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CEIP Blasco Ibáñez

Escuela de emociones a la orilla del mar

El colegio Blasco Ibáñez de la Malva-rosa apuesta por que el niño «sea protagonista de su aprendizaje al crear conocimiento a partir de la experimentación y de sus vivencias»

Escuela de emociones a la orilla del mar

En el Colegio público de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Blasco Ibáñez del barrio de la Malva-rosa todos los alumnos hacen música, cantan y bailan. Esta escuela a la orilla del mar, donde la arena de la playa arrastrada por el viento juega con los niños en el patio, apuesta «por una educación de sensaciones, emociones y sentimientos», dice su director y maestro de Música, José Fernando Cuadrado.

La línea educativa del Blasco Ibáñez, continua Cuadrado, «parte siempre de la experimentación, de la vivencia, de la práctica y la improvisación, queremos que el alumno cree conocimiento a partir de todo esto y sea protagonista de su aprendizaje». Por ello, dentro del plan de formación del profesorado del centro, están introduciendo nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje en las que los escolares de Primaria dicen adiós al libro de texto, que pasa a un segundo plano como un simple material de apoyo, para trabajar por proyectos.

La música es uno de los pilares básicos del modelo de enseñanza del Blasco Ibáñez, en el que el componente artístico y deportivo es significativo. Así, el colegio ha hecho suyo el plan de fomento de actividades musicales contra el fracaso escolar puesto en marcha por la conselleria. Una formación integral en la que igual interpretan obras sacras de Bach, junto a la Sociedad Musical Unió de Pescadors del Cabanyal en la Semana Santa Marinera, que cantan, tocan y bailan temas de Nino Bravo, The Beatles, Abba o desayunan con diamantes junto a Henry Mancini al ritmo de Moon River.

Lo último de la aventura musical del Blasco ha sido sumarse este curso a la novedosa modalidad B del plan de la conselleria de lucha contra el fracaso escolar, la de intercambio entre colegios. Y lo han hecho junto a una escuela del barrio de Arrancapins, el CEIP Lluís Vives, que celebra su centenario. Bajo el lema un siglo de música, ambos centros organizaron sendos conciertos, uno en cada escuela, en los que participó todo el alumnado.

Cuadrado subraya la importancia de estos intercambios musicales porque «está bien que los escolares vean como niños de otros centros cantan y bailan como ellos». «El trabajo que hacen los alumnos en el aula no se puede quedar dentro de las puertas del colegio», subraya.

Una clase con niños y sus padres

El Blasco Ibáñez también cree en la implicación de las familias en la enseñanza, pues ha sustituido el concierto de Navidad por una clase de Música conjunta con padres y niños. «Lo mejor para un maestro— apunta —es ver la cara de satisfacción de los padres cuando ven lo que hacen sus hijos». Opina que los docentes no deben tener miedo a abrir sus clases a los padres: «No tenemos nada que esconder, sino al contrario explicarles de primera mano todo lo que les puede ofrecer la escuela pública».

El colegio cuenta con pizarras digitales en todas sus aulas, donde se trabaja con unidades didácticas adaptadas a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Innovador es también que su amplio comedor con cocina propia, que utilizan en un único turno el 80 % de escolares del centro, disponga de un espacio para que los niños de 3 años, si lo necesitan, puedan hacer la siesta después de comer.

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