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Y sin embargo me quedo

Tardear, recitar, sondear­

Tardear, recitar, sondear­

Con esa obsesión de ponerle nombre a las cosas me encuentro que el «salir a tomar una cerveza» de toda la vida ahora se llama tardear, tapear o sabadear. Se está intentando imponer la terracita por las tardes e incluso el aperitivo como algo «in». El ocio nocturno, con tanta legislación y exigencia, ya no resulta rentable en Valencia y hay que cambiar lo hábitos del cliente. Pienso en esa gente que durante los ochenta y noventa llenó las noches valencianas, ahora son gente madura, asentada, con familia y con más ganas y posibilidad de salir por la tarde que por la noche. Por otro lado los jóvenes que salen ahora, los hijos de los sufridores de la crisis, se dedican a los megabotellones, a esos les da igual las terrazas que les son inaccesibles.

Esta semana con el tweet de Pedro Sánchez diciendo que Soria era la cuna de Machado las redes se han llenado de poemas. Eso me gusta. Desde esa Soria fría, Soria pura, ha inspirado a miles de personas que han hecho del sevillano trending topic. Si levantara la cabeza lo primero que le diría es que se fijara en las pistas: «Esa luz de Sevilla, es el palacio donde nac퀻, «mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla€». Bueno, luego corrige y dice que se refería al Machado maestro que nació en Soria, vale, es cierto «Heme aquí ya, profesor de lenguas vivas€» , pero no tuvo nunca su cuna allí. Así que lo añadiría en esa España inferior que ora y bosteza o que ora y embiste pero nunca en la de la rabia y en la de la idea.

A pesar de eso, no es real que todos los que somos atractivos tengamos otras carencias, aunque Mariló Montero afirmando que una ballesta es un arco moderno no ayude mucho. Es tiempo de encuestas electorales. Me viene a la cabeza siempre que empiezan con estos sondeos el relato de Asimov sobre Multivac, ese gran ordenador que analizaba millones de datos y concluía quién iba a ganar las elecciones sin necesidad de concurrir a las urnas.

Pero siempre había una variable que le faltaba y tenía que elegir a un ciudadano, de manera aleatoria, y hacerle una pregunta. Con esa pregunta, que con los avances llegaba ser tan intrascendente como «¿qué tiempo crees que hará mañana?» la máquina ponía a los gobernantes. «El sufragio» creo recordar que se llamaba el relato. Ahora pienso que Asimov no andaba desencaminado, los sondeos parece que deciden las elecciones. La información sobre la intención de voto va acaparando importancia hasta hacer decidir el voto.

Si, es así de absurdo y paradójico. Ya no informan sobre la tendencia si no que la forman. Quien lee un sondeo se plantea su voto, su utilidad, y puede llegar a cambiarlo basándose en unos datos extraídos de una encuesta en la que hasta puede que haya participado.

De locos, pero es así. Lo que te lleva a otra reflexión: no puedes fiarte de los sondeos porque una vez publicados ya han cambiado. Lo que lleva a los analistas a valorar los posibles cambios después de la publicación de los datos que a su vez provocarán otros cambios que habrá que volver a ponderar para sacar nuevas conclusiones que cambiarán nuevamente los votos, que analizarán y publicarán y... ¡Dios! una locura, creo que voy a parar. Mejor voy a seguir repasando las facturas de Ritaleaks que hay faena para rato. Perdón, quería decir para tiempo.

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