La aparición de documentos inéditos sobre la reliquia que se venera en la catedral de Valencia del brazo incorrupto de San Vicente Mártir, muerto en el año 304, revela datos desconocidos de su historia antes de su llegada a la capital valenciana en 1970, como que fue venerada en Venecia en el siglo XVIII. Igualmente, el brazo del santo tuvo que ser escondido en un parvulario italiano para evitar que cayera en poder de las tropas napoleónicas, según la investigación realizada por Jorge Martorell, de 31 años licenciado y bibliotecario de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir y que publica el semanario Paraula en su último número por la festividad.

Entre los escritos que han sido investigados por primera vez por Jorge Martorell figura uno original del patriarca de Venecia en 1969, Albino Luciani, futuro papa Juan Pablo I, certificando la autenticidad de la reliquia, que ya se veneraba en 1794 en Venecia.

Después de estudiar y catalogar durante dos años el fondo documental de la reliquia existente en la Seo, Martorell destaca que la reliquia pasó a custodiarse en el parvulario «Santa Madre de Dios», que estaba junto al convento de Santo Domingo di Castello en Venecia, hasta que llegó a manos del particular Pietro Zampieri.

Según la tradición, arraigada en la historia, el cuerpo del santo después de su martirio en el año 304, reposaría en su basílica de extramuros de Valencia. Con la dominación musulmana y «por temor a su profanación, los restos se debieron de esconder, dispersándose por varios lugares de Europa». Se sabe que parte de ellos se llevaron en barco hasta Lisboa.

Por lo que respecta al brazo izquierdo, la tradición sostiene que un obispo mozárabe valenciano, Teudovildo, a finales del siglo XI, peregrina a Tierra Santa llevando consigo la reliquia. El puerto de la ciudad de Bari era el lugar de embarque hacia los Santos Lugares y «viéndose allí en trance de muerte, la entregó al obispo de aquella ciudad, para que en caso de fallecer -así ocurrió- quedase depositada en la iglesia de San Nicolás».

Según la investigación de Jorge Martorell, a principios del siglo XV, la reliquia pasa al convento de Santo Domingo ´di Castello´, en Venecia y permanece allí hasta la desaparición del monasterio a principios del siglo XIX con la invasión napoleónica.

De aquí pasará a ser custodiada por diferentes poseedores hasta llegar en 1948 a manos de un feligrés de Vigonovo, en la diócesis de Pádua (Venecia), Pietro Zampieri.

En 1966 Zampieri ofrece la reliquia a la diócesis de Valencia, pensando que esta entrega servirá para aumentar la devoción al patrón de la ciudad y para ello se pone en contacto con el entonces arzobispo Marcelino Olaechea, que la aceptó. Los trámites los continúa, tras la jubilación de Olaechea, su obispo auxiliar, Rafael González Moralejo, vicario capitular, que antes de aceptar la donación encargó se examinase desde todos los ámbitos —histórico, canónico, antropológico y médico-legal— la autenticidad de la reliquia.

En 1968, distintos exámenes de la reliquia realizados en el Instituto de Cirugía Plástica de la Universidad de Padua arrojaron resultados «positivos y concordes entre sí y con el relato de la pasión y martirio del santo, escrita en el mismo siglo de su muerte», según informa el Arzobispado. En la investigación intervino un grupo de forenses, catedráticos de universidades italianas, médicos, sacerdotes y diversos expertos. Los estudios del brazo confirmaron, entre otros extremos, que «carece de dedo pulgar y que la piel que recubre el brazo aparece de color marrón oscuro, por probable carbonización».

En 16 octubre de 1970 la reliquia de San Vicente Mártir llega a Valencia, procedente de Italia y al día siguiente entró en la catedral.