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Director de la oficina para la marca España

Francisco Rábena: «El empresario valenciano está habituado a luchar contra los mejores»

Francisco Rábena G. Caballero

Francisco Rábena (València, 1957), diplomático, dirige la Oficina para la Marca España desde hace seis meses. Casado y padre de cuatro hijos, ha sido embajador en Singapur y en El Salvador, así como asesor de la Generalitat con los gobiernos de Eduardo Zaplana y José Luis Olivas. El alto comisionado para la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, le fichó para la Oficina.

La Oficina para la Marca España se creó en 2012 para combatir la imagen negativa de España. ¿Cómo ha cambiado en estos cinco años?

El año de su creación España era el país de los hombres de negro [de las instituciones internacionales que vigilaban la economía], de la crisis financiera, el paro, las tarjetas black de Bankia, los desahucios. Era un momento muy crítico para los españoles y para la propia sociedad. Se crea la oficina con el fin de compensar esa falta de credibilidad. Funcionalmente dependemos de Presidencia del Gobierno y orgánicamente del Ministerio de Exteriores. Creo que se han hecho las cosas bien. Se consiguió frenar la debacle con una política de torniquete. Nos tocó defender que las empresas españolas cumplen sus compromisos financieros, construyen autopistas... Fueron cinco años muy intensos. Obviamente, ahora la situación es otra. La economía crece y se genera empleo. Nuestra estrategia es otra.

¿Cuál?

Sin dejar de apoyar a las empresas para que logren contratos fuera, tenemos que crear una imagen de España que esté más en contacto con los sentimientos de los españoles. Tenemos muchas cosas positivas y los propios españoles no lo sabemos. Debemos ampliar el foco, conectar a nivel de sentimiento. La marca España, además, tiene que hacerse aquí, por todos, no puede ser un proyecto construido por un grupo de expertos en Madrid. Y el país tiene que estar en los foros internacionales de debate de cuestiones trascendentes como cambio climático, refugiados, etc.. Que se sepa que España está ahí, en la vanguardia de la solución a estos problemas.

¿Cómo afecta el conflicto catalán?

Tuvo un impacto muy negativo en el primer momento, sobre todo en Europa, en las fechas cercanas al 1 de octubre. Afortunadamente este golpe duró poco, porque si hay un país muy conocido por los turistas es España. Aquí vienen muchos europeos de vacaciones desde hace 15 años. Saben que no es un país franquista. Sería grave si el problema se eterniza y no se es capaz de formar gobierno. Pero confiemos en que no sea así. La imagen de España es más fuerte que eso.

¿La corrupción afecta?

Cuando se habla mucho de corrupción es porque existe pero también porque hay personas en los tribunales, lo que significa que el delito se persigue y también que la justicia es lenta. La corrupción no es la normalidad en España ni debe ser aceptada. Es intolerable. Hace falta tener una sólida escala de valores y una mayor transparencia para dificultar la corrupción. Que no se hagan estas acciones porque los ciudadanos pensemos que eso no se hace, no por el miedo a que nos vayan a pillar. Pero claro que afecta negativamente.

¿Cómo ve a la Comunitat Valenciana?

Muy bien y no porque yo sea valenciano. La Comunitat tiene que crear las condiciones necesarias para atraer talento y también debe lograr un crecimiento económico sólido. Solo así se permitirá a los valencianos desarrollarse dentro de la comunidad, que no tengan que irse fuera porque no haya ese escalón superior de desafios. La Generalitat sabe que hoy en día la gallina de oro es la cuarta revolución: la robótica, inteligencia artificial, etc. Los gobiernos que no apuesten por eso no lo van a tener muy bien. Imagínese que Ford, en un momento dado, tenga que decidir qué coches autónomos hace y donde. Si aquí somos capaces de crear ciudades inteligentes, Ford puede decir en ese momento que va a hacer aquí sus coches, que necesitan una cantidad de datos inmensa para recorrer unos pocos metros. Hace falta ciudades preparadas, con infraestructuras. Esa inversión la tiene que hacer la administración, que ha de tener prioridades. Invierto en eso, o en otra cosa. Si inviertes en eso igual Ford sigue aquí cien años más y si no, se puede ir a Alemania, Italia, EE UU o la antigua Yugoslavia. Tenemos el problema de la financiación, que hay que negociar bien con el Gobierno central.

Y el empresario valenciano, ¿qué debe hacer?

El empresario valenciano ya está preparado para estar en este contexto. Tradicionalmente exportador, ha tenido que luchar contra los mejores desde siempre, desde mucho antes de que existiera Internet. Lo ha hecho sin el apoyo ni el proteccionismo del que han gozado en otras zonas de España. Un ejemplo, el juguete. Ibi sigue siendo hoy una potencia mundial. ¿Ahora del juguete a un euro en los chinos? Sí, se han sabido adaptar y eso es bueno. Lo mismo con el azulejo. Parecía que China iba a matar a la cerámica de Castellón, pero ahí está combatiendo a la perfección, con diseño y calidad.

¿No hay nada que el empresario deba mejorar?

Diría que no debe conformarse nunca con su statu quo, aunque le vaya muy bien. Ha de tener espíritu crítico y una exigencia continua. Además debe ser solidario.

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