A raíz del Concilio Vaticano II, la Iglesia cambió la denominación litúrgica a lo que siempre se había conocido por fiesta de la Candelaria o Purificación de Nuestra Señora, una de las más importantes de la Virgen „ así al menos lo pretendió el Papa Sergio I„ popularmente conocida por el Día de la caneleta, en la que siempre se ha ido a per caneleta, la que bendecida eran encendida en las casas casa ante una estampa y con rezos a santa Bárbara en caso de tormenta con gran cantidad de rayos y truenos.
Cada 2 de febrero, la Iglesia sigue manteniendo la procesión de las candelas, pero variando su antiguo gran significado mariológico por el cristológico de la Presentación del Señor. No obstante ello, la gente sigue enganchada al espíritu mariano que se enseñó tradicionalmente en torno a esta fiesta litúrgica, que antaño no era el día 2, 40 días después de Navidad, sino el 14 de febrero, 40 días después de la Epifanía.
Como hijuelas costumbristas de esta tradición, en las Iglesias se recibía para bendecirlas a las mujeres que daban a luz con el fin de «purificarlas»,cumplidos 40 días del parto, costumbre muy habitual y generalizada hasta hace poco, conservándose el ritual aún en algunas parroquias. La devoción y tradición por esta fiesta de la Presentación de Nuestra Señora persiste. En Valencia está muy arraigada desde el siglo XV, tanto que en 1643, fundaron convento aquí la Orden de las Agustinas Recoletas de la Presentación en un solar donde luego estuvo el Teatro y más tarde el cine Rex.
Las religiosas vinieron desde un convento que tenían en Requena. Las apadrinó una señora viuda rica, que ingresó en religión, pero tan conflictiva que al poco se salió y quiso disolver aquel convento, exigiendo le devolvieran la casa que les había dado a tal efecto. Murió sin conseguirlo, momento en que entraron en el mismo veinte damas de la «primera nobleza», las cuales costearon el monasterio e iglesia con sus dotes. Otro testimonio de adhesión y afecto a la fiesta mariana de la Presentación de Nuestra Señora lo encontramos en el arzobispo santo Tomás de Villanueva, quien fundó la Iglesia y Colegio de la Presentación, establecimiento considerado por los expertos como el primer seminario de sacerdotes católicos del mundo, institución que actualmente sigue funcionando en un moderno edificio „ demolido el muy hermoso antiguo por la impía piqueta especuladora como tantos otros en esta ciudad„ de la calle Pintor Sorolla levantado sobre el solar donde estuvo el antiguo edificio. La fundación es del 3 de diciembre de 1550, «mediante escritura autorizada por el Notario de Valencia Miguel Real», protocolo de Juan Alemany a. 1555, fol CC v.º CCX v.º, que se conserva en el Archivo del Colegio del Corpus Christi.
Canonizado por su labor
La importancia de este centro, anticipándose al Concilio de Trento, que ordenó a todas las Diócesis tuvieran Seminario donde formar a los sacerdotes, fue reconocida por Alejandro VII, quien en la canonización de Santo Tomás de Villanueva lo calificó como «fecundo seminario de varones ilustres en virtud y letras». Es curioso observar cómo tanto este seminario como el posteriormente construido de Corpus Christi, también vigente, fueron instalados junto a la Universidad para que pudieran estudiar allí los futuros sacerdotes.
