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Valencia se engalanó ayer para celebrar en su casco antiguo la festividad del Corpus Christi, que en el «cap i casal» supone una jornada llena de ceremonias de larga tradición, que —por primera vez— salía a las calles con la catalogación de Bien de Interés Cultural (BIC).

Este año, además, la festividad contó con una novedad en el protocolo de la procesión de la tarde tras la modificación que se ha realizado recientemente en el Reglamento de Honores Militares. El cambio impulsado por el Gobierno tiene como objetivo la eliminación de los símbolos religiosos del Ejército y que, por tanto, supuso por primera vez en el Corpus de Valencia que los uniformados no podían ni cuadrarse ni presentar armas al paso de la Custodia, así como interpretar el himno nacional.

Como ya adelantó este diario el viernes, fuentes castrenses señalaron que el piquete de 28 militares del Cuartel General de la Fuerza de Maniobra acataría esta modificación, y eso fue lo que hicieron. A la salida del carro que transporta la Custodia, los seis militares que esperaban en la puerta se pusieron en posición de firmes, pero no mostraron armas y lo mismo hizo el resto de la representación que esperaba formada a un lado de la plaza. La interpretación del Himno de España a la salida del templo corrió a cargo de la Banda Municipal de Valencia.

Los militares, como es habitual, cerraron la comitiva, mientras el público presente les aplaudía sin cesar durante su salida de la plaza de la Virgen como muestra de apoyo masivo ante la nueva normativa. Esta misma situación se repitió a su paso por la calle María Cristina.

Si bien el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y la alcaldesa, Rita Barberá, y la Custodia fueron recibidos con aplausos junto a la Catedral y en las calles adyacentes, los dedicados a los militares fueron más sonados y se alargaron durante más tiempo, incluyendo algún «¡Viva el Ejército!».

Por lo demás, la procesión transcurrió sin ningún problema a pesar de la lluvia que amenazaba desde el mediodía con enturbiar la jornada festiva, aunque finalmente no fue así. Entre las autoridades, también acudieron a los actos el vicepresidente tercero del Consell, Juan Cotino, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, Juan Luis de la Rúa, así como parte del gobierno municipal.

La «moma» llega a las calles

Por la mañana, tras la misa pontificial en la Catedral, la fiesta se trasladó al exterior, a la plaza de la Virgen, engalanada para recibir la Cabalgata del Convite en la que el «Capellà», como manda la tradición, invitó a caballo a los presentes a acudir a la procesión de la tarde: «La fiesta más solemne y antigua de la ciudad y la más bonita de todo el mundo».

El público respondió con aplausos a este personaje que los asiduos a la fiesta guardan especial cariño y, a continuación, al son del «tabalet» y la «dolçaina» llegaron las danzas que deleitaron a pequeños y mayores. Fue el turno, entonces, de los «Caballets», «Pastorets», la «Magrana» y, cómo no, de la «Moma», emblema de la fiesta valenciana del Corpus. Acompañada por los siete «momos», que representan los pecados capitales, repitió varias danzas a lo largo del recorrido en las que metafóricamente derrota a estas figuras.

Cerraron la comitiva los personajes bíblicos y la representación de varios Misterios. Como cada año, la nota humorística la protagonizó la «degollà», un grupo de personas que recuerda el asesinato de niños por los soldados de Herodes, golpeando con bastones de goma al público mientras gritan para divertirlos.

Este grupo es el protagonista de uno de los momentos más curiosos y esperados, el de la «poalà», en el que se lanzan cientos de litros de agua desde los balcones de la calles Caballeros y Avellana, así como desde unos cubos colgados entre los edificios.

Por la tarde, la actividad se iniciaba con el paso de las «Roques», carros triunfales tirados por caballos. El momento álgido de esta comitiva tuvo lugar al final de la calle Avellanas, y junto al Arzobispado de Valencia, donde la procesión se convirtió en una demostración de tiro y arrastre por parte de los dueños de los animales. El gran desnivel de la calle, que además se sitúa en una curva, generó grandes momentos de emoción para los presentes, mientras veían a los animales dar todas sus energías en esta empresa, resbalando con el firme. Luego llegaría la gran procesión con la que se cerraron las fiestas.

La lluvia respeta la procesión solemne

Las previsiones para el día de ayer de la Agencia Estatal de Meteorología preveían lluvias y finalmente hizo presencia el agua, pero por suerte para las celebraciones no llegó a perjudicar. La mañana arrancó con un cielo soleado y más de 20 grados y de hecho aguantó así el cielo hasta llegado el mediodía. Cuando la comitiva de la Cabalgata del Convite pasaban por la plaza de la Virgen, el cielo empezó a encapotarse.Inmediatamente la mirada de muchos de los presentes se dirijieron hacia los más alto esperando que no se cumpliera la famosa frase de «Es xopa fins la Moma». Por la tarde más de una hora depués del comienzo de la procesión, empezó a llover levemente, aunque finalmente sólo fue necesario tirar de paragüas durante un rato. j.v.p. valencia