El debate sobre el futuro de la dársena se ha reabierto tras la marcha casi segura de la Copa del América a Estados Unidos. Entre los urbanistas hay posiciones radicalmente opuestas pero todos coinciden en que se necesita una planificación a largo plazo, alejada de debates estériles y ocurrencias políticas. El arquitecto y padre del actual Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Valencia, Alejandro Escribano, es partidario de un uso intensivo de la dársena «vella» (rebautizada como Marina Real Juan Carlos I). Otros, en cambio, defienden la moderación.

Para Alejandro Escribano, el arquitecto que hizo el informe municipal a favor de la prolongación de Blasco Ibáñez, la dársena «es un espacio con unas cualidades excepcionales» pero «requiere unos usos intensivos para poder ser explotado». La marina de Valencia va a competir con otras grandes áreas comerciales y de ocio y necesita «suficiente masa crítica para ser capaz de atraer y de tener tirón». «Con seis restaurantes y cuatro tiendas, fallará», apunta el arquitecto que insiste en que este espacio «necesita un motor».

El Port Vell de Barcelona, un ejemplo de reordenación de un espacio portuario en desuso, encontró ese motor en un gran centro comercial y de ocio (Mare Magnum) y completó la transformación con un World Trade Center, detalla Escribano. Este es un modelo de los años 80 y es «mejorable». En Valencia, «hay que hacer un programa de usos ambicioso, que no se nos quede corto a la hora de planificar porque de lo contrario estará condenado al fracaso», remacha.

El agua es un elemento clave y «debe ser utilizada de mejor manera», apunta por otro lado el urbanista que es partidario de que el ámbito de la marina se extienda más al sur, hasta los muelles de Contenemar, precisamente el espacio que la alcaldesa, Rita Barberá, señala como zona para construir viviendas y que es un punto de choque con el Gobierno central.

«La introducción de viviendas sería un factor claramente positivo, coincido con la alcaldesa», apunta Escribano quien pone como ejemplo la regeneración urbana de los Dockland de Londres donde «se ha visto que sin viviendas no hay uso nocturno y no se aprovecha el espacio». En cuanto al tipo de arquitectura, Alejandro Escribano lo tiene claro. «No se trata de hacer rascacielos sino un pequeño barrio de tres o cuatro alturas, que mantenga el modelo mediterráneo y con algún edificio en altura, a modo de hito». Aduce que una ciudad rodeada de huerta como es Valencia «está obligada a ocupar sus viejos espacios». «Todas las ciudades modernas lo hacen, ocupan y reutilizan espacios obsoletos» bien sea un muelle portuario bien una fábrica. Escribano es partidario además de «meter densidad de ocupación porque eso contribuye al desarrollo sostenible». Cree que pueden coexistir viviendas con amarres, como planteó la alcaldesa, con viviendas sociales, como propusieron Jean Nouvel y GMP, los ganadores del primer concurso de ideas convocado por el Consorcio en 2007. Pero además considera que debe irse a una mezcla de usos, a una «densificación alta». «Allí cabe todo porque la superficie es enorme. Comercio, ocio, trabajo y vivienda». El urbanista cree que se podría invitar a empresas a instalar allí sus sedes para dar valor y calidad al entorno.

En cuanto al cómo hacerlo, Escribano considera que hay una responsabilidad pública, que es la urbanización y el planeamiento. Eso «es indelegable». «La administración debe poner las bases con un proyecto atractivo, a partir de ahí dar garantías para que lleguen los distintos operadores». Con un horizonte de salida de la crisis de dos años, Escribano considera que «es un buen momento para planificar y sentar las bases para captar inversores». A favor de Valencia está el hecho de que hay muy pocas infraestructuras en el Mediterráneo con esas posibilidades. «Ni Marsella, ni Génova pueden ofrecer un espacio de desarrollo como la dársena», remacha Escribano. «La dársena es una joya urbanística y la inversión privada llegará», apunta.

La Copa del América «ha situado a Valencia en el mundo y los que tienen que tomar decisiones de inversión ya saben donde está», destaca el arquitecto. En relación al primer concurso de ideas de la dársena, Escribano apunta que «estaba condicionado por un momento que ha pasado». Cree que sería interesante una nueva convocatoria, pero de carácter restringido, invitando a despachos especializados. Si se hace, confiesa que le gustaría estar.