Pretender conseguir la rehabilitación del Cabanyal es una tarea compleja que requiere la colaboración de todas las administraciones. Conseguirlo, con la actitud hostil que viene demostrando el Equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Valencia, que cuenta con la complicidad de la Generalitat, viene siendo una tarea de titanes, casi clandestina.

Desde la perspectiva que da haber seguido muy de cerca, personal y profesionalmente, el proceso de degradación inducida al que se ha visto sometida esta parte de la ciudad de Valencia. Desde la constatación de la realidad de un pueblo, en el que ves coincidir el punto más álgido en el reconocimiento de su interés patrimonial, a nivel nacional e incluso internacional, con el mayor desprecio y abandono desde las instituciones más próximas y responsables de su gobierno, incluso el desprecio de algunos vecinos, que con el pretencioso slogan de «Els veïns del Cabanyal» pretenden justificar el expolio como única alternativa a las consecuencias del abandono de sus gobernantes. Es desde esa personal y comprometida posición, desde la que se llega a la conclusión de que el principal obstáculo que tiene el Cabanyal para conseguir salir de su situación actual, es el empeño del equipo de gobierno de la ciudad de Valencia y de un modo muy especial, la particular forma de ejercer la gestión municipal que tiene su Alcaldesa. Su incapacidad para el dialogo con quienes no comparten sus planteamientos, y su tendencia a la descalificación personal de quien se atreve a mostrarle con argumentos, otros caminos al que ella ha decidido, convierten la sana discrepancia política de pareceres, en un campo de batalla en el que prevalece la violencia verbal y en el que la alcaldesa se encuentra a sus anchas, entre otras cosas porque los demás prefieren no entrar. En ese sentido, no viene dudando en insultar a los vecinos, llamándonos violentos, a la Vicepresidenta del Gobierno por estar en manos de los vecinos —menuda fuerza la nuestra—, a la Ministra de Cultura por estar en manos de la Vicepresidenta y ahora a la Directora General de Arquitectura por atreverse a decir lo que todo el mundo sabe, que en determinadas calles del Cabanyal no se cumplen las condiciones mínimas que está obligado a garantizar un Ayuntamiento. Hacer el chiste de que la Directora General de Arquitectura ha venido a hacer la prueba del algodón, resulta como mínimo insultante para los vecinos que viven en las inmediaciones de la «zona cero», donde la hierba crece junto a los bordillos de las aceras de la calle Progreso. No hace falta pasar el algodón, lo que debería hacer la Sra. Alcaldesa es acabar de limpiar los solares en los que aun se acumulan los escombros de los últimos derribos y vallarlos como mandan las licencias de derribo que se auto-concede el propio Ayuntamiento.

También le ha dolido a la alcaldesa que se señale desde el Ministerio, con tanta precisión, la ausencia de una Oficina de Rehabilitación encargada de la información y gestión de las ayudas que desde el Ministerio de Vivienda se han puesto al alcance de los vecinos para rehabilitar sus casas. Cabanyal 2010 no lo es, lo dice la propia Conselleria de Vivienda, que no la reconoce como tal, por más que se empeñe en decir lo contrario el Sr. Alfonso Grau. Más de dos años desde que se firmó el convenio de la Comisión Bilateral, y Ayuntamiento y G.V. no han sido capaces de justificar la existencia de un solo expediente en el que se hayan utilizado los recursos económicos enviados desde el Madrid. Pero claro en este tema ha preferido guardar silencio, no vaya a ser que cuando sus declaraciones salgan en Canal 9, los vecinos se enteren de la existencia de dichas ayudas. 700.000 euros entregó el Ministerio de Vivienda cuando en diciembre del 2007 se firmó el convenio y nadie sabe dónde está ese dinero. Al menos ahora sabemos que no lo saben en Madrid.

Pero si hasta ahora ha sido la falta de información, el principal obstáculo para la rehabilitación del Cabanyal, para compensar el revés político de tener que acatar la Orden Ministerial, en estos días se ha pasado del lacónico «Sin prolongación no habrá rehabilitación» , al más decidido «Sin prolongación no hay licencias de rehabilitación». De no hacer, han pasado a pretender no dejar hacer. No se atreven a una suspensión de licencias que a todas luces resultaría injustificada, pero se amenaza con la voluntad política de no concederlas, una decisión que roza la prevaricación. Incluso se va más allá, se trata de crear inseguridad en la legalidad urbanística, negándose a admitir cual es la que rige en estos momentos, que no puede ser otra que la que emana del PGOU de 1988 y la del plan del Paseo Marítimo de 1991 con sus respectivos catálogos de edificios protegidos.

Si la ausencia de ayudas no ha sido obstáculo para la rehabilitación de viviendas en el Cabanyal en todos estos años, tampoco lo será la ausencia de licencias. Los vecinos llevan años sobreviviendo a todo tipo de adversidades. Contra los incendios de las barracas, los bombardeos de la aviación fascista, las riadas del Turia, los intentos de prolongación de la Sra. Barberá y ahora contra la negativa a otorgar licencias de obra. Pero si el sentido común se impone y la alcaldesa no consigue que le dejen derribarlo, será más difícil mientras ella ostente su cargo, pero con licencias o sin ellas se rehabilitará el Cabanyal.