Mientras los niños del coro del Sagrado Corazón de Jesús entonaban diversos villancicos que hablaban de la mula y el buey en el portal de belén, los asistentes buscaban ayer estas figuras en el nacimiento que cada año instala la Catedral, sin éxito. Y eso que por primera vez, después de 70 años, la Seo recuperó 11 figuras a tamaño natural, entre las que están los dos archiconocidos animales.

Tanto es así, que algunos asistentes dieron por sentado que la Catedral había decidido eliminar a los dos animales, tras el último libro del Papa Benedicto XVI en el que asegura que no existe resto alguno de animales en las escrituras bíblicas en las narraciones del alumbramiento de la Virgen María. "Los habrán quitado por lo del Papa o a lo mejor sí están, pero no los hemos visto porque estábamos lejos", le comentaba una hija a su madre mientras salían del templo ya que, entre el nacimiento y los visitantes se habilitó un amplio espacio para que el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, bendijera uno de los belenes más visitados de la ciudad.

Pero la mula y el buey si están, aunque apenas se les ve. De hecho, solo la cabeza de la mula es visible "como muestra de que, detrás de la puerta, existe una cuadra", explicó Pedro Ródenas, el autor de los dioramas y el responsable del montaje a tamaño natural. Y para evitar especulación alguna añadió que las imágenes -realizadas por el artista José Luis Mayo en Madrid- se mostraron en el 50º Congreso de Belenistas que se celebró el mes pasado en Valencia y que fue allí cuando se decidió instalar esas mismas figuras en la Catedral. "La escena es exactamente la misma y todo está igual. El buey está detrás y ni se le ve. Y de la mula solo se muestra la cabeza para que se sepa que ahí está la cuadra", aseguró Ródenas.

Respecto a la ubicación de la mula y el buey en el nacimiento inaugurado ayer en la Catedral, el deán del Cabildo, Emilio Aliaga, respondió: "A todos aquellos que han polemizado tanto con este asunto les digo que, si se ponen las gafas, pueden ver la mula y el buey". Y recalcó, con una sonrisa y para evitar confusiones en el mensaje, que el tono empleado era "irónico".

El belén de la Catedral está instalado en la capilla de San Luis Obispo, en el lado izquierdo de la nave central de la Seo. La muestra permanece abierta al público desde hoy y hasta el 8 de enero, en horario de 10.30 a 13.30 horas, y de 16 a 20 horas, de lunes a viernes. Los sábados por las mañanas, de 10.30 a 13.30 horas y, por las tardes, de 16 a 18 horas. Los domingos permanecerá abierto de 11 a 14 horas. El año pasado, más de 350.000 personas visitaron el belén y muchos mostraron su queja ante un horario que los fines de semana es más reducido. Sin embargo, la Catedral no está dispuesta a ampliar el horario de visita. "Creemos que el horario previsto es el adecuado. Tal vez el domingo sea un poco corto pero, aún así es tiempo suficiente", añadió Emilio Aliaga. Y es que, además, el público lo sabe, y se acopla. "Lo mejor es venir entre semana, que hay menos gente y más horario de apertura", aseguró Antonia Soler, vecina de Valencia de 77 años.

En homenaje a las representaciones de los siglos XV y XVI

El belén de la Catedral rinde homenaje a las representaciones que se realizaban durante los siglos XV y XVI sobre el nacimiento. "Durante dos siglos se realizaban representaciones que, en ocasiones, contaban hasta con 70 personas en el escenario. Si hoy existe la tradición es gracias a eso", explicó el belenista Pedro Ródenas. El artista también ha montado en un lateral tres dioramas con más de un centenar de figuras que representan las escenas de la búsqueda de posada, el nacimiento y el taller de Nazaret. Las imágenes de 14, 11 y 7 centímetros de altura están hechas con barro y posteriormente pintadas. En las escenas de los dioramas se representan edificios como el castillo de Herodes, algunos personajes realizando oficios como vendedores, posaderos y alfareros o soldados romanos, entre otros. "A nosotros nos gustan más las escenas porque así cogemos ideas", explicó ayer Pedro Ribelles, con su hijo Santiago, de 3 años, cogido de su mano. m. ros valencia