiar fácilmente, porque hay condicionantes culturales en Europa difícilmente replicables.

Culpa de la situación de incremento de desigualdad a las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy y a la actitud de Zapatero de dedicarse a dar ayudas sin tener en cuenta la renta como el cheque-bebé.

Mientras aquí vivíamos en una burbuja, el mundo cambiaba a gran velocidad sin darnos cuenta de las implicaciones que ello tenía. En el caso del PP he dicho muchas veces que no había ningún gobierno del signo que fuera que hubiera podido hacer cosas diferentes aunque sí de manera diferente. Las cosas que se han hecho se tenían que hacer -reforma laboral o rescate bancario- pero se podían haber hecho de manera distinta. Es inadmisible pedir sacrificios, esfuerzos, algunos brutales, al conjunto del país y que no paren de aparecer casos de corrupción. Empezaron con una reducción brutal del gasto social y al mismo tiempo plantearon una amnistía fiscal con un coste ridículo para el defraudador: un 3 % del valor del capital evadido. Pero ojo, con la crisis la recaudación cayó de manera drástica, sobre todo el impuesto de sociedades, y lo que parecía posible hasta entonces dejó de serlo.

Pero la recaudación del impuesto de sociedades continúa por los suelos pese a la recuperación. Para 2017 las previsiones de este tributo continúan representando la mitad que antes de la crisis. Y eso que este año los presupuestos plantean un récord de recaudación superior al 2007. Ahí sí que está la mano del Gobierno de Rajoy.

Porque muchas de las grandes empresas van delante de los ciudadanos en la política conservadora del Gobierno. En el último capítulo del libro explico el poder que tienen algunos sectores económicos. Hay muchos artículos académicos que demuestran que las empresas pagan más cara la electricidad que en la mayor parte del resto de Europa. Y eso aumenta los costes. ¿Por qué? No es casualidad que muchos políticos que han estado en el Gobierno pasen a los consejos de las eléctricas. ¿Por qué esos políticos no acaban en multinacionales de otros sectores, como por ejemplo la distribución comercial?

Con el PIB actual, en 2007 España era la octava economía del mundo. Ahora es la decimoquinta. ¿No es una contradicción? O es que el mundo es más rico.

El problema es cuándo volvió la economía española a niveles de 2007. Hay países que hace ya varios años que lo hicieron.

¿Y cómo es posible recuperar el PIB de 2007 este año y tener tres veces más de paro?

Claro, el PIB no refleja el bienestar. ¿A mí qué si tenemos el PIB de 2007 y un paro del 17%? Ahora el Gobierno no dejará de repetirlo equiparando aumento del PIB con bienestar. El problema de la economía española es su gran dificultad para crear empleo, sobre todo cualificado. Se habla mucho de la cualificación de los trabajadores, pero no de la de los empresarios, que son los que crean empleo. No me refiero a los que existen hoy, que son los que nos han traído donde estamos, sino los que podrían surgir con otra política económicoa de igualdad de oportunidades.

¿Y los políticos? ¿Qué papel tienen o han tenido?

Planteo en el libro que los ciudadanos deben dejar de confiar tanto en los políticos tradicionales y organizarse ellos mismos y no necesariamente de manera política. Nadie les va a solucionar el problema del precio de la electricidad. Las sociedades latinas estamos demasiado acostumbrados a delegar y a que nos arreglen los problemas. En EE UU y en Alemania no pasa eso. Y los nuevos movimientos que han surgido son consecuencia del reparto de la tarta que han hecho los partidos tradcionales. Éstos han exigido una paciencia sobrehumana a los ciudadanos, en especial a los más afectados por la crisis.

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