¿Cuál es su vinculación con la festividad del Corpus Christi?

La verdad es que como me meto en todos los líos [risas]... Los inicios fueron en 1997 cuando escribí un libro general sobre el Corpus. Comencé a escarbar y a encontrar datos muy interesantes. Me enamoró de inmediato.

¿Le hizo ilusión que le nombrasen pregonero?

Pues la verdad es que sí porque cuando haces un tema, te enamora y lo conoces... no es lo mismo que escribir cualquier texto. Y además ha coincidido que yo estoy haciendo el doctorado en Teología y elegí el Corpus de Valencia para hacer mi tesis. Porque es una catequesis bíblica visual y urbana (de hecho, así se titula la tesis). Por eso, ser el pregonero me hace ilusión. He redactado cuatro borradores.

¿Y qué tiene la fiesta del Corpus para que le enamorara casi de inmediato?

Es que la historia del Corpus es la historia de Valencia, y de los valencianos. Nos gusta vestirnos, disfrazarnos... Hacemos fiesta en cualquier lugar... En definitiva, somos un pueblo barroco, mediterráneo, estético, que se apunta a todo. De hecho se nos amontonan las fiestas. Va una detrás de otra, una detrás de otra [risas]... De alguna manera la historia del Corpus es la historia viva de Valencia. De hecho, estudiando la fiesta, ves cosas increíbles. Por ejemplo: Una de las cosas que tenía el Corpus en sus inicios era que, a medio día, antes de la procesión, soltaban toros por la ciudad, pero sin barreras ni nada. Los toros por la calle y sálvese quien pueda. Y tracas kilométricas... Es decir, en el siglo XIV nosotros ya éramos como somos. O nosotros somos como éramos en el siglo XIV. Eso me encantó. Y hay una documentación completísima en el Archivo Municipal.

La polémica que ha habido este año con los trajes. ¿Cree que al final ha reforzado la fiesta?

Sí. La polémica siempre es buena. Lo importante es que se hable de la fiesta. Los valencianos somos muy tranquilos, y nos ganan con una paella y una «mascletà». Somos un pueblo complacido, así que la polémica nos viene bien para ponernos las pilas y debatir cosas que, de otra forma, no haríamos. Pero, sinceramente, en el tema de los trajes yo veo mejor que cada miembro que sale en la procesión se haga el suyo y se lo pague. Como hacen las falleras o los de la Semana Santa Marinera. Porque, de lo contrario, si cambia el gobierno y deja de pagar la fiesta... ¿qué hacemos?

¿Cree usted que la ciudad vive la festividad del Corpus?

No. Esta ciudad tiene una cosa, que no es la misma en la avenida de las Corts Valencianes, que en la avenida Aragón, que el Cabanyal. Hay gente que no sabe lo que es el Corpus, ni lo que se hace, porque no le interesa. Del cerca de millón de habitantes que tiene Valencia, solo unos 100.000 viven las fiestas tradicionales. Eso sí, van a todas.

¿Y cómo se les podría incluir?

Dando a conocer las fiestas y tradiciones con mucha promoción y publicidad. Que se hable de ellas, aunque con polémicas. Pero muchas veces los colectivos festivos evitan criticar o contar sus problemas. Y lo importante es que haya debate, que sepan las cosas.

De la fiesta, ¿qué es lo que más le gusta?

La cabalgata del Convite, con esa plaza de la Virgen llena de danzas, color y olor. Es muy divertida.

Del 1 al 10, ¿qué nota le pondría al Corpus de Valencia?

Un 9 o 9,5 porque Amics del Corpus ha hecho mucho por ella. Hay que felicitar al anterior presidente José Ramón Pons y desearle que mejore su salud. El ayuntamiento, sin embargo podría hacer mucho más de lo que hace porque todo el peso recae en la asociación.

La declaración de BIC fue el último paso. ¿Es suficiente?

Para nada. Hay que ir a por la declaración de la fiesta de Interés Turístico Nacional o Internacional. Eso atrae a los visitantes. Pero la declaración de BIC no da subvenciones, e impide incluir cambios.