Con los mercadillos navideños a punto de invadir calles y plazas, y con las cajas que guardan los adornos navideños preparadas para salir de armarios y trasteros, una pregunta surge de forma espontánea tras conocer —en palabras del papa Benedicto XVI— que no hay rastro alguno ni de mula ni de buey en las escrituras bíblicas. «Entonces, ¿que hago este año? ¿Pongo a los animales en el portal o no los pongo?». La pregunta es casi inevitable. Por ello, Levante-EMV ha consultado con entidades que cada año montan los nacimientos más visitados de la ciudad: la Asociación de Belenistas de Valencia y la Catedral.

Para el responsable del belén que se instala en la Catedral, Emilio Aliaga, que en el Evangelio no se hable de la mula y el buey en el pesebre «es algo sabido por todos desde siempre ya que lo único que ha dicho el papa Benedicto XVI es que los animales no aparecen en los escritos, y es verdad». Cosa bien diferente es la tradición de montar el belén, algo que defendió sin dudarlo. «La tradición viene del siglo XII de la mano de San Francisco de Asís. La historia es muy larga, y la tradición, también. Hay que saber leer la Biblia e interpretarla y, sobre todo, no hay que buscar las cinco patas del gato porque tiene cuatro», afirmó Emilio Aliaga, quien, eso sí, añadió que este año, el nacimiento de la Catedral tendrá las figuras de María, José y el niño Jesús, en tamaño natural. «Se trata de destacar a los tres protagonistas porque el resto son añadidos», concluyó.

La Asociación de Belenistas montará este año tres nacimientos —en la casa del Punt de Gantxo, en la galería comercial Jorge Juan y en el Museo Príncipe Felipe— y en los tres habrá mula, buey y animales varios. «Lo que nosotros perseguimos es mantener una tradición muy nuestra, que encanta a los niños y donde entendemos, por supuesto, que hay que incluir a la mula y al buey. Se trata de recrear un hecho histórico, no de reproducirlo. Si nos ceñimos a la época, el atractivo desaparece. Por ejemplo, nosotros este año incluimos una escena donde escenificamos el ambiente de una especie de tasca, donde los pastores están tomando té. ¿Hay rigor histórico? Ninguno. ¿Es bonito? Es precioso», aseguró la presidenta de la entidad Carmen Chafer.

Obispos: «Pongan mula y buey»

Sin embargo, el debate está en la calle. Tanto es así, que el portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan Antonio Martínez Camino, dijo ayer, alto y claro: «Mensaje para Navidad: Poner el Belén con el buey y la mula porque el Papa también dice que hay que seguir con esta preciosa iconografía que nos ayuda a entender que el antiguo testamento, y las expectativas de los profetas, se cumplen en Belén», apuntó. Además, quiso recalcar que el papa, después de decir en su libro que no había animales junto al pesebre, «también explica cuándo y por qué aparecen en la iconografía cristiana», así como el versículo en el que el profeta Isaías alude a ellos.

Sirga de la Pisa: «La tradición se basa en la profecía de Isaías y en un evangelio apócrifo»

La profesora de Historia del Arte de la Universidad CEU San Pablo, Sirga de la Pisa, explicó ayer que en el nacimiento de Jesús siempre se han representado un buey y una mula porque la tradición, y en este caso el Evangelio Apócrifo del Pseudomateo (no considerado canónico por la Iglesia), ha añadido información complementaria a ese momento histórico. «Los Evangelios son breves al narrar la realidad histórica del nacimiento de Jesús, por lo que la tradición añade información que complementa desde un punto de vista humano el momento del nacimiento del Niño en Belén. El buey y la mula están mencionados en el Evangelio Apócrifo del Pseudomateo, texto no considerado canónico por la Iglesia, escrito en el siglo VII por un autor desconocido. Lo relaciona así con la profecía de Isaías (1, 3) en la que se lee: ‘El buey reconoce a su dueño y el asno, el pesebre de su amo; ¡pero Israel no me reconoce y mi pueblo no entiende mi voz’. Así, este título 3 del capítulo 1 alude al humilde y desconocido nacimiento de Jesús». De la Pisa indicó también que los textos apócrifos «no pretenden ser históricos sino que atienden la curiosidad popular que quería conocer la vida cotidiana de la Sagrada Familia en todos sus detalles». Además, señaló que el buey y la mula, según una «interpretación sencilla y humana» darían calor al pobre lugar donde tuvo lugar el alumbramiento de María.