El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, defendió ayer que «toda persona es un sagrario vivo e inviolable, un portador de Cristo, que se identifica singularmente con los pobres» e hizo un llamamiento a estar «atentos a las carencias y necesidades de los hombres», pero también a «no estar ajenos al desamparo fundamental en nuestro tiempo: la carencia e indigencia de Dios» y «el vivir en la periferia de su ausencia». En su homilía de la Missa d´Infants en honor a la Mare de Déu, patrona de Valencia, que presidió en la plaza de la Virgen aseguró que «mirando y oyendo a Dios, tocándole con nuestras manos en su carne tangible de los pobres, enfermos, sufridos y marginados, con los que se identifica, podremos hallar la única esperanza que pueda dar plenitud de sentido a la vida».

Cañizares instó a los valencianos a «ser conscientes de que toda persona es un sagrario vivo e inviolable, un portador de Cristo, que se identifica singularmente con los pobres, los que padecen hambre o sed, los que no tienen techo bajo el que vivir, los desahuciados, los que carecen de vestido, están enfermos, son extranjeros o inmigrantes, están privados de libertad, viven en las esclavitudes antiguas o nuevas, están amenazados en sus vidas o son privados de ella vilmente con la persecución o el exilio, mueren perseguidos por su fe o en las pateras que surcan el mar buscando una situación mejor para sí mismos o sus familias», en referencia a los inmigrantes fallecidos en el Mediterráneo entre África e Italia en las últimas fechas.