El calificativo popular de "el dios de los niños" era como se reconocía cariñosamente la labor médica que llevó a cabo a favor de la infancia, y hasta en algún libro -por ejemplo, "Los 101 hijos ilustres de Valencia", del valencianista Vicente Añón- se recoge este sobrenombre que marcó entre los siglos XIX y XX la generosa e ilustre actividad del doctor Ramón Gómez Ferrer, nacido en Valencia en diciembre de 1862 -este año se cumple siglo y medio-, y que falleció en junio de 1924, tras recibir cuatro años antes el homenaje del "monumental monumento" -valga la redundancia- que se levantó en la Glorieta y de recibir, al mismo tiempo, el título de hijo predilecto de la ciudad.

Ramón Gómez Ferrer era el primogénito de Pedro Gómez Martín, un hombre trabajador, oriundo de Mora de Rubielos y que en Valencia era empleado de comercio, y de Isidra Ferrer Barbad, que tuvieron otros seis hijos: Carolina, Mercedes, Pilar, Francisco, Aniano -también médico de reconocido prestigio- y Consuelo -ésta, que casó con Enrique Brines Rosa, fue abuela de quien ahora firma esta crónica- y ejerció de maestra nacional y directora de un grupo escolar. Ramón, con 17 años de edad, ya ganó plaza de alumno interno en la Facultad de Medicina, y con 19 se licenció en dicha carrera, en la que alcanzó las más altas cotas en la especialidad de Pediatría: con 22, ya tenía el doctorado con una tesis en la que trataba sobre la herencia orgánica a favor de la higiene; ingresó en el Cuerpo Municipal de Sanidad, fue socio de honor del Instituto Médico Valenciano; con 24 años, ingresó en el Hospital Provincial; fue en seguida nombrado profesor ayudante en la universidad madrileña, donde fue director del Asilo de San Juan Bautista; y al cumplir los 26 gana con el número uno la cátedra de Pediatría, pudiendo escoger entre Granada, Barcelona y Valencia. Naturalmente, escoge su ciudad natal, y acá se vino para ejercer una actividad histórica y crear una familia.

Contrajo matrimonio con Amparo Martí Martínez, que lamentablemente falleció poco después de nacer su primer hijo, Pedro Gómez Martí -posteriormente ya llevó honrosamente como primer apellido el unido con los dos de su ilustre padre-. Este médico también pediatra, del que recientemente Levante-EMV publicó una extensa crónica, fue además ilustre literato con diversos libros, conferencias y artículos, y Vicente Blasco Ibáñez le tuvo en especial estima, al extremo que le escogió como presentador y prologuista en conferencias y libros del autor de "Cañas y barro". Ramón Gómez Ferrer, tras enviudar y con un hijo recién nacido, contrajo posteriormente nuevo matrimonio con Clara Yagüe Fruto, de la que tuvo dos hijos, Clara -más tarde casada con el magistrado y alcalde de Valencia, Baltasar Rull Villar, y abuela del actual concejal Joan Calabuig Rull- y Rafael, igualmente pediatra, padre de dos destacados actuales médicos de Valencia y del que fue decano del Colegio Notarial Rafael Gómez-Ferrer Sapiña, recientemente fallecido.

Su prestigio en la Pediatría le llevó, por una parte, al Decanato de la Facultad de Medicina y a la dirección de la Clínica de Pediatría de la misma, a la dirección del Sanatorio de La Malvarrosa, a la Presidencia de la Academia de Medicina y de otras entidades, como el Centro Aragonés -sus raíces estaban en la provincia de Teruel, donde siguió residiendo en vacaciones, lo que han continuado sus nietos y bisnietos- y del Ateneo Científico. Y su renombre en la especialidad le llevó a ser requerido como conferenciante y congresista en diversos centros especializados de renombre internacional.