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Análisis

Ética y estética de Marcelino

El técnico ha conseguido en dos meses reconstruir un equipo y un club aturdidos hasta su llegada

Ética y estética de Marcelino

El fútbol puede con todo y a eso se ha fiado Marcelino para reconstruir, en apenas un mes hábil de competición, un equipo y un club aturdidos hasta su llegada en mayo pasado a Mestalla. El desastre en la gestión de Peter Lim ha pasado a mejor vida. El equipo tira del club y no al revés: le devuelve la autoestima y lo sitúa a la altura de su historia, además de recuperar la fe de la hinchada.

El volantazo de Marcelino ha sido ciertamente espectacular, consciente de lo que quería desde el principio. Limpiar el vestuario de futbolistas tóxicos siguiendo los consejos de quien mejor lo conocía (Voro), consagrar el estatus de los chicos más aventajados de la cantera (Carlos Soler y Lato), ascender como competencia a los meritorios del Mestalla (Nacho Vidal, Nacho Gil y Javi Jiménez), y dar en el clavo de los fichajes, aunque hubiera de esperar a última hora, confirmando, además, que también domina, como es su obligación, el mercado internacional (Neto, Murillo, Paulista, Kondogbia, Andreas Pereira y Guedes). El resultado es contundente en este arranque de Liga: 9 goles a favor y tres en contra (dos victorias y tres empates), en contraste con los dos pésimos últimos ejercicios.

El dilema del Valencia CF en la primavera pasada estuvo entre la ética de Marcelino y la estética de Quique Setién. Ganó el pulso Mateu Alemany a Alesanco porque el hartazgo del valencianismo aconsejaba la fiabilidad de Marcelino más que la sensibilidad de Setién, aunque los dos sean excelentes entrenadores.

El técnico quiere ganar y seducir

La ética de la honradez de Marcelino ha sido asimilada por su equipo al punto de que Mestalla, sin ver a sus jugadores rematar ni una sola vez al Atlético, se marchara tan orgullosa a su casa. Ese partido, no obstante, dejó tocado a Marcelino. Y se pasó machando en los siguientes entrenamientos las llegadas escalonadas de tres hombres al ataque porque entiende que el fútbol son emociones y ocasiones de gol. La goleada liberadora al Málaga (5-0) puede considerarse una recompensa.

Sostiene Pepe Martínez, maestro de entrenadores, que Marcelino fue en su día un mediocampista técnico y fino cuando lo dirigió en el Levante UD de los 80. Su evolución como entrenador, sin embargo, se distanció de la idea hegemónica durante el esplendor del fútbol de toque del Barça y de España. Sin renunciar a lo mejor de ese estilo, él, al igual que otros técnicos de personalidad como Ernesto Valverde, buscaron caminos intermedios.

Uno de ellos lo transitó Simeone. Al transformar al Atlético, el argentino le aplicó una terapia de choque: su equipo fue el más duro del campeonato durante meses. Marcelino no ha tenido que llegar a eso. El Valencia defiende mucho mejor sin dar patadas. Es cuestión de aplicación, concentración y automatismos. Lo mismo en el ataque. Todos los futbolistas aprenden y mejoran con Marcelino. Además de ganar, el técnico asturiano quiere seducir.

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