Han pasado ya seis años desde el accidente del metro de Valencia, en el que murieron 43 personas y por el que nadie dimitió, pero algunas circunstancias que lo rodearon vuelven a estar de actualidad. Porque en medio de la catástrofe medioambiental que ha sufrido la Comunitat Valenciana por los incendios de Andilla y Cortes de Pallás se han vuelto a escuchar dos palabras muy repetidas aquel fatídico 3 de julio de 2006: "Ha sido inevitable e imprevisible".

Son las mismas dos palabras que los responsables técnicos y políticos del metro de Valencia han usado como escudo contra las familias de los 43 fallecidos y 47 heridos en el accidente de la estación de Jesús, que insisten en exigir responsabilidades, lograr un ferrocarril más seguro y reclamar todos los medios para que un siniestro como el de hace setenta y dos meses no vuelva a suceder. De ahí que, para muchas personas, lo de "inevitable e imprevisible" es como volver a escuchar la misma cantinela.

"El accidente del metro y los incendios se podrían haber evitado si el PP invirtiera más en en el bien común en lugar de las fanfarrias que les divierten y hacen ricos a muchos de ellos", criticó ayer el escritor Alfons Cervera, durante el homenaje a los fallecidos que la Asociación de Víctimas del Metro celebró en la Plaza de la Virgen ante unas quinientas personas.

"Hoy con los incendios que han arrasado la Comunitat Valenciana volvemos a oir que eran inevitables e imprevisibles, pero esas palabras sólo sirven para tapar la falta inversión y la falta en medidas de prevención que sufrimos", aseguró la presidenta de la Asociación de Víctimas del Metro, Beatriz Garrote. "Necesitamos saber la verdad. Y no quedarnos con la pantomima de la comisión de investigación de las Corts de cuatro días, con técnicos de FGV que fueron adoctrinados y se fueron de mariscada para celebrar el cierre de la comisión".

Garrote, en nombre de todas las familias, lamentó que "mueran 43 personas y nadie dimita, el Gobierno mire hace otro lado y la jueza rechace una tras otra la petición de pruebas. No ha habido justicia y, frente a eso, la sociedad ha preferido mirar a otro lado".

Es lo que suele suceder con el poder, como recordó Joan Fran Rozalén el director de la compañía La Dependent que ha llevado a escena "Les dones de lockerbie", una tragedia que da voz a las víctimas del metro. "El poder siempre se esconde cuando ha de mirar a los ojos a los ojos de las víctimas. Pero nosotros somos el altavoz de vuestras luchas. Y vuestra lucha es nuestro dolor". Porque las víctimas, como recordó en su discurso el catedrático de estética, Román de la Calle, "tienen derecho a saber la verdad con un doble objetivo: Que no vuelva a pasar y que esta historia pase a formar parte de la memoria colectiva". Y el poder, defendió en un intenso discurso, "tiene el deber de aclarar lo que incumbe al pueblo. Aunque el poder prefiere el olvido, mirar hacia otro lado y esconderse. Pero la política es nula sin ética", finalizó entre intensos aplausos. Y por eso, las familias de las víctimas del metro no desisten. "Seguiremos aquí para obtener respuestas. Nos vemos el 3 de agosto", se despidió Beatriz Garrote.