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El arte de la improvisación

El arte de la improvisación

Improvisar es hacer algo de pronto, sin haberlo preparado previamente o sin que nadie lo espere. Dicen, además, que la improvisación es uno de los rasgos característicos de los países latinos frente a los del norte de Europa. Y aunque en ocasiones pueda llegar a ser positiva, en el ámbito de nuestras finanzas personales suele ser catastrófica.

Si en nuestro patrimonio no tenemos un plan, unos objetivos y realizamos un seguimiento adecuado, lo que realmente sucede es que estamos improvisando y probablemente no será la mejor opción para nuestros ahorros.

Como asesor financiero una de las preguntas que más me hacen es ¿Debería vender ahora mis acciones de...?. Mi respuesta es siempre la misma: «Depende de cual fuera tu objetivo cuando las compraste». Pocas veces la conversación continúa, porque, aunque parezca extraño, con frecuencia no sabemos por qué y ni para qué hacemos ciertas inversiones.

Para dar una respuesta adecuada necesitaríamos saber cuáles son nuestras motivaciones y necesidades: si buscamos un ahorro a largo plazo, con un objetivo como la jubilación, por ejemplo, o si en realidad nos interesa el dividendo, porque ya no obtenemos rendimientos por los depósitos bancarios, o si hemos hecho una inversión muy especulativa y a corto plazo, pensando que necesitaremos liquidez en breve.

Me temo que improvisamos mucho y que nos dejamos llevar por recomendaciones de conocidos, rumores o «corazonadas» y que en definitiva no tenemos un plan.

Así que está semana mi consejo es que piensen en sus objetivos y necesidades personales y en base a ello, vayan tomando decisiones a lo largo del camino.

Dejemos la improvisación para el mundo de las artes y seamos rigurosos en nuestras finanzas personales. Porque si no sabemos hacia dónde queremos ir, resulta muy difícil llegar al sitio correcto.

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