Tras el «boom» de los apartaholetes y los hostales para mochileros, el centro histórico de Valencia asiste a una nueva oleada de alojamientos turísticos: los hoteles con encanto. Frente a los grandes hoteles de lujo como el Hilton (que cerró en 2010) o el Westin que se construyeron en la época de vacas gordas y grandes eventos la ciudad asiste a la proliferación de un nuevo tipo de establecimiento hotelero pensado para el turista que quiere alojarse en el casco antiguo y disfrutar de su ambiente. Uno de los pocos proyectos de gran hotel que sobreviven es el de Jesuitas, trasladado ahora a la avenida Aragón.
Se trata de hoteles de tamaño medio ubicados en el centro de la ciudad, donde más demanda turistica hay, que aprovechan edificios antiguos, como el hotel que se proyecta en el número 7 de la plaza Manises que hasta hace poco funcionaba como oficinas. El dueño del edificio, protegido con nivel 2, ha solicitado un cambio de uso para instalar un hotel que recreará el ambiente de la Valencia burguesa.
Pero también los hay de obra nueva, como el que está construyendo la empresa Valencia Paraíso, vinculada al promotor Juan Soler, en la calle Linterna. El Ayuntamiento de Valencia ha aceptado la renuncia a la licencia de obras para construir 24 viviendas en este emplazamiento de Valencia Paraíso, que ha solicitado una nueva licencia para levantar un hotel. Ante la crisis inmobiliaria, los promotores y propietarios de suelo buscan alternativas al ladrillo y los hoteles de tamaño medio se perfilan como una buena opción.
La proliferación de este tipo de hoteles con encanto vendría animada por los cambios introducidos por el Ayuntamiento de Valencia en la normativa urbanística. El plan especial de protección de monumentos de la zona centro que está en tramitación incluye un cambio de usos que permitirá que al menos doce palacios históricos se reconviertan en establecimientos hoteleros. La semana pasada el Ayuntamiento de Valencia aprobó provisionalmente la modificación de las normas urbanísticas del PGOU para flexibilizar el uso terciario en la ciudad, lo que facilitará la apertura de nuevos establecimientos hoteleros.
El hotel del Palacio del Marqués de Caro, a pocos metros de la catedral, es otro de los ejemplos de hoteles singulares que han abierto en el centro de la ciudad en los últimos años. Este establecimiento ha integrado en sus estancias los restos de época romana y árabe hallados durante las excavaciones previas a la rehabilitación del palacio gótico.
Además de palacios, también se están transformando antiguas viviendas en hoteles. En una casa de fachada modernistas de la calle Tapinería abrió hace un año un nuevo hotel. Justo al lado de un edificio de apartahoteles turísticos.
