Al carajillo, esa combinación de café y brandy que reconfortaba a Luis Buñuel en los rodajes de «Viridiana», le cantaron Sabina, Nacha Pop y Los Rodríguez como bebida de inspiración de la Movida. Después de unos lustros de cierto olvido, regresa a las mesas envuelto en sofisticación y protagoniza la «Ruta del Carajillo», en la que participan 227 cafés de Valencia, Madrid, Barcelona y A Coruña que quieren recuperar este clásico en una versión renovada para los paladares jóvenes.

En esta ruta se servirá hasta fin de año y al precio de un café la que se considera la mejor receta de España, que se elabora en la comarca del Maestrazgo: brandy añejo flambeado, un buen café expresso, granos de café, un trozo de corteza de limón, azúcar moreno y canela en rama.

Se trata de una versión mucho más elaborada que la original, que se atribuye a los soldados españoles que lucharon en la Guerra de Cuba a finales del XIX. «Mezclaban brandy español con café de la isla y los cubanos lo llaman 'coraje o corajillo español' porque creían que sus enemigos lo tomaban para insuflarse valor», explica a Ricardo Hierro, gerente de Marketing de Osborne.

Aunque estuvo «muy anclado a la cultura española desde los años cincuenta», en los setenta se le dio un halo de rebeldía tomando su nombre dos fanzines alternativos de la época: El Carajillo y el Carajillo Vacilón. El combinado se mantiene fuerte en las cartas de cafés de Bélgica y Suiza, adonde llegó con la inmigración española y, en la actualidad, en Colombia «es una bebida 'cool' y de moda».

Siguiendo la estela del «vin chaude» (vino caliente) francés, el «glühwein» alemán o el «glögg» escandinavo, que mantienen su vigencia en sus respectivos países, el carajillo se reivindica como «el único combinado caliente español reconfortante para el frío» y como bebida que busca retomar su protagonismo en una época en la que «lo auténtico y lo retro» ganan adeptos.

El secreto pasa por «cuidar los ingredientes, como se hace por ejemplo en el gin-tónic, con ginebras y tónicas premium», dice Hierro, y elegir el momento adecuado para tomarlo, ya que «se convierte en el aliado perfecto de la charla, de la tertulia».

Por ello, la «Ruta del Carajillo» incorpora locales «de momento café más que de copa», distribuidos en los madrileños barrios de Malasaña, Lavapiés y Triball, y los barceloneses Raval, el Borne, Gótico y Gracia, con clientela de «treintañeros a quienes les gustan las tendencias y lo vintage». Valencia se ha incluido porque «es la zona de más consumo histórico de carajillo» y A Coruña «porque en la Costa de la Muerte siempre se ha preparado muy bien y tiene una hostelería muy cuidada», señala Hierro.

Con esta fórmula, este combinado caliente busca conquistar a un nuevo público: «Hombres y mujeres treintañeros, con cierto punto de sofisticación y que valoren las cosas de aquí. Si defendemos la literatura y el cine españoles, también los combinados del país».