¿Qué es lo primero que le ha sorprendido de la ciudad de Valencia y del equipo?

No me ha sorprendido, me ha confirmado todo lo que conocía de una ciudad fascinante con gente abierta y en la calle. Es una ciudad con mucha vida desde el punto de vista social. Y desde el punto de vista deportivo, se siente la presión y el calor de la gente, sobre todo cuando entras en el estadio de Mestalla, que es un estadio histórico.

¿Qué le puede dar usted a un club tan inestable en las últimas temporadas como el Valencia, con cinco entrenadores en dos años?

Mi experiencia, mis ideas, y un equilibrio a todo. Sin equilibrio no se hace nada en la vida. Para lograr un gran objetivo, debes conquistar pequeñas metas.

Su idea de fútbol es muy atractiva: ha anunciado que, sin un delantero centro nato en la plantilla, quiere llegar con más jugadores al ataque y recuperar la pelota lo más arriba posible. Pero eso ya lo intentó sin éxito su antecesor, Pako Ayestarán. ¿Por qué cree que usted sí lo conseguirá?

Lo conseguiré porque este es un desafío importante en el que pienso que cada semana debemos mejorar pequeñas cosas. Esta semana, por ejemplo, debemos mejorar la fase defensiva, para no recibir tantos goles (14 en siete jornadas), pero sin olvidarnos de hacer gol. Dos o tres ideas, pero muy precisas.

¿Cómo era Prandelli como jugador?

Era considerado un comodín, jugaba en muchos puestos y muchos entrenadores me querían por esto. Pero el problema es que eso te despersonaliza.

¿Estuvo a la sombra de Tardelli?

Soy afortunado de haber jugado seis años en una Juventus que era la base de la Italia campeona del mundo del 82 en España: Zoff, Gentile, Tardelli, Paolo Rossi... Scirea (fallecido en accidente de tráfico en 1989), y yo era el primera reserva. Todavía no estaba en vigor la ley Bosman y yo no podía irme.

Después jugo con Platini. ¿Cómo era?

Platini es el fútbol, jugador de una inteligencia increíble, sabía qué hacer antes de recibir el balón, conseguía desdramatizar todo, una lucidez loca y, siendo un líder, conseguía unir a los compañeros.

¿Y qué piensa ahora cuando lo ve acusado de corrupción?

Lo considero una persona honesta y no conozco bien las acusaciones.

¿Cómo fue la final de Heysel (la Juve ganó la Copa de Europa de 1985 frente al Liverpool después de que una avalancha de hooligans acabara con la vida de 39 personas, 32 seguidores de la Juve)?

Una final que no se debió jugar. Nos obligaron por mantener el orden público. Nuestra suerte en este drama es no haber visto el verdadero drama. En televisión se vio todo, pero no en el vestuario.

¿Quién ha sido su maestro como entrenador?

Muchos: Tottarota, Mondonico, Trappatoni, Sonetti, he intentado tomar algo de cada uno, pero al final debes ser tú mismo. Trap ha sido un maestro no solo de calcio sino de vida. Pero cuando tienes la responsabilidad de decidir en décimas de segundo, debes ser tú mismo.

¿Cuánto tiempo ha entrenado a niños?

10 años. Era un mundo maravilloso.

¿Qué ha aprendido de ellos?

El trabajo cotidiano. Y a valorar las características de los jugadores, porque en el ámbito juvenil no hay mercado de fichajes y no puedes comprar ni vender. Tienes un grupo de 20 jugadores y debes tratar de sacarles el máximo rendimiento. He aprendido a darles los conocimientos para jugar al fútbol. Hemos trabajado en la mejor cantera de Italia, el Atalanta, y han salido 30 o 40 jugadores de Serie A.

¿Qué se puede hacer con la presión que meten los padres a los niños futbolistas?

No se puede hacer nada a no ser que se queden huérfanos. El problema del niño son los padres. El niño lo entiende todo: entiende si el entrenador hace jugar a uno o a otro, reconoce si el compañero es mejor. No tiene la mente malvada. En cambio, el padre mete presión, grandes expectativas, y la mayoría no pueden cumplirlas. He tenido la suerte de que para mi madre el calcio no existía: «Te debes diplomarte y luego haz lo que quieras». He estudiado, me he diplomado a los 18 años y después he podido jugar.

No sé si he sido un buen padre, pero he intentado no condicionar sus elecciones. He estado siempre presente pero a veces he estado detrás.

¿Dónde trabaja su hija?

Carolina trabaja en la Cruz Roja italiana. Se casó el año pasado con un chico canadiense. y ahora están trabajando en África en un proyecto. Estoy orgulloso.

Siempre se ha dicho que usted era el más español de los técnicos italianos. ¿Por qué los niños aman el balón?

Porque el fútbol es juego. Y al principio no debes condicionar el juego, los niños debes expresarse. Hemos grabado un vídeo en el que se ve que si tú das el balón a dos niños españoles, defensores, ellos intentan avanzar y salir jugando; si se lo das a dos niños italianos, se lo pasan entre los dos defensas porque tienen miedo a jugarlo. El niño no debe tener miedo, es un juego.

¿En qué se parece y en qué se diferencia la sociedad italiana a la española?

En los estadios españoles ves niños, mamás y papás. En Italia no. Por la violencia y porque los estadios son viejos. La Juve ha entendido esta necesidad con un estadio nuevo. Los otros clubes no.

¿De qué equipo era de pequeño?

Del Milan y de Gianni Rivera. Era muy tifoso de Rivera.

¿Por qué la homofobia sigue siendo tan fuerte en el fútbol?

El fútbol no estará nunca preparado para aceptar la homosexualidad. Habrá siempre una «omertà». Difícilmente uno se abre y declara su sexualidad. Cuando fui seleccionador de Italia, me preguntaron qué pensaba de este joven cantante, Tiziano Ferro, que había más o menos explicado su homosexualidad a sus padres. Y el padre tuvo una reacción de papá, que ama a su hijo independientemente de su orientación sexual. Yo dije que para mí lo maravilloso fue la declaración del padre (y después Cassano hizo unas manifestaciones en contra de la homosexualidad).

¿Por qué llevó a los jugadores de la Nazionale a Auschwitz durante la Eurocopa de Ucrania y Polonia 2012?

Porque todas las escuelas deberían ir a Auschwitz, simple, porque no se debe olvidar. La humanidad ha tocado fondo. Es imposible crecer en una sociedad que haya olvidado estas atrocidades.

Y a pesar de eso, ¿sigue pensando que el hombre es bueno por naturaleza, según afirma en su libro autobiogáfico, Il calcio fa bene?

El hombre es bueno, pero suceden algunas cosas. Cuando los llevé a Auschwitz, no es que yo quisiera educarlos, yo quería ir y entonces hablé con los responsables de la federación y con los jugadores y me dijeron que sí. No habíamos pensado en las consecuencias mediáticas, fue una cosa personal.

¿Y es verdad que el delantero Balotelli, cuya madre de adopción es judía, rompió a llorar?

No sé si lloró, pero sí que estaba muy conmovido y muy atento a los tres supervivientes que nos contaron su experiencia desde que llegaron en tren al campo de concentración. Fue una atmósfera muy especial.

Usted se enfrentó a la Ndrangheta, la mafia de Reggio-Calabria, cuando fue con la selección a entrenar a un pueblecito en el que el Estado había confiscado unos terrenos de la mafia, que se vengó quemándolos. ¿No tuvo miedo?

No se pueden robar los sueños de los niños. Por eso fuimos a apoyar a esa gente en su lucha contra el crimen organizado.