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Entrevista

Fernando Roig: "Mis hijos decidirán si venden Pamesa"

El presidente de Pamesa reflexiona sobre el futuro de su empresa familiar y sobre la sucesión. Cree que la concentración del sector seguirá, con compras y sin fusiones entre iguales

Fernando Roig, en la sede de Pamesa. Fernando Bustamante

Pamesa huele a familia por todas partes. Desde la estatua Callejeros, de Elena Negueroles, mujer del presidente (Fernando Roig), que recibe al visitante en la fábrica de Almassora, a los tres cuadros que cuelgan del despacho de Roig: un retrato de él de joven y otros dos de sus dos hijos (Fernando y Elena). Están situados a la derecha de su escritorio, sobre el que reposan fotografías de sus nietos y una carta manuscrita de su hija, enmarcada, felicitándole por su 7o cumpleaños. «Gracias por dejarme aprender de ti, por enseñarme el valor de la palabra generosidad, por estar siempre pendiente de que esté bien, por dejar que me equivoque pero siempre sabiendo que puedo volver a tus brazos a refugiarme», escribe Elena Roig Negueroles.

A pesar de que los Roig están por todas partes, en la empresa sólo trabaja uno, Fernando padre, nacido en València hace 70 años. Su mujer vive por y para la pintura; su hijo dirige el Villarreal CF y su hija no trabaja. ¿Le apena a Roig que ningún familiar le acompañe en la compañía? «En absoluto. Soy feliz. No es fácil que padres e hijos trabajen juntos, por mucho que sean dos generaciones perfectamente válidas. Fernando está haciendo un gran trabajo en el Villarreal y cogiendo mucha experiencia en el mundo de la empresa. Porque es fútbol, pero es empresa también. Y Elena no trabaja». Además, Roig está tranquilo, porque, igual que su hermano Juan, presidente de Mercadona, no tiene prisa por jubilarse. «Pienso estar en activo diez o doce años, si me encuentro bien como ahora», afirma.

Qué sucederá cuando se retire es una incógnita. «No tengo ninguna necesidad de vender la empresa. Mientras yo esté en condiciones, no lo haré». ¿Ni aunque reciba una oferta de alguno de los grandes fondos que están ahora muy interesados en el sector? «Ni aun así. Lo que sí quiero es dejar a mis hijos una empresa saneada, sin deudas. Ellos heredarán el capital y ya dirán qué quieren hacer. Si deciden continuar, lo harán y si prefieren vender, lo mismo. También pueden buscar un gestor y quedarse como socios capitalistas. La tarea de decidir si vender Pamesa o no se la dejaré a ellos», reflexiona.

Roig ya recibió una oferta de compra de un fondo de BBVA hace algo más de una década, antes de la crisis. «Pamesa estaba entonces en un buen momento y tenía recorrido. Mi sucesión estaba en la misma situación que hoy, por lo que casi acepté. Pero durante las negociaciones cambiaron algunas circunstancias. No me gustó y lo dejé estar. Lo que sí decidí es que si no vendía, a partir de ahí todo iba a ser reinversión», explica.

El empresario está «contento y satisfecho con la decisión. Pamesa vale hoy muchísimo más», recuerda, sin desvelar el precio de entonces ni el de ahora. «No daré cifras. Pero vayamos al fútbol. ¿Cuánto vale el Villarreal? Alguien puede decir 400 millones de euros ¿Habría interesados a ese precio?Aunque así fuera, yo no vendería. ¿Cuánto vale Pamesa? Sus perspectivas son buenísimas e indicadores habituales en estas operaciones como el PER [relación entre el precio de la acción y el beneficio] no me importan», señala.

Salir a Bolsa para vender y materializar plusvalías tampoco está en sus planes porque, además, nunca ha sido un apasionado de cotizar. «No estar en Bolsa te da más posibilidades de hacer las políticas que quieres. Decidimos invertir más y ganar menos de cara al futuro, como le decía antes. Si hubiéramos estado en bolsa, las acciones habrían bajado. Si estás en el mercado tienes que maquillarte mucho para tener siempre buen color de cara», explica Roig, que se siente cómodo con la configuración de su empresa.

Grupo Pamesa, que en esta década ha comprado Navarti y Tau, cerró 2017 con unos ingresos de 584 millones, un 26% más que el año anterior. Tras realizar inversiones por 63 millones, se anotó un beneficio bruto consolidado de 51 millones, un 13% más. Este año prevé superar los 630 millones de ingresos. La empresa es el primer fabricante de azulejo español por volumen y la segunda por facturación, tras Porcelanosa.

El ránking no preocupa a Roig. «Nuestra intención en los próximos años es crecer de forma orgánica, sin más compras de empresas. El tamaño es importante, pero también lo es la agilidad y la forma de hacer. Pamesa está en un buen momento, de producción y de comercialización, con seis fábricas muy buenas y productivas, de las que salen 240.000 metros de azulejos diarios».

