Grandes aliadas contra el calor en verano por su generosa sombra y bonitos iconos del Mediterráneo, las palmeras no pasan por su mejor momento en la ciudad. Si el Centro de Investigaciones Sociológicas hiciera una de sus encuestas, la especie lograría uno de los peores índices de popularidad de los últimos tiempos. Y todo porque tres traicioneros ejemplares se han venido abajo en los últimos días en Valencia, generando cierta desconfianza entre los usuarios de la vía pública. Pero los expertos insisten, no hay motivo para la alarma. «Hay que decirle a la gente que puede seguir paseando por debajo de las palmeras o aparcar el coche junto a ellas, no hay ningún peligro. Lo que ha ocurrido es normal, pero hemos salido a la calle para revisarlas una a una y detectar si encontramos alguna que tenga el riesgo de caer», explica Alejandro López, técnico de una de las tres brigadas del ayuntamiento que «peina» la ciudad en busca de alguna planta «sospechosa».

Una carpeta, unos prismáticos, una cámara de fotos y, sobre todo, buena vista. Es todo el material que emplea la brigada de la contrata FCC que examina las palmeras. Alejandro, Laura, Francesc, Amparo y Antonio forman parte del equipo de trabajo de la zona norte de la ciudad. Al día tienen que pasar revista a 200 o 250 palmeras, comprobar que todo está en orden y pasar un informe al ayuntamiento. Su objetivo son las palmeras datileras, las «sospechosas» habituales en verano, ya que es la clase que suele protagonizar derrumbes sin avisar. La causa, se ha repetido por activa y por pasiva, y aunque cueste de creer, estas plantas desfallecen por un golpe de calor, por infartos en su sistema de circulación por los que no circula el agua como debe, perdiendo su elasticidad y colapsándose. El diagnóstico está claro, pero aún así es difícil de prevenir y detectar. «Es imposible saber si hay deshidratación o no», confiesa Alejandro López, responsable del grupo norte de la brigada. «Revisamos una a una, miramos el estípite, que no se detecte un estrechamiento inusual o inclinación fuera de lo normal. Se hace un seguimiento de la poda, se observa mucho y finalmente preparamos un informe», explica el técnico de FCC.

Llevan desde el martes con la campaña de revisión de las casi 7.000 palmeras datileras que hay en la ciudad y, a pesar de la pequeña alarma social suscitada, «aún no hemos localizado ningún ejemplar que necesite una actuación urgente», aseguraba Alejandro López. Al paso que lleva cada brigada, en tres o cuatro semanas habrán terminado de revistar todos los ejemplares de palmeras datileras censados en la ciudad. Mientras tanto cruzan los dedos para que no se produzca ningún nuevo desplome, aunque cada año, por este época, es un fenómeno habitual.