La rabiosa juventud de José Gayà iluminó ayer al Valencia contra el Benfica en Londres. El empuje del chaval de Pedreguer devolvió al conjunto de Nuno a un partido que hasta ese momento, durante toda la primera parte, no había sido suyo, aturdido por el error inicial en el primer minuto de juego que acabó con el gol de los portugueses. Contribuyó con un gol y continuas intervenciones a la remontada final blanquinegra (1-3) que además dio el título de la Emirates Cup a los valencianistas. Con 19 años, Gayà juega con decisión, es listo tácticamente y no pierde la posición defensiva. En pocas palabras, conoce el oficio. También confirma que el Valencia se ha convertido en los últimos años en una fábrica inagotable de excelentes zurdos.

El Valencia de Nuno Espirito Santo va tomando forma con la calidad de los fichajes y los estímulos de Gayà, de Andrés Guardado, reconvertido a mediocentro, y de Pablo Piatti. Si Gayà representa el futuro, en Piatti aflora el instinto de supervivencia. Todo el trabajo y el sufrimiento acumulados la temporada anterior, en las que pasó de descartado sin dorsal a titular con la confianza de Pizzi, le han convertido en un jugador con una fe inmune a cualquier contratiempo, que pelea hasta las pelotas invisibles y base de actitud acaba siendo desequilibrante. El «Duende» tiró del Valencia en los peores minutos de la primera parte. Estrelló un balón en el poste, después de una buena conducción individual y regates, y también tuvo pillería en otras acciones de estrategia.

Guardado, por su parte, ha regresado con optimismo, revitalizado por su buen Mundial con México. A la espera de que lleguen los refuerzos de Enzo Pérez y Zuculini, Nuno lo ha colocado en el mediocentro, donde ya jugó en Brasil. Padeció defensivamente, como todo el bloque, todavía con muchas lagunas en el repliegue y en la defensa a balón parado. Es palpable que Otamendi necesita un socio en el centro de la defensa. En acciones de Jara y Candeias el Benfica perdonó el gol de la sentencia. Eso sí, con el balón en los pies, Guardado se supo manejar y dio criterio, como en el pase del primer tanto a Gayà.

Con Carles Gil frenado con brusquedad por los benfiquistas, algo acelerados por la goleada encajadas en la jornada anterior ante el Arsenal, entre las chispas aisladas de la primera parte hubo turno para Paco Alcácer. El torrentino enseñó su picardía para peinar un buen centro de Barragán y adelantarse a la salida de Artur. No fue gol por poco.

En la segunda mitad los cambios reanimaron al Valencia, que se olvidó de problemas defensivos acumulando calidad y jugando en campo rival. La tarea se facilita con el equilibrio y la seguridad que contagia Javi Fuego, que descansó de inicio. Entre las primeras conclusiones de la pretemporada hay que decir que empiezan a haber jugadores claves, con un lugar en el «once». Alcácer es sinónimo de gol. Otamendi y Parejo lo están jugando todo, el equipo siempre mejora con la aportación técnica de Gomes y Rodrigo. Con el mayor aporte de talento de los dos jugadores cedidos por Meriton Holdings Limited, el Valencia creció y el Benfica retrocedió, desplumado este verano tras ganarlo todo el curso pasado en Portugal. En diez minutos y tres goles el Valencia resolvió la papeleta.Con el resultado sentenciado, la embestida final del Benfica volvió a enseñar los defectos persistentes. Gayà, presente en todos los caldos, sacó bajo palos un gol seguro.

El partido contra el Benfica supuso también el debut de Yoel bajo palos. El meta gallego superó el peor trago que le puede aguardar a un guardameta debutante, como es encajar un gol en el primer minuto, sin haber tenido ocasión de intervenir. Poco se le podía reprochar. El envío de Otamendi rebotó en Guardado y con superioridad numérica, Derley definió con todo a favor. A pesar del golpe, que puede desmoralizar a cualquiera, Yoel se repuso y rindió a buen nivel, destacando en la anticipación. En los últimos minutos, su sustituto Jaume puso un par de manos para confirmar su buen papel este verano y refrendar una victoria que Espirito Santo celebró con una energía inusitada para un bolo veraniego. Se sacó la espina con Jorge Jesús, técnico del Benfica, que le ganó las finales de Copa y Copa de la Liga a las que llegó el Río Ave.