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Opinión

El caqui en peligro

Si hay un cultivo que en los últimos años ha sacado una rentabilidad digna y estable en la agricultura valenciana ése es el caqui

Si hay un cultivo que en los últimos años ha sacado una rentabilidad digna y estable en la agricultura valenciana ése es el caqui. En medio de la tormenta perfecta que azota la crisis citrícola, este fruto subtropical, prácticamente desconocido hace apenas dos décadas, ha representado un verdadero oasis para cientos de agricultores que morían de sed. Si preguntas en cualquier rincón de La Ribera Alta, cuna del caqui duro, libre de astringencia, te dirán que esta fruta ha lanzado una tabla de salvación a aquellos propietarios de campos de frutales de hueso y cítricos que iban a quedar yermos.

La expansión del caqui en tierras valencianas solo era cuestión de tiempo. A medida que la oferta ascendía, la demanda de los mercados españoles y europeos aumentaba en una progresión similar. Sin duda, y es de justicia subrayarlo, las campañas promocionales de la Denominación de Origen Kaki Ribera del Xúquer han contribuido a dar a conocer esta joya y a potenciar su consumo entre los ciudadanos. Por su sabor, por sus propiedades nutricionales y por su fácil consumo, estamos ante un alimento que cuenta con una excelente aceptación.

Sin embargo, este año, y van tres seguidos, el oasis parece estar perdiendo esa exuberancia que maravillaba a los agricultores valencianos. Con la aplicación del veto ruso, en agosto de 2014, nuestro caqui perdió un mercado importantísimo, tanto por su creciente número de consumidores como por su preferencia por unos calibres de segunda categoría. Mientras el centro y norte de Europa compraban a buen precio la máxima calidad, Rusia daba una salida razonable a las producciones de menor valor y los mercados permanecían descongestionados.

Desde AVA-Asaja nos encargamos de hacer saber a la Generalitat Valenciana, al gobierno español y a la Unión Europea del impacto que podía ocasionar el veto ruso sobre este cultivo, un veto que, por cierto, habían generado ellos mismos al imponer sanciones a Rusia y era totalmente ajeno a cuestiones agrarias. Pronto se comprometieron con el sector a compensar esa pérdida con la búsqueda de mercados alternativos. Pero la realidad es que desde entonces no han abierto ningún mercado interesante para los caquis, ni en Asia ni en América, mientras que el consecuente colapso en los mercados europeos ha hundido el precio en origen un 25% y ha situado la rentabilidad del caqui en serio peligro.

Nos sentimos engañados. La oferta está incrementándose campaña tras campaña al calor de una superficie cultivada al alza. Pero la demanda ha dejado de crecer al mismo ritmo por la incompetencia y la ineficacia de los políticos. Si han generado un problema, lo menos que pueden hacer es resolverlo y no eternizarlo con promesas incumplidas. Si en lugar de cerrarnos los mercados, abrieran los que ahora nos vetan, tendríamos que multiplicar la producción de caquis. Y eso es precisamente lo que queremos hacer.

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