El crecimiento orgánico significará inversión. «El ritmo es brutal. 2018 será mucho mejor que el año pasado. Estamos trabajando mucho, yendo a formatos de producto cada vez más grandes. Tenemos un campo ahí por avanzar, igual que en la digitalización y en otros ámbitos. Queremos quitarle nicho de mercado al mármol, a la madera, a la tela... El crecimiento potencial de la cerámica aún es grande», explica.

La internacionalización será clave para Pamesa, que cuenta con una fábrica en Brasil, aunque Roig no prevé nuevas implantaciones productivas en otros países. «Es verdad que la cerámica es cada vez más local. El transporte es carísimo y la competencia de otros productores internacionales es creciente. Tiene todo el sentido fabricar en los mercados importantes. Los italianos están apostando fuerte por EE UU que, sin duda, es el mejor país para invertir hoy. Españoles no hay ninguno. Pero llegar allí requiere mucha dedicación y gente buena para hacerlo. A mí ya me coge un poco mayor».

De lo que no tiene duda es de que la concentración seguirá en el sector cerámico, que en 2017 protagonizó operaciones corporativas por más de 1.000 millones. «Hoy el dinero en los bancos no sirve para nada. Muchos fondos quieren invertir en el azulejo, que tiene márgenes superiores al 30%, muy altos para ser un sector industrial. Habrá más concentración. En este contexto o se es una empresa muy especializada o hace falta tamaño», indica Roig. El presidente de Pamesa pronostica que veremos más absorciones que fusiones entre iguales.«El grueso de las empresas cerámicas [unas 180] tiene capital familiar. Los que venden están acudiendo a fondos de fuera porque es más fácil llegar a un acuerdo con ellos que con otro industrial del sector», indica. Estas operaciones no están cambiando la fisonomía de la industria, de momento, «porque los directivos de las empresas vendidas se mantienen en sus puestos con los nuevos propietarios. Si no fuera así, sí sería distinto».

Inversiones en Tesla

Roig tiene todo su patrimonio en Pamesa y en Mercadona, de la que es accionista minoritario, salvo una participación en la empresa de coches eléctricos Tesla «Me compré un Tesla y eso me dio acciones de la marca. Lo que me costó el vehículo es lo que invertí. Fue un hobby. Actualmente conduzco el tercer modelo de la marca estadounidense, que funciona muy bien. Y las acciones suben mucho en Bolsa», señala.

De Mercadona, «qué le voy a decir. Mi hermano Juan anunció que en 2017 la empresa ganaría menos dinero porque invertiría más y así fue. Como accionista, Mercadona vale más en 2018 que en 2017 habiendo ganado más dinero dos años antes. Aprendo mucho de mi hermano, que es un fenómeno en la empresa y que continuamente está cambiando a Mercadona».

Roig tiene más cosas en común con su hermano, además de las acciones de la cadena de supermercados. El deporte es una de ellas. «Jugamos al pádel juntos, somos pareja, contra compañeros de colegio de Juan. Somos malísimos, pero nos divertimos», explica el empresario, que también camina para mantenerse en forma y que ha dejado de fumar. Todo por mantenerse en buenas condiciones y poder seguir al frente de la empresa más tiempo.

Para él, la crisis económica ya es historia, aunque le pesa que la recuperación haya llegado de forma desigual a los ciudadanos. «Nuestra misión como empresa es ganar dinero y repartir», sin olvidar las lecciones aprendidas de la crisis. «La burbuja inmobiliaria, la especulación, no crea riqueza, como tampoco lo hacen las empresas de la Bolsa, que suben y suben por sus expectativas. Generar riqueza es producir y producir mejor. Comprar un terreno por un euro y venderlo por dos puede tener sentido para un particular. Pero no como empresa. Cuando se exageran esas cosas, llega la burbuja inmobiliaria».

Corrupción

Los políticos y la corrupción no pueden quedarse al margen de las lecciones aprendidas de la crisis. «Me preocupa que los políticos no logren ponerse de acuerdo. Deberían centrarse más en los españoles y en su bienestar económico y social y dedicar menos esfuerzos a hacerse la puñeta el uno al otro». Cree que la situación de las pensiones es un tema que preocupa a la sociedad y que «hay que atender esa situación, pero sin volverse locos con la respuesta, no vaya a ser que no quede dinero para nosotros, los que estamos trabajando ahora. Yo ya he superado la edad de jubilación, pero ni se me ocurre retirarme».

Roig es enérgico en su repulsa a la corrupción. «Hoy la gente va con mucho más cuidado que hace diez o doce años, cuando la corrupción, las ayudas públicas, era algo normalizado. Ahora ya no». En su opinión «la prensa ha hecho bien en destapar estos asuntos turbios». No obstante, mejorar la clase política «es complicado teniendo en cuenta los sueldos de los políticos. Tener gente buena en política se tendría que pagar»

El empresario pide a las Administraciones «que nos dejen trabajar, a los empresarios. Que hagan las infraestructuras adecuadas que no puede realizar la iniciativa privada». Roig desdramatiza el problema de los costes energéticos, que inquieta a la patronal cerámica Ascer. «En gas estamos bien. En Pamesa tenemos una empresa de comercialización y compramos el gas más barato aquí de lo que lo hacemos en Brasil, por ejemplo. Allí es más caro», concluye.

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